El Opus Dei
desde dentro
Un intento de analizar con objetividad la institución fundada por Escrivá de Balaguer
John L. Allen
El
País, DOMINGO - 30-04-2006
David Clark ostenta el cargo de "consejero de reforma
espiritual", pero su especialidad consiste en rescatar a miembros de
las sectas; es ex miembro de un grupo ocultista basado en la Biblia de California
del Sur, experto oficial independiente en sectas y ha sido consejero durante
más de veinte años. Además ha contribuido en la redacción del libro Recovery from cults: help for
victims of psychological and spiritual abuse (W. W. Norton,
1993). [Cómo recuperarse
de las prácticas religiosas. Ayuda a las víctimas de abusos psicológicos y
espirituales]. Uno de los casos más destacados
que presenta es el de Tammy DiNicola,
una numeraria del Opus Dei que vivía en el Centro de Estudios de Brimfield, Massachusetts, y cuya
familia había solicitado ayuda a Clark. En 1990, la familia pidió a DiNicola que volviera a casa para celebrar una fiesta por
haberse graduado en el Boston College y a continuación
le pidieron que hablara con Clark. Al final, DiNicola
abandonó el Opus Dei y fundó, junto a su madre, el Opus
Dei Awareness Network
[Red de Alerta sobre el Opus Dei], un grupo contrario a la Obra.
Tammy DiNicola
no es el único miembro del Opus Dei con quien Clark ha trabajado a lo largo de
los años. Al preguntarle por el número de contactos que había tenido, me
comentó que alrededor de veinte familias con algún miembro implicado en el Opus
Dei habían emprendido algún tipo de investigación y, tal vez, había trabajado
con doce miembros. Mantuve con él una entrevista en mayo de 2004 sobre sus
impresiones acerca del Opus Dei.
"La organización muestra una faceta pública de
pertenencia a la Iglesia católica y de actuación en defensa de la fe. Adopta
una línea teológica conservadora y, de hecho, es una parte formal de lo que
representa. Sin embargo, para alguien de fuera, resulta difícil percibir su
mundo interior. Existe un gran esfuerzo político interno que impide que las
personas de fuera puedan ver qué ocurre en realidad, y sólo podemos basarnos en
los testimonios de ex miembros, ex líderes y de toda la documentación que
existe al respecto", afirma Clark.
Clark, que no es católico, explica que no se había
propuesto ir en contra del grupo. "Sin pretenderlo, a través de familias
me enteré de que estaban analizando qué hacer, al ver lo que les estaba pasando
a sus hijos".
Dinámica de secta
Entre 1972 y 1974, Clark perteneció a lo que él llama una
"secta carismática", una ramificación del Jesús Movement
[Movimiento de Jesús] de la década de 1970. Se formó en un seminario reformista
episcopal de Filadelfia, por lo que cuenta con formación teológica, y la
primera vez que oyó hablar sobre el Opus Dei reconoció algunas de las mismas
distorsiones y técnicas que, por su experiencia, le resultaban familiares. Al
final, basándose en sus observaciones, concluyó que el Opus Dei presentaba
"más una dinámica de secta que de Iglesia". Por lo general, Clark
afirma que el perfil de los miembros que ha conocido es de "personas
sinceras, que se adaptan bien a lo que el Opus Dei presenta. Suelen ser
verdaderos creyentes y acostumbran a ser bastante sumisos". Comenta que a
menudo las familias de estos miembros apoyan en un principio al Opus Dei
"porque saben que cuenta con el respaldo de la Iglesia católica". Sin
embargo, empiezan a ver que algo no va bien, dice Clark, cuando descubren que
los miembros de sus familias no pueden volver a casa por vacaciones, cuando
tienen un tiempo limitado para hablar por teléfono y los numerarios afirman
haber donado parte de su dinero al Opus Dei. Clark cree, según sus
conversaciones con algunos miembros, que la Obra ejerce una "influencia
excesiva" sobre las personas jóvenes que ingresan en el grupo, "por
lo que la batalla que se libra es una elección con pleno conocimiento de
causa".
¿Hasta qué punto el Opus Dei se parece a una secta?
"Defiende la enseñanza y la autoridad de la Iglesia católica romana
-responde Clark-. Normalmente, una secta implica una desviación de la
tradición, mientras que el Opus Dei es, en cierto modo, muy tradicional. Sin
embargo, en la práctica es diferente, se compromete la libertad de conciencia
de todas las personas y puede ser anulada. A menudo, la gente no puede hablar
con libertad y las relaciones están muy controladas; es como una película de
ciencia-ficción, las personas parecen clones".
En ese sentido, según Clark, sus miembros a menudo conocen
más el Opus Dei cuando lo abandonan que durante todo el tiempo que estuvieron
dentro.
Para Clark, el Opus Dei es "uno de los grupos más sofisticados
" con los que se ha encontrado. Se trata de un grupo que persigue a los
mejores de entre los mejores; a los profesionales; es espeluznante, casi
militarista. Además, a Clark le han llegado voces de alarma no sólo de las
familias, sino desde el mismo seno de la Iglesia católica. Por lo general, cree
que implican uno o más de los siguientes cuatro puntos: el Opus Dei ejerce un
"control de la mente" sobre sus miembros, crea problemas en las
familias, algunos miembros tienen grandes dificultades para separarse de la
organización y, por último, perjudica a la Iglesia.
Para Clark, no se trata de impresiones pasadas de moda.
Según sus palabras, en 2003 recibió varias peticiones de familias.
"Actuar es muy difícil. Por
lo general, hay un acceso restringido, si no nulo, a
todas estas personas. Es difícil encontrar tiempo para estar con ellos."
Clark cree que el Opus Dei debe "dirigirse en mayor
medida hacia la corriente principal", con un sistema de "controles y
equilibrios" que supervisen su vida interna, y un nuevo compromiso hacia
"la transparencia". Estableció, además, un paralelismo con las
lecciones aprendidas durante la crisis que tenían como eje central los abusos
sexuales en Estados Unidos. "Supervisión y responsabilidad es aquello que
necesita el Opus Dei" (...).
Un 'Rashomon' católico
Al oír hablar sobre el control en el seno del Opus Dei se
tiene casi la sensación de estar ante una versión católica de Rashomon, la película de Akira
Kurosawa de 1950 que describe un mismo acontecimiento
visto por perspectivas diametralmente opuestas [de cada uno de los tres
protagonistas].
Desde el punto de vista de observadores críticos como
Clark y otros ex miembros, el Opus Dei es un peligroso grupo sectario que
somete a sus miembros a una estrecha vigilancia, los aísla
del mundo exterior y los programa para consagrar una obediencia absoluta al
grupo y a su dirección.
El ex numerario español Alberto Moncada señala la página
www.opuslibros.org, en la que se muestran testimonios negativos de un buen
número de ex miembros del Opus Dei, algunos de los cuales llevan firma y otros
no. "No existe ninguna organización eclesiástica cuyos ex miembros ataquen
tan duramente", afirma Moncada. Incluso Sharon Clasen, una ex numeraria, que desde que abandonara la
Iglesia católica afirma que El código Da Vinci peca
de ser demasiado suave con el Opus Dei, "no logra captar la esencia
existente del control de mente; no se aprecia toda la manipulación".
Otros perciben una realidad muy diferente. Como ya hemos
mencionado anteriormente, se calcula que hay 85.491 miembros del Opus Dei en
todo el mundo, sin contar a los 164.000 cooperadores y los importantes no
miembros que apoyan la organización a través de la oración y de otros modos de
ayuda, y las 900.000 personas que se calcula asisten a los recogimientos
vespertinos, reuniones y otros tipos de medios de formación cristiana. Incluso
con los cálculos más optimistas, el número de ex miembros resentidos se ve
eclipsado por la cantidad de miembros y partidarios actuales. Además, abundan los
ex miembros que no se muestran molestos con el Opus Dei; que lo abandonaron por
diversos motivos personales, pero continúan manteniendo buenas relaciones. En
este capítulo presentaremos tres ejemplos de ello. Aunque muchos de los
comentarios negativos proceden de ex miembros, no significa que todos los ex
miembros tengan experiencias negativas que contar.
Por otro lado, no sólo los miembros o colaboradores tienen
buenas impresiones; hay miembros de la jerarquía de la Iglesia católica que a
menudo expresan reacciones positivas.
Según el arzobispo Ndingi Mwana'a Nzeki de Nairobi, Kenia,
al que entrevisté en septiembre de 2004, "llevan a cabo un trabajo
maravilloso, se integran completamente en la sociedad, son muy fieles a la
Iglesia y a sus enseñanzas y reciben los sacramentos; además, organizan
seminarios y talleres para jóvenes matrimonios, personas de todo tipo...
Personalmente, los apoyo sin reservas porque han sido muy francos conmigo. No
estoy de acuerdo con los que los critican, no veo que se esfuercen en absoluto
por tomar el control".
Consideremos ahora el testimonio
del cardenal Cormac Murphy-O'Connor de Westminster,
Inglaterra, la misma diócesis en la que el difunto cardenal Basil
Hume promovió unas directrices sobre el Opus Dei en
1981 debido a su preocupación respecto al secretismo y su modo de captación. Murphy-O'Connor relata sus
experiencias así durante una entrevista en noviembre de 2004: "Creo que
han asimilado las críticas, y se han vuelto más abiertos al tiempo que han
mantenido su carisma. De un modo verdadero, más que teórico, han colaborado
mucho en su deseo de trabajar con los obispos locales. No tiene sentido que se
diga que quieren trabajar en oposición... Los católicos que he conocido en la
organización están claramente dedicados al catolicismo y muy comprometidos con
el camino particular definido por Escrivá, la misión de los laicos dentro de
sus ámbitos profesionales".
Lo esencial, según Murphy-O'Connor, es que "está muy contento de tener el Opus
Dei en la diócesis". En enero de 2005, Murphy-O'Connor confió al clero de la Obra la iglesia de Santo
Tomás Moro, situada cerca de la residencia universitaria de Netherhall,
en Londres.
Para el observador externo que trata de ser objetivo, el
Opus Dei es un tema que cuestiona de manera especial ideas establecidas. Por un
lado, no pueden ser desestimadas las voces críticas de los que han tenido
experiencias de primera mano con el grupo. Por otro, la satisfacción de miles
de miembros y la aprobación oficial incluso por parte de obispos que pueden no
compartir la espiritualidad del Opus Dei tampoco pueden dejarse de lado.
En este capítulo examinaremos las quejas más habituales
acerca del exceso de control sobre los miembros, en una tentativa de averiguar
dónde se encuentra la verdad. A continuación trataremos de entender el modo en
que las personas pueden percibir esas realidades de una manera tan distinta.
Un breve apunte: prácticamente todas las críticas
relacionadas con el presunto "control" del Opus Dei se concentran en
los numerarios, es decir, el 20% de los miembros que viven el celibato y
residen en centros de la prelatura. Incluso por una cuestión logística
resultaría difícil ejercer cualquier tipo de control sobre los supernumerarios,
que cuentan con empleos y familias y viven en sus propias casas. La mayor parte
del capítulo se centra principalmente en los numerarios.
Obediencia ciega
Algunos jóvenes que han considerado su vocación en el Opus
Dei relatan que el control al que se espera que se sometan al principio no se
les explica suficientemente, de modo que la forma de vida como numerario sólo
se aclara una vez ya comprometidos. John Schneider, por ejemplo, estudia en la Universidad de Notre Dame y comenzó a asistir a actos organizados en el
Centro de Windmoor durante su primer curso académico
para, poco después, pitar [salirse]. "Si
me hubieran dicho lo que me exigirían y me hubieran explicado los
acontecimientos que seguirían, les habría dicho: 'Gracias, pero no, muchas
gracias", afirma Schneider. "En cambio, a
medida que iban transcurriendo los meses, me lo iban explicando todo poco a
poco. Personalmente, me parece bien que alguien permita a otra persona dirigir
su vida de ese modo, no tengo ningún problema. Mi temor es que no consiguen el
consentimiento de las personas de la forma adecuada cuando entras en la
organización". Al final, Schneider decidió no
continuar como numerario.
Los detractores indican varias técnicas de control: a los
miembros se les obliga a confesarse sólo con sacerdotes del Opus Dei, seguir la
dirección espiritual de los numerarios y admitir sus defectos delante del
grupo; los numerarios deben permitir que se les revise la correspondencia y se
les controle el acceso a los libros y a la televisión, no pueden ser
independientes económicamente puesto que los numerarios dan gran parte de su
sueldo al Opus Dei, la práctica de la "corrección fraternal" equivale
a una forma de control social, se anima a los numerarios a seguir el ejemplo de
los directores y la comunidad en lugar de favorecer que piensen por sí mismos,
y los miembros que quieren dejarlo son perseguidos y amenazados.
Confesión
Los críticos han denunciado que el Opus Dei obliga a sus
miembros a confesarse sólo con sacerdotes de la Obra para que éstos puedan
"seguirles la pista". De hecho, no existe este requisito de manera
formal, esta regulación no aparece en los estatutos o en ningún otro documento
de dirección del Opus Dei. Una regulación de este tipo contravendría el Código
de Derecho Canónico, que establece en el canon 911: "Todo fiel tiene
derecho a confesarse con el confesor legítimamente aprobado que prefiera,
aunque sea de otro rito".
Sin embargo, se espera habitualmente que, como parte de la
rutina, los miembros se confiesen con los sacerdotes del Opus Dei, partiendo de
la base de que estos sacerdotes están en mejor posición para saber los
compromisos espirituales específicos que los miembros han asumido, preguntar
con mayor conocimiento sobre algunas cuestiones y dar un consejo espiritual más
pertinente.
A este respecto existe una cita de Escrivá en Crónica,
la revista interna para los miembros varones: "Podéis ir a confesaros con
cualquier sacerdote que tenga las oportunas licencias. Sin embargo, no puedo
dejar de aconsejaros lo que es más conveniente para vuestras almas. En este
caso, defiendo la libertad, pero con sentido común. Todos mis hijos e hijas
tienen libertad para ir a confesarse con cualquier sacerdote autorizado por el
obispo local y no están obligados a decir a los directores de la Obra lo que
han hecho. ¿Lo haría una persona que comete ese pecado? ¡No! ¿Tiene un buen
espíritu? ¡No! Está en camino de escuchar a malos pastores... Tú acudirás a tus
hermanos sacerdotes como yo lo hago. Y a ellos les abrirás de par en par el
corazón, ¡podrido si está podrido!, con sinceridad,
con un deseo profundo de curarte. Si no, esa podredumbre nunca será curada. Si
fuésemos a una persona que sólo puede curarnos superficialmente la herida... es
porque seríamos cobardes, porque no seríamos buenas ovejas, porque iríamos a
ocultar la verdad en perjuicio nuestro, buscando a un médico de ocasión, que no
puede dedicarnos más que unos segundos, que no puede meter el bisturí, y
cauterizar la herida, también estaríamos haciendo un daño a la Obra. Si tú
hicieras esto, tendrías mal espíritu, serías un desgraciado. Por ese acto no
pecarías, pero ¡ay de ti!, habrías comenzado a errar,
a equivocarte. Habrías comenzado a oír la voz del mal pastor, al no querer
curarte, al no querer poner los medios".
El término "médico de ocasión" se refiere a que
un doctor que no está familiarizado con el historial médico del paciente.
Algunos han interpretado como una referencia despectiva a los sacerdotes que no
son del Opus Dei, como si se les calificara de segunda categoría.
Según las personas que interpretan del Opus Dei, expone
Escrivá que, aunque los miembros pueden ir a visitar al sacerdote que quieran,
si por costumbre buscan fuera a sacerdotes que no les conocen ni conocen el
Opus Dei, probablemente se deba a que no quieren que se penetre profundamente
en su interior. Estarán buscando una experiencia superficial que satisfará la
exigencia de la confesión del pecado, pero en realidad no exigirán la
conversión de corazón, lo que el teólogo alemán luterano Dietrich
Bonhoeffer llamaba "la gracia barata".
En una ocasión, santa Teresa de Ávila dio un consejo
similar a sus monjas: les sugirió que siempre que pudieran se confesaran con un
fraile de las carmelitas descalzas, ya que estaría en mejor posición para
guiarlas. Los miembros del Opus Dei lo consideran, en líneas generales, una cuestión
de sentido común, ya que la pertenencia al Opus Dei conlleva recibir su
formación espiritual.
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