TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer
CAPÍTULO I. HACIÉNDOTE
CARGO DE TI MISMO
La esencia de la grandeza radica en
la capacidad de optar por la propia realización personal
en circunstancias en que otras personas optan por la locura.
Mira por encima de tu hombro. Te darás cuenta de que
tienes a tu lado un compañero que te acompaña
constantemente. A falta de un nombre mejor llámalo
(Tu-Propia-muerte.) Puedes tener miedo a este visitante o
usarlo en tu propio beneficio. De ti depende la elección.
Siendo la muerte una propuesta tan eterna y la vida tan
increíblemente breve, pregúntate a ti mismo:
"¿Debo evitar hacer las cosas que realmente quiero
hacer?", "¿Viviré mi vida como los
demás quieren que la viva?". Lo más probable
es que tus respuestas se puedan resumir en unas pocas palabras:
Vive... Sé tú mismo... Goza... Ama.
Puedes temer tu propia muerte de forma negativa o usarla
para ayudarte a vivir de modo positivo. Escucha al Iván
Ilich de Tolstoi mientras espera al gran nivelador, contemplando
un pasado completamente dominado por los demás, una
vida en la que había desistido de ser dueño
de sí mismo a fin de encajar en el sistema.
"¿Y si toda mi vida ha sido una equivocación
qué?" Se le ocurrió que lo que antes le
había parecido completamente imposible, especialmente
el hecho de que no había vivido como debería
haberlo hecho podría después de todo ser verdad.
Se le ocurrió que sus impulsos vitales, reprimidos
brutalmente por sí mismo apenas los había experimentado,
podrían haber sido lo único verdadero y real
de su vida, y todo lo demás falso. Y sintió
que sus obligaciones profesionales y toda la organización
de su vida y de su familia, todos sus intereses sociales y
oficiales, todo eso podría haber sido falso. Trató
de defenderse y justificarse ante sí mismo y de pronto
sintió cuán débil era lo que estaba defendiendo
y justificando. No había nada que defender..."
La próxima vez que tengas que decidir acerca de tu
propia vida, que tengas que hacer una elección personal,
hazte una pregunta muy importante:
"¿Cuanto tiempo voy a estar muerto?" Ante
esa perspectiva eterna, puedes decidir ahora lo que prefieres,
lo que eliges, y dejar a los que siempre estarán vivos
las preocupaciones, los temores, la cuestión de si
te lo puedes permitir y la culpabilidad.
Si no empiezas a actuar de esta manera, ya puedes formularte
la posibilidad concreta de vivir toda tu vida tal como los
demás piensan que debería ser. Ciertamente si
tu estancia en la tierra es tan corta debería ser por
lo menos agradable. En pocas palabras, se trata de
tu vida; haz con ella lo que tú quieres.
LA FELICIDAD Y TU PROPIO C.I.
(Coeficiente de Inteligencia)
El hacerte cargo de ti mismo significa dejar a un lado ciertos
mitos muy generalizados. A la cabeza de la lista está
la noción de que la inteligencia se mide por la capacidad
de resolver problemas complejos; de escribir, leer y computar
a ciertos niveles; y de resolver rápidamente ecuaciones
abstractas. Esta visión de la inteligencia postula
la educación formal y el conocimiento académico
o la cultura como la verdadera medida de la realización
personal. Fomenta una especie de esnobismo intelectual que
ha obtenido consigo unos resultados muy desmoralizadores.
Hemos llegado a creer que una persona es "inteligente"
si tiene una serie de títulos académicos, o
una gran capacidad dentro de alguna disciplina escolástica
(matemáticas, ciencias), un enorme vocabulario, una
gran memoria para recordar datos superfluos, o si es gran
lector. Sin embargo los hospitales psiquiátricos están
atiborrados de pacientes que tienen todas las credenciales
debidamente presentadas -como de muchos que no las tienen-.
El verdadero barómetro de la inteligencia es una vida
feliz y efectiva vivida cada día y en cada momento
de cada día.
Si eres feliz, si vives cada momento, aprovechando al máximo
sus posibilidades, entonces eres una persona inteligente.
La capacidad de resolver problemas es un aditamento útil
a tu felicidad, pero si tú sabes que a pesar de tu
falta de habilidad para resolver cierto tipo de cosas puedes
elegir lo que te haga feliz, o que, por lo menos, puedes evitar
lo que te hará infeliz, entonces se podrá decir
que eres inteligente. Eres inteligente porque tienes el arma
más eficaz para combatir el C. N. Sí: el (Colapso
Nervioso.)
Te llamará quizá la atención que te
diga que no existe eso que llamamos Colapso o Depresión
Nerviosa. Los nervios no colapsan. Abre a alguien y busca
sus nervios rotos. No aparecerán. Las personas "inteligentes"
no tienen C. N. porque están en control de sí
mismas. Ellas saben cómo elegir la felicidad en vez
de la depresión, porque saben enfrentarse con los }problemas}
que hay en sus vidas. Nótese que no dije }resolver}
los problemas. En vez de medir su inteligencia por su capacidad
para }resolver} problemas esta gente la mide por su capacidad
de seguir siendo igualmente felices y valiosos, se solucione
o no el problema.
Puedes empezar a considerarte realmente inteligente en base
a cómo escojas sentirte al enfrentarte con circunstancias
difíciles. Las dificultades de la vida son muy parecidas
para todos. Todos los que están con otros seres humanos
en cualquier contexto social tienen las mismas dificultades.
Los desacuerdos, las componendas, los conflictos son partes
de lo que significa ser un ser humano. Igualmente, el dinero,
la vejez, las enfermedades, la muerte, los desastres naturales
y los accidentes son acontecimientos que presentan problemas
a todos los seres humanos. Pero mientras algunas personas
logran evitar el desaliento que inmoviliza y la infelicidad
al enfrentarse con estos hechos, hay otros que se desploman,
quedan inertes o sufren un Colapso Nervioso. Los seres humanos
que reconocen los problemas como algo que es parte de la condición
humana y no miden la felicidad por la ausencia de problemas,
ésos son los seres humanos más inteligentes
que conocemos; también los más raros y difíciles
de encontrar.
Aprender a hacerte totalmente cargo de ti mismo implicará
un proceso mental completamente nuevo, y que puede resultar
difícil porque son demasiadas las fuerzas que en nuestra
sociedad conspiran contra la responsabilidad individual. Debes
confiar en tu capacidad de sentir emocionalmente lo que elijas
sentir en cualquier momento dado de tu vida. Éste es
un concepto radical. Probablemente tú has crecido creyendo
que no puedes controlar tus propias emociones; que la ira,
el miedo y el odio, al igual que el amor, el éxtasis
y la alegría son cosas que te pasan. Un individuo no
controla estas cosas: las acepta. Cuando sucede algún
acontecimiento penoso, uno naturalmente siente pena, y espera
que muy pronto sucederá algo bueno y alegre para poderse
sentir bien.
ELIGIENDO COMO TE SENTIRÁS
Los sentimientos no son simples emociones que te suceden.
Los sentimientos son reacciones que eliges tener. Si eres
dueño de tus propias emociones, si las controlas, no
tendrás que escoger reacciones de autoderrota. Cuando
aprendas que puedes sentir lo que prefieres o eliges sentir,
empezarás a encaminarte por la verdadera senda de la
"inteligencia" -una senda que no tiene caminos
laterales que lleven hacia el C.N. o la D.N.-. Esta senda
es nueva porque tú considerarás a una emoción
dada como una opción y no como una condición
de la vida. Éste es el meollo y el alma misma de la
libertad personal.
Con la lógica se puede atacar el mito del no estar
a cargo o en control de las propias emociones. Por medio de
un simple silogismo (una formulación lógica
en la que se tiene una premisa mayor, una premisa menor y
una conclusión que se basa en un acuerdo entre las
dos premisas) puedes empezar el proceso de estar a cargo de
ti mismo, tanto mental como emocionalmente.
Lógico.- Silogismo
Premisa Principal: Aristóteles es un hombre.
Premisa Menor: Todos los hombres tienen pelo facial.
Conclusión: Aristóteles Tiene Pelo Facial.
Ilógico.- Silogismo
Premisa Mayor: Aristóteles tiene pelo en la cara.
Premisa Menor: Todos los hombres tienen pelo en la cara.
Conclusión: Aristóteles Es Un Hombre.
Está muy claro que cuando recurres a la lógica,
debes tener cuidado de que las premisas mayor y menor estén
de acuerdo. En el segundo ejemplo Aristóteles podría
ser un mono o un topo. He aquí un ejercicio lógico
que puede descartar para siempre la noción de que tú
no puedes hacerte cargo de tu propio universo emocional.
Premisa Mayor: Yo puedo controlar mis pensamientos.
Premisa Menor: Mis sentimientos provienen de mis pensamientos.
Conclusión: Yo Puedo Controlar Mis Sentimientos.
La premisa mayor está clara. Tienes el poder de pensar
lo que se te ocurra. Si se te ocurre algo de improviso (algo
que tú elegiste poner en tu cabeza, aunque no sepas
por qué lo hiciste), aún tienes el poder de
hacerlo desaparecer y por tanto sigues controlando tu universo
mental. Yo te puedo decir: "Piensa en un antílope
color rosa", y tú lo puedes volver verde o convertirlo
en un jabalí, o puedes pensar simplemente en cualquier
otra cosa que quieras. Sólo tú puedes controlar
lo que entra en tu cabeza como un pensamiento. Si tú
no crees en esto, contesta simplemente esta pregunta: "Si
no eres tú el que controla tus pensamientos, ¿quién
los controla? ¿Es acaso tu cónyuge, o tu jefe
o tu madre?".
Y si son ellos los que controlan lo que tú piensas,
entonces mándalos a ellos a que se hagan un tratamiento
psicoterapéutico, y tú mejorarás inmediatamente.
Pero tú sabes que no es así. Tú y sólo
tú puedes controlar tu aparato pensante (fuera de casos
extremos de lavado de cerebro o de experimentos de condicionamiento
que no forman parte de tu vida). Tus pensamientos son tuyos,
exclusivamente tuyos para hacer con ellos lo que quieras,
conservarlos, cambiarlos, compartirlos o contemplarlos. Ninguna
otra persona puede meterse dentro de tu cabeza y tener tus
pensamientos como tú los experimentas. Eres tú
quien controla realmente tus pensamientos, y tu cerebro es
tuyo propio, y puedes usarlo como quieras y determines.
Tu premisa menor no es discutible si examinas las pruebas
históricas y empleas tu sentido común. No puedes
tener un sentimiento (emoción) sin antes haber experimentado
un pensamiento. Sin el cerebro desaparece tu capacidad de
"sentir". Un sentimiento es una reacción
física a un pensamiento. Si lloras, o te sonrojas,
te late más fuerte el corazón o te sucede cualquiera
de las posibles reacciones emocionales de la interminable
lista de posibilidades, quiere decir que primero has recibido
una señal desde el centro del pensamiento. Cuando el
centro del pensamiento de tu mente está dañado
o ha sufrido un cortocircuito, no sientes emociones, no puedes
sentirlas. Con cierto tipo de lesiones en el cerebro no se
siente ni el dolor físico, literalmente tu mano puede
quedar completamente achicharrada y frita al fuego y tú
no sentir ninguna sensación de dolor.
Tú sabes que no puedes neutralizar tu centro del pensamiento
y al mismo tiempo experimentar cualquier sensación
en tu cuerpo. No es posible. Así tu premisa menor se
apoya en una verdad. Todas tus sensaciones te llegan precedidas
por un pensamiento, y sin la función el cerebro no
puedes experimentar sensaciones. La conclusión del
silogismo es también ineludible. Si tú controlas
tus pensamientos, y tus sensaciones y sentimientos provienen
de tus pensamientos, entonces eres capaz de controlar tus
propios sentimientos y sensaciones. Y puedes controlar tus
sentimientos elaborando los pensamientos que los precedieron.
Para simplificar podemos decir que tú crees que son
las cosas o la gente los que te hacen infeliz, pero esto no
es correcto. Eres tú el responsable de tu desgracia
porque son tus pensamientos respecto a las cosas y a la gente
que hay en tu vida los que te hacen infeliz. Para llegar a
ser una persona libre y sana tienes que aprender a pensar
de forma diferente. Cuando hayas logrado modificar tus pensamientos,
entonces empezarán a surgir tus nuevos sentimientos
y habrás dado el primer paso en el camino hacia tu
libertad personal.
Consideremos el silogismo de una manera más personal
tomando el caso de Cal, un joven ejecutivo que se pasa la
mayor parte del tiempo preocupado y sufriendo porque su jefe
piensa que es tonto. Cal es muy infeliz porque su jefe tiene
una opinión muy pobre de él. Pero si Cal no
supiera que su jefe piensa que él es tonto, ¿sería
igualmente infeliz? Por supuesto que no. ¿Cómo
podría sentirse desgraciado por algo que ignora? O
sea, que lo que cree o deja de creer su jefe no es lo que
lo hace infeliz. Lo que Cal cree es lo que lo hace infeliz.
Más aún, Cal es responsable de su propia infelicidad
al convencerse a sí mismo de que lo que otra persona
piensa es más importante que lo que él mismo
piensa.
Esta misma lógica es aplicable a todos los acontecimientos,
cosas y puntos de vista de las personas. La muerte de alguien
no es lo que te apena; hasta enterarte no puedes haberte apenado,
así que no es la muerte la causa de tu pena sino lo
que tú te dices respecto a ese hecho. Los huracanes
no son deprimentes por sí mismos; la depresión
es algo exclusivamente humano. Si te sientes deprimido a causa
de un huracán es que te estás diciendo a ti
mismo cosas que te deprimen respecto al huracán.
Esto no quiere decir que te debas engañar diciéndote
cosas que te hagan disfrutar del huracán, sino que
más bien te preguntes a ti mismo: "¿Por
qué voy a escoger la depresión? ¿Acaso
deprimirme me ayudará a enfrentarme con el hecho del
huracán de una manera más eficiente?".
Has crecido y te has desarrollado en un ambiente cultural
que te ha enseñado que no eres responsable de tus sentimientos
y sensaciones, aunque la verdad silogística te demuestre
que siempre lo fuiste. Has aprendido una cantidad de dichos
para defenderte del hecho de que eres tú el que controla
tus sentimientos. He aquí una pequeña lista
de frases hechas que has usado una y otra vez. Examina los
mensajes que envían estas frases.
- "Me ofendes."
- "Me haces sentirme mal."
- "No puedo evitar sentir lo que siento."
- "Simplemente estoy enfadado, no me pidas que te explique
por qué."
- "Esa persona me enferma."
- "Tengo miedo a las alturas."
- "Me avergüenzas."
- "Me acelero cuando ella está cerca de mí."
- "Me haces hacer el tonto en público."
Esta lista podría seguir interminablemente. Cada
frase contiene dentro de sí misma un mensaje que anuncia
que no eres responsable de lo que sientes. Ahora vuelve a
escribir la lista correctamente, o sea, de manera que refleje
que eres tú quien controla lo que sientes y que tus
sentimientos y sensaciones provienen de los pensamientos que
tienes respecto a cualquier cosa.
- "Me ofendí por las cosas que me dije a mí
mismo respecto a cómo reaccionaste tú ante mí."
- "Me hice sentirme mal.
- "Puedo evitar sentir lo que siento, pero he escogido
estar enfadado."
- "He decidido sentirme enfadado porque generalmente
puedo manipular a los demás con mi enfado puesto que
ellos piensan que yo los controlo."
- "Yo me enfermo a mí mismo."
- "Yo me asusto a mí mismo en las alturas."
- "Yo me avergüenzo de mí mismo."
- "Yo me excito cuando estoy cerca de ella."
- "Yo hago el tonto por tomar más en serio tus
opiniones respecto a mí mismo que las mías propias,
y por creer que los demás hacen lo mismo."
Quizá tú crees que los dichos de la Lista
1 son simplemente figuras retóricas que se han convertido
en clichés que se usan en nuestro ambiente cultural
y que no tienen mayor significado. Pero si es así como
piensas entonces pregúntate a ti mismo por qué
las frases de la Lista 2 no se han convertido en clichés.
La respuesta está en la influencia de nuestro ambiente
cultural sobre nuestro pensamiento que nos enseña a
pensar como la Lista 1 y nos aleja de la lógica de
la Lista 2.
El mensaje es claro como el cristal. Eres tú el responsable
de lo que sientes. Sientes lo que piensas, y puedes aprender
a pensar diferentemente sobre cualquier cosa, si decides hacerlo.
Pregúntate a ti mismo si vale la pena, si te compensa
ser infeliz, estar deprimido o sentirte herido u ofendido.
Entonces examina, profundamente, el tipo de pensamientos
que te están Llevando hacia estos sentimientos de debilidad.
UNA TAREA DIFÍCIL:
APRENDER A NO SER DESGRACIADO
No es fácil cambiar de modo de pensar. Tú
estás acostumbrado a un cierto tipo de pensamientos
y a sus consecuencias debilitantes. Hay necesidad de trabajar
mucho para poder deshacerse de los hábitos de pensamiento
que has asimilado hasta ahora. Es fácil ser feliz,
pero aprender a no ser desgraciado puede resultar difícil.
La felicidad es la condición natural de la persona.
Esto es evidente cuando se observa a los niños pequeños.
Lo que es difícil es deshacerse de todos los "deberías"
y "tendrías que" que has digerido en el pasado.
Hacerte cargo de ti mismo empieza con tener conciencia de
ti mismo. Pon atención cuando digas cosas como "Me
han ofendido". Piensa en lo que estás haciendo
en el momento que lo estés haciendo. El nuevo pensamiento
requiere ser consciente de tus viejos pensamientos. Te has
acostumbrado a patrones mentales que identifican las causas
de tus sentimientos en hechos externos.
Has empleado miles de horas de refuerzo para apoyar estos
pensamientos y tendrás que equilibrar la balanza poniendo
miles de horas de pensamientos nuevos, unos pensamientos que
asumen la responsabilidad de tus propios sentimientos. Es
difícil, realmente difícil; pero ¿qué
importa? Ciertamente no es motivo para dejar de hacerlo.
Recuerda los tiempos en que estabas aprendiendo a manejar
un automóvil con cambios manuales. Te enfrentabas con
un problema que parecía insuperable. Tenías
tres pedales pero sólo dos pies con que manejarlos.
Lo primero fue tomar conciencia de la complejidad de la tarea.
Suelta el embrague lentamente, el coche demasiado rápido,
hay sacudidas, aprieta el pedal del acelerador al mismo tiempo
que sueltas el embrague, el pie derecho para el freno, pero
el embrague tiene que entrar, o pegarás otra sacudida.
Millones de señales mentales: siempre pensando, usando
tu cabeza. ¿Qué hago? Estoy consciente, alerta,
y al cabo de mil pruebas, equivocaciones y esfuerzos reiterados
llega el día en que te subes a tu coche y sales conduciendo.
Nada de vacilaciones, nada de sacudidas, nada de pensamientos.
Conducir con embrague manual se ha convertido en algo completamente
natural, y ¿cómo lo hiciste? Con gran dificultad.
Con mucho pensar-en-el-presente, mucho recordar, con trabajo
y esfuerzo.
Tú sabes regular tu mente cuando se trata de realizar
trabajos físicos, tales como enseñar a tus pies
y a tus manos a que coordinen sus esfuerzos para conducir
un coche. El proceso es menos conocido pero funciona igual
en el universo emocional. Has aprendido los hábitos
que tienes ahora usándolos y reforzándolos durante
toda tu vida. Te sientes desgraciado, enfadado, herido y frustrado
automáticamente porque así aprendiste a pensar
hace mucho tiempo. Has aceptado tu comportamiento y no
te has preocupado de la posibilidad de cambiarlo. Pero puedes
aprender a no ser desgraciado, a no estar enfadado, o herido
o frustrado del mismo modo que aprendiste todas esas actitudes
de autofrustración.
Por ejemplo, se te ha enseñado que ir al dentista
es una experiencia desagradable y que está asociada
con sensaciones de dolor. Siempre has sentido que era desagradable
e incluso te has dicho a ti mismo cosas como:
"dio el torno". Pero todas éstas son reacciones
aprendidas. Tú podrías hacer que la experiencia
funcionara a tu favor si decidieras que se trata de un procedimiento
agradable. Podrías, si realmente decides usar tu cabeza,
hacer que el ruido del torno te haga pensar en una hermosa
experiencia sexual y cada vez que suene su ronroneo podrías
entrenar a tu mente a que se imagine el momento más
orgiástico de tu vida. Podrías pensar diferentemente
sobre lo que solías llamar dolor, y elegir sentir algo
nuevo y agradable. Te resultará mucho más
agradable y gratificante dominar tus propias circunstancias
dentales que aferrarte a las viejas imágenes y simplemente
resignarte.
Quizá te cuesta creerlo. Puede que digas algo así
como: "Yo puedo pensar en lo que quiera pero igual me
siento desgraciado cuando el dentista me mete el torno en
la boca". Esto nos Lleva de vuelta al embrague manual.
¿Cuándo creíste que podías manejarlo?
Un pensamiento se convierte en una certidumbre cuando lo elaboras,
no cuando pruebas hacerlo una vez y luego tomas como pretexto
tu falta de pericia o fracaso inicial para dejar de hacerlo.
El hacerte cargo de ti mismo implica un esfuerzo más
grande que el que significa simplemente especular con ideas
nuevas. Implica la determinación, la decisión
de ser feliz y de enjuiciar y destruir todos y cada uno de
los pensamientos que te producen una infelicidad autoinmovilista.
LA POSIBILIDAD DE ELECCIÓN:
TU LIBERTAD FUNDAMENTAL
Si todavía crees que no eliges ser infeliz, trata
de imaginarte que las cosas suceden de la siguiente manera.
Cada vez que te sientes desgraciado, se te somete a una experiencia
desagradable. Tal vez estás encerrado solo en una habitación
durante mucho tiempo, u obligado a meter te en un ascensor
lleno de gente donde debes pasar varios días. Te puedes
dejar sin comer u obligarte a comer un plato que encuentras
particularmente desagradable. O quizá te torturan:
otra gente te tortura físicamente en vez de torturarte
tú mismo mentalmente.
Trata de imaginarte que se te somete a cualquiera de estos
castigos hasta que logres deshacerte de las sensaciones penosas.
¿Cuánto tiempo crees que seguirías aferrándote
a ellas? Lo más probable es que te harías cargo
de tus sentimientos y sensaciones rápidamente. Así
pues, no se trata de si puedes o no hacerte cargo y controlar
tus sentimientos y sensaciones, sino de que si lo harás
realmente o no lo harás. ¿Cuánto aguantarás
antes de decidirte? Algunas personas eligen volverse locas
antes que hacerse cargo de sí mismas y controlar sus
vidas. Otras simplemente se entregan y se hunden en una vida
llena de sufrimientos porque el dividendo de la compasión
recibida es mayor que la r recompensa de ser feliz.
De lo que aquí se trata es de tu capacidad de elegir
la felicidad, o por lo menos de no elegir la infelicidad en
cualquier momento dado de tu y ida. Esta puede que sea una
idea apabullante pero es a la vez una idea que debes considerar
cuidadosamente antes de rechazarla, puesto que su rechazo
significa darte por vencido. Rechazarla es creer que un tercero
está a cargo de ti. Pero la elección de la felicidad
podría resultarte más fácil que algunas
de las cosas que a diario complican tu vida.
Igual que tienes libertad para escoger la felicidad en vez
de la infelicidad, eres también libre de elegir entre
un comportamiento autorrealizante en vez de un comportamiento
autoderrotante. Si en este tiempo conduces un coche, lo más
probable es que te encontrarás frecuentemente en atascos
de tráfico. ¿Te enfadas entonces, o insultas
a los otros conductores, riñes con tus pasajeros y
te desahogas con cualquier cosa o con cualquier persona que
se te ponga por delante? ¿Justificas tu comportamiento
diciendo que el tráfico te pone malo y que simplemente
no te puedes dominar en los atascos? ¿Qué
pasaría si decides pensar en otra cosa? ¿Qué
pasaría si decides usar tu cabeza de una manera constructiva?
Quizá te tome algún tiempo el poder hacerlo,
pero puedes aprender a hablarte a ti mismo de una manera diferente,
acostumbrarte a un comportamiento diferente que podría
incluir el silbar, o cantar, o grabar cartas verbales en una
cinta magnetofónica e incluso tomarte el tiempo postergando
tus enfados por espacio de treinta segundos. No aprenderás
a que te gusten las aglomeraciones pero sí, aunque
muy lentamente al principio, a pensar de una manera nueva.
Habrás aprendido a no sentirte incómodo. Habrás
elegido sustituir, paso a paso, lentamente pero avanzando
siempre, las viejas emociones autofrustrantes por nuevas emociones
sanas y constructivas.
De ti y de las elecciones que hagas depende que las experiencias
de tu vida sean estimulantes y agradables. Las fiestas
aburridas y las reuniones de comité son territorios
fértiles para escoger nuevas sensaciones y sentimientos.
Cuando estés aburrido puedes hacer que tu mente trabaje
de diferentes maneras que resulten estimulantes, como cambiar
el tema con una observación clave, o escribiendo el
primer capítulo de tu novela, o trabajando en distintos
proyectos que te ayuden a evitar este tipo de situaciones
en el futuro. Para usar tu mente activamente lo que tienes
que hacer es ver cuáles son la gente y las cosas que
te crean conflicto y decidir entonces cuáles son los
esfuerzos mentales que harán que estos mismos hechos
y estas mismas personas actúen positivamente para ti.
Por ejemplo en un restaurante, si te molestas porque el servicio
es malo, piensa primero por qué no debes escoger el
molestarte porque algo o alguien no funciona como tú
quisieras. Vales demasiado para que te dejes perturbar
por otra persona, especialmente si esa persona tiene tan poca
importancia en tu vida. Piensa en qué estrategias puedes
usar para cambiar el momento, márchate, o haz cualquier
cosa. Pero no dejes que la situación te perturbe. Haz
que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás
la costumbre de no molestarte cuando las cosas vayan mal.
ESCOGER LA SALUD EN VEZ DE LA ENFERMEDAD
También puedes escoger eliminar ciertos sufrimientos
físicos que no provienen de alguna falla orgánica
conocida. Hay muchos malestares físicos que a menudo
no provienen de desórdenes fisiológicos como
ciertos dolores de cabeza, dolores de espalda, úlceras,
hipertensión, urticarias, erupciones de la piel, calambres,
dolores diversos y así por el estilo.
Una vez tuve una paciente que juraba que hacía cuatro
años que tenía dolor de cabeza todas las mañanas.
Todas las mañanas a las 6.5 esperaba que le llegara
y entonces tomaba analgésicos. También mantenía
bien informados de sus sufrimientos a sus amigas y compañeros
de trabajo. Se le sugirió a esta paciente que en realidad
ella quería sentir estos dolores de cabeza y los había
escogido como una manera de llamar la atención y de
que la gente la compadeciera. También se le sugirió
que podía aprender a no desear esto para sí
misma y que podía tratar de trasladar el dolor de en
medio de la frente hacia un costado de la cabeza. Ella iba
a aprender a controlar su dolor de cabeza o a darse cuenta
de que lo controlaba haciéndolo cambiar de lugar. La
primera mañana se despertó a las 6.30 y se quedó
en la cama esperando su dolor. Cuando llegó pudo }pensarlo}
en otro lugar de su cabeza. Escogió algo nuevo para
sí y finalmente dejó de escoger tener dolores
de cabeza.
Hay cantidad de pruebas que apoyan la teoría de que
la gente escoge tener tumores, artritis, enfermedades del
corazón, "accidentes" y muchos otros males
incluido el cáncer, males que se ha pensado siempre
que le suceden fortuitamente a la gente. En el tratamiento
de enfermos "mortalmente enfermos", muchos investigadores
han empezado a creer que la manera de aliviar el mal es ayudando
al paciente a no desear la enfermedad en cualquier forma que
sea. Algunas culturas tratan el dolor de esta manera, dominando
completamente la mente y haciendo que el autocontrol sea sinónimo
de control mental.
El cerebro que está compuesto de diez billones de
partes funcionantes, tiene suficiente capacidad de almacenamiento
como para aceptar diez novedades por segundo. Se ha calculado,
y haciendo cálculos moderados, que el cerebro humano
puede almacenar una cantidad de información equivalente
a cien trillones de palabras, y que nosotros usamos sólo
una pequeña fracción de este espacio.
Este instrumento que llevas contigo por todas partes es muy
potente y puedes elegir usarlo de diferentes maneras, algunas
tan estupendas y tan fantásticas que ni siquiera se
te habían ocurrido hasta ahora. Trata de ser consciente
de esto mientras vayas leyendo las páginas de este
libro y trata de escoger nuevas formas de pensar.
No te apresures a decir que este tipo de control es una
forma de charlatanería. La mayoría de los médicos
han visto a pacientes que optan por una enfermedad física
que no tiene causas fisiológicas. No es raro ver gente
que se enferma misteriosamente cuando se enfrentan con alguna
circunstancia difícil, o que evitan enfermarse cuando
estar enfermo es sencillamente "imposible" en ese
momento, y de esa manera postergan los efectos, quizá
la fiebre, hasta que no exista esa circunstancia tan importante,
y sólo entonces se derrumban.
Yo conozco el caso de un hombre de 36 años atrapado
en una horrible situación matrimonial. Decidió
el 15 de enero que el 10 de marzo dejaría a su mujer.
El 28 de febrero desarrolló una fiebre de 40º
y empezó a vomitar sin poderse controlar. Esto se convirtió
en una situación recurrente; cada vez que se armaba
de valor para decidir abandonar a su mujer le daba la gripe
o un ataque de indigestión. Estaba eligiendo. Era más
fácil enfermarse que enfrentarse con la culpa, el miedo,
la vergüenza y lo desconocido que implicaba el hecho
de la separación.
Escucha los anuncios que oímos por la televisión.
"Yo soy un Corredor de la Bolsa... así es que
se podrán imaginar los dolores de cabeza que tengo
que soportar, las tensiones. Pero yo tomo esta píldora
para quitármelos." Mensaje: No puedes controlar
lo que sientes si trabajas en cierto tipo de empleos (profesores,
ejecutivos, padres); por tanto, confía en algo que
lo haga por ti.
Nos bombardean con mensajes de ese tipo a diario. Lo que
esconden e implican está muy claro y es que somos unos
prisioneros indefensos que tenemos que tener algo o alguien
que haga las cosas por nosotros.
Tonterías. Sólo tú puedes mejorar tu
suerte y hacerte feliz a ti mismo. De ti depende hacerte cargo
de controlar tu propia mente, y entonces debes tratar de sentir
y actuar de las maneras que elijas.
EVITAR LA INMOVILIDAD
Cuando consideres tu potencial para escoger la felicidad,
ten presente la palabra inmovilización como el indicador
de las emociones negativas de tu vida. Puede que creas que
a veces vale la pena sentir rabia, hostilidad, timidez u otros
sentimientos por el estilo, y por esa razón, quieres
aferrarte a ellos. La medida en que estos sentimientos te
inmovilicen debe de ser lo que te sirva de guía.
La inmovilización puede oscilar entre la inacción
total y las pequeñas indecisiones o vacilaciones. ¿Acaso
tus enfados evitan que hagas o digas cosas que quieres hacer
o decir? Si es así, es porque te inmovilizan. ¿Tu
timidez te impide conocer gente que quieres conocer? Si es
así, quiere decir que tu timidez te inmoviliza e imposibilita
que tengas experiencias que son tuyas por derecho. ¿Acaso
tus celos y tu odio contribuyen a provocarte una úlcera
de estómago o a aumentarte la presión arterial?
¿Evitan que hagas tu trabajo eficaz en tu empleo?
¿No puedes dormir o hacer el amor por alguna sensación
negativa del momento presente? Todos éstos son signos
de inmovilización. }Inmovilización:} Un estado,
que, en grado mayor o menor, imposibilita que funciones al
nivel que quisieras funcionar. Si ciertos sentimientos te
conducen a ese estado, no vale la pena que sigas buscando
más razones para deshacerte de ellos.
He aquí una pequeña lista de algunas ocasiones
en las que puede que te encuentres inmovilizado. Oscilan entre
menores y mayores estados de inmovilidad.
Estás inmovilizado cuando...
No puedes dirigirte cariñosamente a tu cónyuge
o a tus niños aunque lo quieras hacer.
No puedes trabajar en un proyecto que te interesa.
Te pasas el día sentado en la casa pensando en tus
problemas.
No haces el amor y te gustaría hacerlo.
No juegas al tenis o al golf o no tomas parte en otras actividades
agradables por una sensación desagradable que arrastras
contigo.
No te atreves a presentarte a una persona que te atrae.
Evitas hablar con alguien aunque te das cuenta de que un
sencillo gesto amistoso mejoraría vuestra relación.
No puedes dormir porque algo te preocupa. No puedes pensar
con claridad porque estás enfadado.
Le dices algo pesado e injusto a alguien que quieres.
Te tiemblan las facciones o estás tan nervioso que
no funcionas como quisieras.
La inmovilización abarca un amplio territorio. Casi
todas las emociones negativas provocan un estado de autoinmovilidad,
y esto ya es un motivo más que suficiente para eliminarlas
de tu vida. Quizá pienses en una circunstancia en que
las emociones negativas dan un beneficio como puede ser dirigirte
a un niño con voz enfadada para hacer hincapié
en el hecho de que no quieres que juegue en la calle. Si el
tono de enfado es una simple estrategia para conseguir el
resultado deseado y ésta funciona, entonces muy bien,
quiere decir que has. adoptado una estrategia sana y positiva.
Sin embargo si gritas a los demás no porque quieras
lograr algo o hacer hincapié en algo, sino porque estás
perturbado internamente, entonces, quiere decir que te has
inmovilizado a ti mismo; quiere decir que ha llegado el momento
de empezar a escoger nuevas actitudes que te ayuden a lograr
tu objetivo de que el niño no juegue en la calle sin
por ello experimentar sensaciones que te sean dolorosas y
perjudiciales. En el Capítulo I 1 trato nuevamente
el tema de la ira y de la manera en que se puede postergar
y apaciguar.
LA IMPORTANCIA DE VIVIR EN EL MOMENTO PRESENTE
Una de las maneras de combatir la inmovilización
por pequeña que sea es aprendiendo a vivir en el momento
presente. Vivir el momento presente, ponerte en contacto
con tu "ahora" constituye el meollo de una vida
positiva. Si lo piensas, te darás cuenta de que en
realidad no existe otro momento que puedas vivir. El ahora
es todo lo que hay, y el futuro es simplemente otro momento
presente para ser vivido cuando llegue. Una cosa es segura;
que no puedes vivirlo hasta que aparezca realmente. El problema
reside en el hecho de que vivimos en una cultura que quita
importancia al presente, al ahora. ¡Ahorre para el futuro!
¡Piense en las consecuencias! ¡No sea hedonista!
¡Piense en el mañana! ¡Prepárese
para su jubilación!
Evitar el momento presente es casi una enfermedad en nuestra
cultura, y continuamente se nos condiciona a sacrificar el
presente por el futuro.
Si llevamos esta actitud a sus conclusiones lógicas,
nos daremos cuenta de que se trata no sólo de evitar
el goce ahora sino de evadirse para siempre de la felicidad.
Cuando llega el futuro éste se convierte en presente
y debemos usarlo para preparar el futuro. La felicidad es
algo que sucede en el mañana o sea algo elusivo, falaz.
La enfermedad de evitar el momento presente adquiere muchas
formas.
He aquí cuatro ejemplos típicos de comportamiento
evasivo.
La señora Sally Forth decide irse al bosque a respirar
aire puro, gozar de la naturaleza y ponerse en contacto con
sus momentos presentes.
Mientras pasea por el bosque deja divagar su mente y la enfoca
en todas las cosas que debería estar haciendo en su
casa... Los niños, la compra, la casa, las cuentas
que hay que pagar, ¿estará todo bien? Luego,
en otros momentos, su mente se proyecta hacia todas las cosas
que tendrá que hacer cuando salga del bosque. Se perdió
el presente, ocupado por sucesos pasados y futuros, y la encantadora
y rara ocasión de disfrutar de un momento presente
en contacto con la naturaleza se ha perdido para siempre.
La señora Sandy Shore se va a las islas para disfrutar
de unas vacaciones, y se pasa todo el tiempo bronceándose
al sol no por el placer de sentir los rayos de sol sobre su
cuerpo, sino que anticipándose a lo que dirán
sus amigos cuando vuelva a casa con un precioso bronceado.
Su mente está concentrada en el futuro, y cuando ese
momento futuro llegue, ella sentirá no poder estar
de vuelta en la playa tomando el sol. Si tú crees que
la sociedad no fomenta este tipo de actitudes, piensa en el
anuncio comercial de un producto bronceador: "Os odiarán
más cuando volváis a casa si usáis este
producto".
El señor Neil N. Prayer tiene un problema de impotencia.
Cuando está experimentando el momento presente con
su esposa, su mente empieza a divagar y a pensar en sucesos
pasados o futuros y el presente se le desvanece. Cuando finalmente
logra concentrarse en el momento presente se imagina que está
haciendo el amor con otra persona mientras ella igualmente
piensa en su amante.
El señor Ben Fishen está leyendo un libro
y haciendo lo imposible por concentrarse en lo que está
leyendo. De pronto se da cuenta de que su mente ha partido
en una excursión mental. Su mente no ha absorbido ni
una sola idea. Estaba evitando el material escrito en esas
páginas aunque sus ojos enfocaban cuidadosamente cada
palabra. Literalmente estaba participando en el ritual de
la lectura mientras ocupaba su momento presente en pensamientos
que se referían a la película que había
visto la noche anterior o al examen del día siguiente.
Puedes disfrutar maravillosamente del momento presente,
ese tiempo huidizo que siempre está contigo, si te
entregas completamente a él, si te "pierdes"
en él. Absorbe todo lo que te brinda el momento presente
y desconéctate del pasado que ya no existe y del futuro
que llegará a su tiempo. Aférrate al momento
presente como si fuera el único que tienes. Y piensa
que recordar, desear, esperar, lamentar y arrepentirse son
las tácticas más usuales y más peligrosas
para evadir el presente.
A menudo la evasión del presente conduce a una idealización
del futuro. En el futuro, en algún momento maravilloso
del futuro, cambiará la vida, todo se ordenará
y encontrarás la felicidad. Cuando llegue ese momento
tan importante y suceda lo que esperas -tu graduación
del colegio o Universidad, el matrimonio, un niño,
un ascenso- entonces empezará la vida en serio. Y lo
más probable es que cuando llegue ese momento y ocurra
el suceso esperado tendrás una gran desilusión.
Nunca podrá ser lo que esperabas. Trata de recordar
tu primera experiencia sexual. Después de una espera
tan larga, los orgasmos no tenían carácter de
jubileo ni la violencia de un ataque epiléptico sino
más bien un preguntarse entre divertido y extrañado
por qué la gente hacía tanta alharaca respecto
al sexo y quizá también una sensación
de "¿Es esto realmente todo?".
Claro que cuando algo que te sucede no está a la
altura de tus expectativas, puedes librarte de la depresión
que ello te produce empezando a idealizar de nuevo. No dejes
que este círculo vicioso se convierta en un estilo
de vida para ti. Interrúmpelo ya, ahora mismo estratégicamente
con algo que te llene, y te haga sentirte realizado en el
momento-presente.
Hace años, en 1903, Henry James dio estos consejos
en su novela "Los embajadores:"
Vive todo lo que puedas; no hacerlo es una equivocación.
No importa mucho lo que hagas siempre que tengas tu vida.
Si no has tenido eso, ¿qué has tenido?...
...El momento apropiado es cualquier momento que uno aún
tiene la suerte de tener... ¡Vive!
Si miras hacía atrás lo que ha sido tu vida,
como lo hizo Ivan Ilich en la novela de Tolstoi, descubrirás
que es muy raro que te lamentes o arrepientas por algo que
has hecho. Es lo que no has hecho lo que te atormentará.
O sea, que el mensaje está muy claro. ¡Hazlo!
!Haz cosas!
Valora el momento presente. Aférrate a cada momento
de tu vida y saboréalo.
Dale importancia, valoriza tus momentos presentes. Piensa
que si los desperdicias con actitudes autofrustrantes, los
habrás perdido para
siempre.
El tema de la concienciación del momento-presente
aparece en todas las páginas de este libro. La gente
que sabe coger al vuelo ese momento presente y sacar de él
todo el provecho posible, "maximizarlo", es la gente
que ha escogido vivir una vida libre, eficiente, efectiva
y plena. Y ésa es una elección que todos y cada
uno de nosotros podemos hacer.
CRECIMIENTO CONTRA IMPERFECCIÓN COMO MOTIVADOR
Dos tipos de necesidades pueden motivarte a elegir una vida
plena y feliz. La forma de motivación más común
se llama imperfección o motivación por deficiencia,
y el otro tipo, el más sano, se denomina motivación
de crecimiento y desarrollo.
Si colocas una piedra bajo el lente de un microscopio y
la observas con cuidado notarás que no cambia nunca.
Pero, si pones un trozo de coral bajo el mismo lente podrás
darte cuenta que éste crece y cambia.
Conclusión: el coral está vivo, la piedra está
muerta. ¿Cómo notas la diferencia entre una
flor que está viva y una que está muerta? La
que está creciendo es la que está viva. La única
verdadera prueba de la vida es el crecimiento. Esto también
es cierto en el universo psicológico. Si estás
creciendo quiere decir que estás vivo. Si no estás
creciendo y desarrollándote es igual que si estuvieras
muerto.
Tu motivación puede provenir de un deseo de crecer
y desarrollarte más que de un deseo de reparar tus
deficiencias. Si llegas a reconocer que siempre podrás
crecer, mejorar, desarrollarte, volverte cada vez más
y más grande, ya es suficiente. Cuando decides quedarte
inmovilizado o experimentar emociones dolorosas, entonces
habrás hecho una decisión de anticrecimiento.
La motivación del crecimiento y el desarrollo implica
usar tu energía vital para alcanzar una mayor felicidad
más que para tener que mejorarte a ti mismo porque
has pecado o porque de alguna manera estás incompleto.
Uno de los corolarios de la elección del crecimiento
y desarrollo como motivación es el dominio de ti mismo
en todos los momentos presentes de tu vida. Tener dominio
de ti mismo significa que tú eres el que decides tu
destino; que no eres de los que contemporizan ni de los que
se amoldan a lo que les brinda la vida. Más bien que
escoges lo que tu mundo será para ti. George Bernard
Shaw lo expresó muy bien en su obra de teatro "La
profesión de la señora Jarren."
La gente siempre le echa la culpa a sus circunstancias por
lo que ellos son. Yo no creo en las circunstancias. La gente
a la que le va bien en la vida es la gente que va en busca
de las circunstancias que quieren y si no las encuentran,
se las hacen, se las fabrican.
Pero acuérdate de lo que se dijo al principio de
este capítulo.
Cambiar tu manera de pensar, o de sentir, o de vivir es posible,
pero nunca fácil. Seamos hipotéticos por un
momento. Si te dicen, amenazándote al mismo tiempo
con una pistola, que dentro de un año vas a tener que
hacer algo muy difícil, como correr una milla en cuatro
minutos y treinta segundos, o lanzarte del trampolín
más alto de la piscina con un estilo impecable, y que
si no lo haces te fusilarán, seguro que te dedicarías
en cuerpo y alma a entrenarte para lograr estos objetivos
hasta que te llegara el momento de actuar. Estarías
entrenando tu mente al mismo tiempo que tu cuerpo porque es
tu mente la que le dice a tu cuerpo lo que tiene que hacer.
Te entrenarías constantemente, sin cesar, sin caer
en la tentación de abandonar tu empeño o disminuirlo.
Y cumplirías tu cometido y salvarías tu vida.
Este pequeño cuento de hadas está destinado,
por cierto, a demostrar algo. Nadie pretende cambiar su cuerpo
de un día para otro y sin embargo muchos esperamos
y pretendemos que nuestras mentes sean capaces de un cambio
repentino. Cuando tratamos de aprender un comportamiento mental
diferente, pretendemos probarlo una vez y que luego se convierta,
instantáneamente, en parte de nosotros mismos.
Si realmente quieres liberarte de las neurosis, realizarte
y controlar tus propias decisiones, si realmente quieres alcanzar
la felicidad del momento-presente, necesitarás aplicar
el mismo tipo de disciplina rígida que necesitaste
para aprender a pensar de forma autofrustrante, pues tendrás
que desandar el camino mental que has seguido hasta la fecha.
A fin de lograr plenamente este tipo de realización
personal tendrás que repetirte hasta el cansancio que
tu mente te pertenece y que eres capaz de controlar tus propios
sentimientos. El resto de este libro estará dedicado
a tratar de ayudarte a conseguir tus propios fines haciendo
precisamente que empieces por enunciar repetidamente esos
temas: tú puedes escoger lo que más te convenga,
y tus momentos presentes son tuyos para que tú los
disfrutes, si realmente decides estar a cargo de ti mismo.
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