Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Tus zonas erróneas
Tus zonas erróneas
W. Dyer
Índice
Introducción: un testimonio personal
1. Haciéndote cargo de ti mismo
2. El primer amor
3. Tú no necesitas la aprobación de los demás
4. La ruptura con el pasado
5. Las emociones inútiles: culpabilidad y preocupación
6. Explorando lo conocido
7. Rompiendo con la barrera de los convencionalismos
8. La trampa de la justicia
9. Terminando con las postergaciones ahora mismo
10. Proclama tu independencia
11. Adiós a la ira
12. Retrato de una persona que ha eliminado todas sus zonas erróneas
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TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer

CAPÍTULO VIII. LA TRAMPA DE LA JUSTICIA

Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer gusanos, y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.

Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no lo conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración. En realidad sería igualmente productivo que buscáramos la fuente de la eterna juventud o algún otro mito por el estilo.

La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá. Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera.

Los gorriones comen gusanos. Eso no es justo para los gusanos. Las arañas comen moscas, lo que no es justo para las moscas. Los cuguares matan coyotes. Los coyotes matan tejones. Los tejones matan ratones. Los ratones matan insectos. Los insectos... No tienes más que observar la naturaleza para darte cuenta de que no hay justicia en este mundo. Los tornados, las inundaciones, los maremotos, las sequías, todas esas cosas son injustas.

Este asunto de la justicia es un concepto mitológico. El mundo y la gente que vive en él son injustos todos los días. Tú puedes escoger ser feliz o ser desgraciado, pero esta elección nada tiene que ver con la falta de justicia que veas a tu alrededor.

Éste no es un punto de vista amargado de la humanidad y del mundo sino que más bien un informe realista sobre lo que es el mundo. La justicia es un mero concepto casi imposible de aplicar, en especial, en lo que se refiere a tus propias opciones de realización y felicidad personales. Pero muchos de nosotros tendemos a exigir que la justicia y equidad sea parte inherente de sus relaciones con los demás. "No es justo." "Tú no tienes derecho a hacer eso si yo no puedo hacerlo", y "¿Te haría yo una cosa así a ti?".

Éstas son las frases que usamos. Queremos justicia y usamos su carencia como justificación para la infelicidad. La exigencia de justicia no es un comportamiento neurótico. Sólo se convierte en zona errónea cuando te castigas a ti mismo con una emoción negativa al no poder ver la justicia que exiges. En este caso el comportamiento autofrustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede generar esa realidad sin justicia.

Nuestra cultura promete justicia. Los políticos se refieren a ella en todos sus discursos. "Necesitamos igualdad y justicia para todos." Sin embargo día tras día, más aún, siglo tras siglo, la falta de justicia continúa. Pobreza, guerras, pestes, crímenes, prostitución, drogas y asesinatos siguen sucediendo generación tras generación tanto en la vida pública como en la privada. Y si la historia de la humanidad puede servirnos de guía, seguirán sucediéndose.

La injusticia es una constante en la vida, pero con la infinita sabiduría, que acabas de adquirir, puedes decidirte a luchar contra esa injusticia y a negarte a quedar inmovilizado emocionalmente por ello. Puedes trabajar para ayudar a extirpar la injusticia y puedes decidir que no te dejarás vencer psicológicamente por ella.

El sistema legal promete justicia. "La gente exige justicia", y hay personas que incluso trabajan para que así sea, para que haya justicia.

Pero generalmente no sucede. Los que tienen dinero no son condenados. A menudo, los jueces y los policías se venden a los poderosos. Un presidente y un vicepresidente de los Estados Unidos son perdonados o despedidos con una leve reprimenda después de haberse demostrado que eran culpables de actividades delictivas. Los pobres llenan las cárceles y no tienen casi la menor posibilidad de golpear al sistema. No es justo. Pero es cierto. Spiro Agnew se hace rico después de no pagar sus impuestos sobre la renta. Richard Nixon es exonerado y sus cómplices pasan unos pocos meses en las mejores prisiones mientras que los pobres y los miembros de grupos minoritarios se pudren en las cárceles esperando la vista de su causa, esperando una oportunidad. La visita a cualquier tribunal de justicia, o cuartelillo de policía nos demostrará que para los poderosos e influyentes hay reglamentos especiales aunque las autoridades lo nieguen empecinadamente. ¿ Dónde está la justicia? ¡En ninguna parte! Tu decisión de luchar contra ella puede ser admirable, sin duda, pero tu elección de dejarte perturbar por ello es tan neurótica como la culpa, como la búsqueda de aprobación o cualesquiera de los otros comportamientos autoflagelantes que constituyen tus zonas erróneas.

"¡NO ES JUSTO!"
EL LEMA DE LAS RELACIONES INEFICACES

La sed de justicia puede llegar a infiltrarse en tus relaciones personales y evitar que te comuniques eficientemente con las demás personas. El conocido lema " ¡No es justo!" es una de las quejas más comunes (y destructivas). Para poder considerar que algo es injusto tienes que compararte con otro individuo o con otro grupo de individuos. Tu mente funciona más o menos así: "Si ellos pueden hacerlo, yo también". "¡No es justo que tú tengas más que yo!" "Pero si yo no pude hacer eso, ¿por qué lo vas a hacer tú?" En estos casos determinas lo que es bueno para ti basándote en la conducta de otros. Ellos, no tú, están a cargo de tus emociones. Si te sientes perturbado porque no puedes hacer algo que otra gente puede hacer o ha hecho, es porque has dejado que sean ellos los que te controlen. Cada vez que te comparas a ti mismo con cualquier otra persona, estás jugando el juego del "No es justo" y trasladándote desde tu postura de confianza en ti mismo al pensamiento externo dirigido por terceros.

Una de mis pacientes, una joven muy atractiva llamada Judy, es un buen ejemplo de este tipo de pensamiento autodestructivo. Judy llevaba cinco años de casada y se quejaba de que no era feliz en su matrimonio. En una sesión de terapia de grupo, ella hizo una dramatización de una discusión conyugal. Cuando el joven que hacía de marido de Judy, que era agente de seguros, le dijo algo desagradable, Judy inmediatamente le contestó diciendo: "¿Por qué dices eso? Yo nunca te digo cosas así". Cuando él le mencionó a sus hijos, Judy dijo, "Eso no es justo. Yo nunca mezclo a los niños en nuestras discusiones". Cuando la interpretación de roles se dirigió hacia los proyectos de una salida nocturna, el razonamiento de Judy fue nuevamente: "Eso no es justo. Tú sales siempre y yo me tengo que quedar en casa con los niños".

Para Judy, su matrimonio debía funcionar según una lista de comparaciones. Una para ti, otra para mí. Todo tenía que ser parejo y justo. Si yo hago esto de esta manera, tú tienes que hacerlo igual. No es extraño que se sintiera herida y llena de rencores todo el tiempo, más preocupada de ajustar cuentas y reparar injusticias imaginarias que de examinar y quizá mejorar su vida conyugal.

La búsqueda de justicia de Judy era un neurótico callejón sin salida. Ella evaluaba el comportamiento de su marido basándose en su propio comportamiento y su felicidad en base al comportamiento de su marido. Si ella dejara de buscar equidad y hacer cuentas y empezara a tratar de obtener las cosas que quiere sin pretender que sean los demás los que se las brinden, o sea sin tener que depender de los demás, entonces es seguro que sus relaciones podrán mejorar.

El concepto de justicia es un concepto externo; una manera de evitar el hacerte cargo de tu propia vida. En vez de pensar en que las cosas son injustas, puedes decidir lo que realmente quieres, y ponerte a buscar los modos para lograrlo, independientemente de lo que el resto del mundo quiere o hace. El simple hecho es que todas las personas son distintas, y no importa cuánto te quejes y reclames porque los demás tienen más que tú, ya que así no lograrás ningún cambio positivo. Necesitarás eliminar las referencias venidas de fuera y tirar los prismáticos que enfocan lo que hacen los demás. Algunas personas trabajan menos y ganan más dinero. Otras personas mejoran sus posiciones por favoritismos mientras que tú eres más hábil y eficiente. Tu esposo/a y tus niños seguirán haciendo las cosas de una manera diferente a la tuya. Pero si te enfocas a ti mismo en vez de compararte con los demás, te darás cuenta de que no vale la pena molestarte por la falta de equidad y justicia. El telón de fondo de casi todas las neurosis es dejar que el comportamiento de los demás sea más significativo, más importante que el tuyo propio. Si te cargas con frases como "Si él puede hacerlo, yo también...", vivirás tu vida según lo que piensan los demás y no creándola tú mismo a tu manera.

LOS CELOS: UNA RAMA DE LA "EXIGENCIA DE JUSTICIA"

John Dryden decía que los celos eran "la ictericia del alma". Si los celos interfieren en tu vida y te producen una inmovilidad emocional, lo que debes hacer es proponerte como meta eliminar este tipo de pensamiento inútil y perjudicial. Los celos son en realidad una manera de exigirle a alguien que te quiera de cierto modo específico y tú dices "No es justo", cuando no lo hacen. Esto proviene de una falta de confianza en ti mismo, simplemente porque se trata de una actividad dirigida a los otros. Permites que el comportamiento de otra persona te produzca incomodidad emocional. La gente que realmente se quiere a sí misma no opta por los celos ni se deja perturbar cuando alguna otra persona no actúa con justicia.

Nunca podrás predecir cómo reaccionará el ser que amas ante otro ser humano, pero si escoge ser afectuoso o amable, tú sólo puedes experimentar la inmovilidad de los celos si consideras que sus decisiones tienen algo que ver contigo. Eso depende de ti; es tu elección. Si un miembro de una pareja se enamora de un tercero, no es que sea "injusto", simplemente es. Si le consideras injusto, probablemente terminarás tratando de imaginarte por qué. Un ejemplo perfecto nos lo proporciona una paciente mía que estaba furiosa porque su marido tenía un affaire. La obsesionaba el pensar por qué lo hacía. Se preguntaba constantemente: "¿En qué me equivoqué?", "¿Qué me pasa?", "¿No soy yo suficientemente buena para él?" y toda una retahíla de preguntas llenas de dudas respecto a sí misma. Helen pensaba constantemente en la injusticia de la infidelidad de su marido. Pensó incluso en tener un affaire ella para equilibrar la balanza. Lloraba mucho y oscilaba entre la tristeza y la ira.

La equivocada manera de pensar de Helen, que la conduce a la infelicidad, reside en una demanda de justicia que abruma su relación. Esto hace también que la elección de su marido de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio sea el motivo de su perturbación. Al mismo tiempo, está usando el comportamiento de su marido como justificativo para hacer algo que probablemente hacía mucho tiempo que quería hacer. Y no lo hacía porque no era justo. La insistencia de Helen en que las cosas tienen que ser justas implica que si fuese ella la primera en tener un affaire, entonces su marido tendría que tomar represalias. El estado emocional de Helen no va a mejorar hasta que ella decida que la decisión de su marido fue independiente de ella, y que él puede tener mil motivos particulares, y ninguno de ellos relacionados con Helen, para embarcarse en su aventura sexual.

Quizá simplemente haya querido hacer algo distinto; quizá sintió amor por otra persona además de su mujer, o quizá quiso probar su virilidad o mantener a raya la vejez. Sea cual fuere el motivo, éste nada tiene que ver con Helen. Ella puede ver el affaire de su marido como algo que pasa entre dos personas y no como algo dirigido contra ella. La perturbación reside únicamente en Helen. Puede seguir hiriéndose a sí misma con esos celos autoflagelantes porque se considera menos importante que su marido o la amante de éste, o puede llegar a reconocer que el affaire de otra persona nada tiene que ver con su propia valía.

ALGUNOS COMPORTAMIENTOS TÍPICOS DE "DEMANDA DE JUSTICIA"

El comportamiento de "búsqueda de equidad" es muy evidente en casi todas las áreas de la vida. Por poco perceptivo que seas, te podrás dar cuenta de que surge constantemente en tu comportamiento y en el de los demás. He aquí algunos de los ejemplos más comunes de este tipo de comportamiento.

- Quejarse de que otros ganan más dinero por hacer el mismo trabajo que haces tú.

- Decir que no es justo que Frank Sinatra, Sammy Davis, Barbra Streisand, Catfish Hunter o Joe Namath ganen unos sueldos tan altos y molestarte por ello.

Molestarte porque otros cometan infracciones impunemente mientras que a ti siempre te cogen. Desde los que violan las normas de velocidad vial hasta el perdón de Nixon, tú insistes en que la justicia debe prevalecer.

- Todas las frases del tipo de "¿Acaso yo te haría algo así?", con la pretensión de que todo el mundo tiene que ser exactamente igual a ti.

- Corresponder siempre cuando alguien te hace un favor. Si tú me invitas a cenar, yo te debo una cena a ti o por lo menos una botella de vino. Este tipo de comportamiento a menudo se justifica como amabilidad o buena educación, pero en realidad es simplemente una manera de mantener equilibrada la balanza de la justicia.

- Corresponder al beso que se te da o decir "Yo también te quiero", en vez de aceptarlo y expresar tus propios pensamientos cuando escojas hacerlo. Implica que no es justo recibir un "Yo te quiero", o un beso sin devolverlo.

- Sentirte obligado a tener relaciones sexuales con alguien aunque no quieras hacerlo porque simplemente no es justo no cooperar. De ese modo, funcionas debido a una motivación de justicia en vez de hacer lo que realmente deseas en ese momento presente.

- Insistir siempre en que las cosas tienen que ser consecuentes. Recuerda la frase de Emerson que a menudo se cita equivocadamente: La tonta consecuencia es el duende de las mentes pequeñas. Si pretendes que las cosas siempre sean "apropiadas" y "justas", estás dentro de esta categoría de "mentes pequeñas".

- En las discusiones insistir en una decisión clara y nítida en que los vencedores tienen razón y los perdedores están equivocados.

- Usar el argumento de la justicia para conseguir lo que quieres. "Tú saliste anoche; no es justo que yo me tenga que quedar en casa." Y molestarte por la falta de igualdad.

- Decir que algo no es justo ante los niños, los padres o los vecinos y, en consecuencia, hacer cosas que preferirías no hacer, resintiéndote por ello. En vez de echarle la culpa de todo lo que pasa a la falta de equidad, trata de observar seriamente tu propio comportamiento que te inhabilita a decidir por ti mismo qué es lo más apropiado para ti.

El jueguecito de "Si él/ella puede hacerlo, pues yo también" es una manera de justificar algo que tú haces por medio del comportamiento de otra persona.

Ésta puede ser la racionalización neurótica que te sirve para hacer trampas, robar, flirtear, mentir, llegar siempre tarde, o para cualquier cosa que prefieres no admitir en tu propio sistema de valores.

Por ejemplo, en la carretera, fastidias a otro conductor porque él te lo hizo a ti, o te apresuras a adelantar a uno que va lento para demorarlo más porque él te lo hizo antes a ti; o dejas las luces largas al cruzarte con otro coche porque los coches que vienen en dirección contraria lo están haciendo y pones literalmente en juego tu vida porque tu sentido de justicia ha sido violado.

Éste es el tipo de comportamiento de "él me pegó, así que yo le pego a él" tan común en los niños que lo han visto en sus padres miles de veces. Es la causa de muchas guerras cuando esto es llevado a extremos ridículos.

- Gastar la misma cantidad de dinero en un regalo que el que gastó en ti la persona a quien regalas. Pagar cada favor con un favor del mismo valor. Mantener tu libro de cuentas equilibrado, en vez de hacer lo que te gustaría hacer. Después de todo: "Hay que ser justos".

Allí están las pequeñas excursiones por el callejón de la justicia, donde tú y los que están cerca de ti se encuentran conmovidos interiormente, a menudo muy poco pero conmovidos de cualquier manera, por esa absurda afirmación que tienes grabada en la cabeza de que las cosas tienen que ser justas.

ALGUNAS DE LAS RECOMPENSAS PSICOLÓGICAS QUE TE IMPULSAN A AFERRARTE A TUS "DEMANDAS DE JUSTICIA"

Las recompensas para este tipo de comportamiento son generalmente autofrustrantes en el sentido que mantienen la percepción fuera de la realidad y en una especie de mundo onírico que nunca existirá. Las razones más comunes para conservar tus "demandas de justicia" en pensamiento y comportamiento son las siguientes:

- Puedes sentirte satisfecho de ti mismo porque eres una persona honorable. Ésta es una de las formas que tienes de sentirte mejor y superior. Mientras sigas insistiendo en un sistema mitológico de justicia y te preocupes más de tener tu libro de cuentas en orden y bien equilibrado, seguirás aferrado a esa sensación de "Yo soy mejor que tú" y gastarás tus momentos presentes en sentirte satisfecho de ti mismo en vez de vivir de forma efectiva.

- Puedes ignorar la responsabilidad por ti mismo y justificar tu inmovilidad transfiriendo la responsabilidad a aquella gente o aquellos hechos que no son justos. Esto te sirve para excusar tu falta de capacidad para ser y sentir lo que quieres y escoges. De esta manera puedes evitar los riesgos y el trabajo que implica tratar de cambiar. Mientras la injusticia sea la causa de tus problemas, no puedes cambiar. Lo harás cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por supuesto, no sucederá nunca, jamás.

- La injusticia puede hacerte llamar la atención, la compasión y la autocompasión. El mundo ha sido injusto contigo, así es que ahora tú y todos los que están a tu alrededor deben sentir pena por ti y compadecerte. Ésta es otra de las grandes técnicas para evitar el cambio. La atención, la compasión, la autocompasión son tus retribuciones y las usas para sostenerte en vez de hacerte cargo de ti mismo y evitar los comportamientos inspirados en las comparaciones.

- Puedes justificar todo tipo de comportamientos inmorales, ilegales e impropios haciendo que la responsabilidad de tus actos recaiga sobre otro. Si él puede hacerlo, yo también puedo. Este es un espléndido sistema de racionalización para justificar cualquier comportamiento.

- Te proporciona una excusa estupenda para ser ineficiente. "Si ellos no hacen nada, yo tampoco lo haré." Es una estratagema hábil e ingeniosa para justificar tu pereza, tu cansancio o tus temores.

- Te brinda un buen tema de conversación que te ayuda a evitar hablar de ti mismo con la gente que te rodea. Si te quejas de todas las injusticias que se hacen en el mundo, no realizarás nada, pero por lo menos habrás pasado el tiempo y logrado escapar, quizá, de la necesidad de tratar más honestamente e íntimamente también con la demás gente.

- Si tienes un concepto claro de la justicia, tus decisiones serán siempre justas.

- Podrás manipular a los demás, especialmente a tus hijos, recordándoles que son injustos contigo porque no son exactamente iguales a ti y no mantienen una cuenta exacta de todo el dar y recibir de tu relación con ellos. Esta es una manera muy hábil de conseguir que se hagan las cosas a tu manera.

- Puedes justificar un comportamiento vengativo diciendo que las cosas tienen que ser justas. Ésta es una maniobra que sirve para justificar todo tipo de actividades manipuladoras y desagradables. La venganza se justifica porque todo tiene que ser parejo y ecuánime. Y si tienes que pagar un favor, del mismo modo tendrás que pagar una maldad.

He aquí el sistema psicológico de apoyo que justifica tus demandas de justicia. Pero este sistema de apoyo no es invulnerable. A continuación, he anotado algunos métodos estratégicos para deshacerte de este tipo de pensamiento y limpiar esta zona errónea de la demanda de justicia.

ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA RENUNCIAR A LA SANA DEMANDA DE JUSTICIA

- Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece injusto.

Usa tu lista como guía para una acción personal eficiente. Hazte a ti mismo esta pregunta importante: "¿Desaparecerán las desigualdades porque a mí me perturban?". Obviamente que no. Atacar el pensamiento erróneo que te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir de la trampa de la justicia.

- Cuando te descubras a ti mismo diciendo: "¿Acaso te haría yo eso a ti?" o cualquiera de las frases de ese tipo, cámbiala a "Tú eres distinto a mí, aunque yo encuentro difícil aceptarlo ahora mismo". Esto logrará abrir en vez de cerrar la comunicación entre tú y la otra persona.

- Empieza a pensar que tu vida emocional es algo que está fuera y es independiente de lo que haga cualquier otra persona. Esto te librará del dolor que sientes cuando la gente se comporta de una manera distinta a la que tú quisieras.

- Trata de mirar con perspectiva las decisiones que hagas y no como hechos monumentales que cambiarán tu vida.

Carlos Castaneda dice que el hombre sabio es aquel que

Vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo que pensará cuando haya terminado de actuar... Él sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto; él sabe, porque él ve, que nada es más importante que ninguna otra cosa. Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto que él controla la locura de su vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier acto, y actúa como si le importara. El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe.

- Cambia la frase "No es justo" por "Es una lástima" o "Yo preferiría...",. Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es, empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a aprobarla o estar de acuerdo con ella.

- Elimina las referencias externas de comparación. Ten tus propias metas, independientemente de lo que hagan Tom, Dick o Harry. Proponte hacer lo que tú quieres hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no hagan.

- Corrígete a ti mismo en voz alta, cuando uses frases como "Yo siempre te llamo cuando voy a llegar tarde, ¿por qué no me llamaste tú a mí?", así eliminarás la noción errónea de que el motivo que tiene la otra persona para llamarte es parecerse a ti.

- En vez de pagarle a alguien por algo, como por ejemplo llevando una botella de vino o un regalo a una fiesta, espera hasta que un día tengas ganas y entonces le mandas una botella de vino con una nota que diga:
"Simplemente porque creo que eres una gran persona". No hay ninguna necesidad de mantener en orden las cuentas intercambiando mercancías; haz simplemente algo agradable porque tienes ganas y no porque la ocasión te lo exige.

- Gasta la cantidad de dinero que tú quieras en un regalo sin dejarte influenciar por lo que se gastó en ti. Elimina las invitaciones que haces por obligación o por un sentido de justicia. Decide a quiénes vas a ver por motivos internos en vez de externos.

- Decide tú mismo cuáles serán las normas de conducta que regirán tu comportamiento en el seno de tu familia, basándote en lo que tú consideras que es lo apropiado para ti. Haz que todos los demás hagan lo mismo. Entonces observa y comprueba si no es posible hacer que esto suceda sin que unos violen los derechos de los otros. Si tú sientes que lo que quieres hacer es salir tres noches por semana, pero no puedes hacerlo porque alguien tiene que cuidar a los niños, no dejes que el concepto de "justicia" se interponga en lo que decidas hacer. Quizá podrías arreglártelas para que alguien cuide de los niños o lleva a los niños contigo en tus salidas, o cualquiera que sea el arreglo que resulte satisfactorio para todos. Pero el empezar con la rutina del "No es justo", suscitará rencores y además hará que te quedes en casa. Por cada injusticia que sufres, existe una resolución que no requiere que te quedes de ninguna manera inmovilizado.

- Recuerda que la venganza es simplemente otra manera de ser controlado por los demás. Haz lo que tú, y no ellos, decidas que es conveniente para ti.

Estas sólo son unas cuantas sugerencias que pueden servirte como principio para ayudarte a ser más feliz deshaciéndote de la necesidad de compararte a ti mismo con otros y a usar sus posiciones y posesiones como un barómetro para medir tu propia felicidad. La injusticia no es lo que cuenta sino lo que tú haces al respecto.

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