TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer
CAPÍTULO VIII. LA TRAMPA DE
LA JUSTICIA
Si el mundo estuviera tan organizado
que todo tuviera que ser justo, no habría criatura
viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los
pájaros se les prohibiría comer gusanos, y habría
que atender a los intereses personales de todos los seres
humanos.
Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando
no lo conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración.
En realidad sería igualmente productivo que buscáramos
la fuente de la eterna juventud o algún otro mito por
el estilo.
La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá.
Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera.
Los gorriones comen gusanos. Eso no es justo para los gusanos.
Las arañas comen moscas, lo que no es justo para las
moscas. Los cuguares matan coyotes. Los coyotes matan tejones.
Los tejones matan ratones. Los ratones matan insectos. Los
insectos... No tienes más que observar la naturaleza
para darte cuenta de que no hay justicia en este mundo. Los
tornados, las inundaciones, los maremotos, las sequías,
todas esas cosas son injustas.
Este asunto de la justicia es un concepto mitológico.
El mundo y la gente que vive en él son injustos todos
los días. Tú puedes escoger ser feliz o ser
desgraciado, pero esta elección nada tiene que ver
con la falta de justicia que veas a tu alrededor.
Éste no es un punto de vista amargado de la humanidad
y del mundo sino que más bien un informe realista sobre
lo que es el mundo. La justicia es un mero concepto casi imposible
de aplicar, en especial, en lo que se refiere a tus propias
opciones de realización y felicidad personales. Pero
muchos de nosotros tendemos a exigir que la justicia y equidad
sea parte inherente de sus relaciones con los demás.
"No es justo." "Tú no tienes derecho
a hacer eso si yo no puedo hacerlo", y "¿Te
haría yo una cosa así a ti?".
Éstas son las frases que usamos. Queremos justicia
y usamos su carencia como justificación para la infelicidad.
La exigencia de justicia no es un comportamiento neurótico.
Sólo se convierte en zona errónea cuando te
castigas a ti mismo con una emoción negativa al no
poder ver la justicia que exiges. En este caso el comportamiento
autofrustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización
que puede generar esa realidad sin justicia.
Nuestra cultura promete justicia. Los políticos se
refieren a ella en todos sus discursos. "Necesitamos
igualdad y justicia para todos." Sin embargo día
tras día, más aún, siglo tras siglo,
la falta de justicia continúa. Pobreza, guerras, pestes,
crímenes, prostitución, drogas y asesinatos
siguen sucediendo generación tras generación
tanto en la vida pública como en la privada. Y si la
historia de la humanidad puede servirnos de guía, seguirán
sucediéndose.
La injusticia es una constante en la vida, pero con la infinita
sabiduría, que acabas de adquirir, puedes decidirte
a luchar contra esa injusticia y a negarte a quedar inmovilizado
emocionalmente por ello. Puedes trabajar para ayudar a extirpar
la injusticia y puedes decidir que no te dejarás vencer
psicológicamente por ella.
El sistema legal promete justicia. "La gente exige
justicia", y hay personas que incluso trabajan para que
así sea, para que haya justicia.
Pero generalmente no sucede. Los que tienen dinero no son
condenados. A menudo, los jueces y los policías se
venden a los poderosos. Un presidente y un vicepresidente
de los Estados Unidos son perdonados o despedidos con una
leve reprimenda después de haberse demostrado que eran
culpables de actividades delictivas. Los pobres llenan las
cárceles y no tienen casi la menor posibilidad de golpear
al sistema. No es justo. Pero es cierto. Spiro Agnew se hace
rico después de no pagar sus impuestos sobre la renta.
Richard Nixon es exonerado y sus cómplices pasan unos
pocos meses en las mejores prisiones mientras que los pobres
y los miembros de grupos minoritarios se pudren en las cárceles
esperando la vista de su causa, esperando una oportunidad.
La visita a cualquier tribunal de justicia, o cuartelillo
de policía nos demostrará que para los poderosos
e influyentes hay reglamentos especiales aunque las autoridades
lo nieguen empecinadamente. ¿ Dónde está
la justicia? ¡En ninguna parte! Tu decisión de
luchar contra ella puede ser admirable, sin duda, pero tu
elección de dejarte perturbar por ello es tan neurótica
como la culpa, como la búsqueda de aprobación
o cualesquiera de los otros comportamientos autoflagelantes
que constituyen tus zonas erróneas.
"¡NO ES JUSTO!"
EL LEMA DE LAS RELACIONES INEFICACES
La sed de justicia puede llegar a infiltrarse en tus relaciones
personales y evitar que te comuniques eficientemente con las
demás personas. El conocido lema " ¡No es
justo!" es una de las quejas más comunes (y destructivas).
Para poder considerar que algo es injusto tienes que compararte
con otro individuo o con otro grupo de individuos. Tu mente
funciona más o menos así: "Si ellos pueden
hacerlo, yo también". "¡No es justo
que tú tengas más que yo!" "Pero si
yo no pude hacer eso, ¿por qué lo vas a hacer
tú?" En estos casos determinas lo que es bueno
para ti basándote en la conducta de otros. Ellos, no
tú, están a cargo de tus emociones. Si te sientes
perturbado porque no puedes hacer algo que otra gente puede
hacer o ha hecho, es porque has dejado que sean ellos los
que te controlen. Cada vez que te comparas a ti mismo con
cualquier otra persona, estás jugando el juego del
"No es justo" y trasladándote desde tu postura
de confianza en ti mismo al pensamiento externo dirigido por
terceros.
Una de mis pacientes, una joven muy atractiva llamada Judy,
es un buen ejemplo de este tipo de pensamiento autodestructivo.
Judy llevaba cinco años de casada y se quejaba de que
no era feliz en su matrimonio. En una sesión de terapia
de grupo, ella hizo una dramatización de una discusión
conyugal. Cuando el joven que hacía de marido de Judy,
que era agente de seguros, le dijo algo desagradable, Judy
inmediatamente le contestó diciendo: "¿Por
qué dices eso? Yo nunca te digo cosas así".
Cuando él le mencionó a sus hijos, Judy dijo,
"Eso no es justo. Yo nunca mezclo a los niños
en nuestras discusiones". Cuando la interpretación
de roles se dirigió hacia los proyectos de una salida
nocturna, el razonamiento de Judy fue nuevamente: "Eso
no es justo. Tú sales siempre y yo me tengo que quedar
en casa con los niños".
Para Judy, su matrimonio debía funcionar según
una lista de comparaciones. Una para ti, otra para mí.
Todo tenía que ser parejo y justo. Si yo hago esto
de esta manera, tú tienes que hacerlo igual. No es
extraño que se sintiera herida y llena de rencores
todo el tiempo, más preocupada de ajustar cuentas y
reparar injusticias imaginarias que de examinar y quizá
mejorar su vida conyugal.
La búsqueda de justicia de Judy era un neurótico
callejón sin salida. Ella evaluaba el comportamiento
de su marido basándose en su propio comportamiento
y su felicidad en base al comportamiento de su marido. Si
ella dejara de buscar equidad y hacer cuentas y empezara a
tratar de obtener las cosas que quiere sin pretender que sean
los demás los que se las brinden, o sea sin tener que
depender de los demás, entonces es seguro que sus relaciones
podrán mejorar.
El concepto de justicia es un concepto externo; una manera
de evitar el hacerte cargo de tu propia vida. En vez de pensar
en que las cosas son injustas, puedes decidir lo que realmente
quieres, y ponerte a buscar los modos para lograrlo, independientemente
de lo que el resto del mundo quiere o hace. El simple hecho
es que todas las personas son distintas, y no importa cuánto
te quejes y reclames porque los demás tienen más
que tú, ya que así no lograrás ningún
cambio positivo. Necesitarás eliminar las referencias
venidas de fuera y tirar los prismáticos que enfocan
lo que hacen los demás. Algunas personas trabajan menos
y ganan más dinero. Otras personas mejoran sus posiciones
por favoritismos mientras que tú eres más hábil
y eficiente. Tu esposo/a y tus niños seguirán
haciendo las cosas de una manera diferente a la tuya. Pero
si te enfocas a ti mismo en vez de compararte con los demás,
te darás cuenta de que no vale la pena molestarte por
la falta de equidad y justicia. El telón de fondo de
casi todas las neurosis es dejar que el comportamiento de
los demás sea más significativo, más
importante que el tuyo propio. Si te cargas con frases como
"Si él puede hacerlo, yo también...",
vivirás tu vida según lo que piensan los demás
y no creándola tú mismo a tu manera.
LOS CELOS: UNA RAMA DE LA "EXIGENCIA
DE JUSTICIA"
John Dryden decía que los celos eran "la ictericia
del alma". Si los celos interfieren en tu vida y te producen
una inmovilidad emocional, lo que debes hacer es proponerte
como meta eliminar este tipo de pensamiento inútil
y perjudicial. Los celos son en realidad una manera de exigirle
a alguien que te quiera de cierto modo específico y
tú dices "No es justo", cuando no lo hacen.
Esto proviene de una falta de confianza en ti mismo, simplemente
porque se trata de una actividad dirigida a los otros. Permites
que el comportamiento de otra persona te produzca incomodidad
emocional. La gente que realmente se quiere a sí misma
no opta por los celos ni se deja perturbar cuando alguna otra
persona no actúa con justicia.
Nunca podrás predecir cómo reaccionará
el ser que amas ante otro ser humano, pero si escoge ser afectuoso
o amable, tú sólo puedes experimentar la inmovilidad
de los celos si consideras que sus decisiones tienen algo
que ver contigo. Eso depende de ti; es tu elección.
Si un miembro de una pareja se enamora de un tercero, no es
que sea "injusto", simplemente es. Si le consideras
injusto, probablemente terminarás tratando de imaginarte
por qué. Un ejemplo perfecto nos lo proporciona una
paciente mía que estaba furiosa porque su marido tenía
un affaire. La obsesionaba el pensar por qué lo hacía.
Se preguntaba constantemente: "¿En qué
me equivoqué?", "¿Qué me pasa?",
"¿No soy yo suficientemente buena para él?"
y toda una retahíla de preguntas llenas de dudas respecto
a sí misma. Helen pensaba constantemente en la injusticia
de la infidelidad de su marido. Pensó incluso en tener
un affaire ella para equilibrar la balanza. Lloraba mucho
y oscilaba entre la tristeza y la ira.
La equivocada manera de pensar de Helen, que la conduce
a la infelicidad, reside en una demanda de justicia que abruma
su relación. Esto hace también que la elección
de su marido de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio
sea el motivo de su perturbación. Al mismo tiempo,
está usando el comportamiento de su marido como justificativo
para hacer algo que probablemente hacía mucho tiempo
que quería hacer. Y no lo hacía porque no era
justo. La insistencia de Helen en que las cosas tienen que
ser justas implica que si fuese ella la primera en tener un
affaire, entonces su marido tendría que tomar represalias.
El estado emocional de Helen no va a mejorar hasta que ella
decida que la decisión de su marido fue independiente
de ella, y que él puede tener mil motivos particulares,
y ninguno de ellos relacionados con Helen, para embarcarse
en su aventura sexual.
Quizá simplemente haya querido hacer algo distinto;
quizá sintió amor por otra persona además
de su mujer, o quizá quiso probar su virilidad o mantener
a raya la vejez. Sea cual fuere el motivo, éste nada
tiene que ver con Helen. Ella puede ver el affaire de su marido
como algo que pasa entre dos personas y no como algo dirigido
contra ella. La perturbación reside únicamente
en Helen. Puede seguir hiriéndose a sí misma
con esos celos autoflagelantes porque se considera menos importante
que su marido o la amante de éste, o puede llegar a
reconocer que el affaire de otra persona nada tiene que ver
con su propia valía.
ALGUNOS COMPORTAMIENTOS TÍPICOS
DE "DEMANDA DE JUSTICIA"
El comportamiento de "búsqueda de equidad"
es muy evidente en casi todas las áreas de la vida.
Por poco perceptivo que seas, te podrás dar cuenta
de que surge constantemente en tu comportamiento y en el de
los demás. He aquí algunos de los ejemplos más
comunes de este tipo de comportamiento.
- Quejarse de que otros ganan más dinero por hacer
el mismo trabajo que haces tú.
- Decir que no es justo que Frank Sinatra, Sammy Davis,
Barbra Streisand, Catfish Hunter o Joe Namath ganen unos sueldos
tan altos y molestarte por ello.
Molestarte porque otros cometan infracciones impunemente
mientras que a ti siempre te cogen. Desde los que violan las
normas de velocidad vial hasta el perdón de Nixon,
tú insistes en que la justicia debe prevalecer.
- Todas las frases del tipo de "¿Acaso yo te
haría algo así?", con la pretensión
de que todo el mundo tiene que ser exactamente igual a ti.
- Corresponder siempre cuando alguien te hace un favor.
Si tú me invitas a cenar, yo te debo una cena a ti
o por lo menos una botella de vino. Este tipo de comportamiento
a menudo se justifica como amabilidad o buena educación,
pero en realidad es simplemente una manera de mantener equilibrada
la balanza de la justicia.
- Corresponder al beso que se te da o decir "Yo también
te quiero", en vez de aceptarlo y expresar tus propios
pensamientos cuando escojas hacerlo. Implica que no es justo
recibir un "Yo te quiero", o un beso sin devolverlo.
- Sentirte obligado a tener relaciones sexuales con alguien
aunque no quieras hacerlo porque simplemente no es justo no
cooperar. De ese modo, funcionas debido a una motivación
de justicia en vez de hacer lo que realmente deseas en ese
momento presente.
- Insistir siempre en que las cosas tienen que ser consecuentes.
Recuerda la frase de Emerson que a menudo se cita equivocadamente:
La tonta consecuencia es el duende de las mentes pequeñas.
Si pretendes que las cosas siempre sean "apropiadas"
y "justas", estás dentro de esta categoría
de "mentes pequeñas".
- En las discusiones insistir en una decisión clara
y nítida en que los vencedores tienen razón
y los perdedores están equivocados.
- Usar el argumento de la justicia para conseguir lo que
quieres. "Tú saliste anoche; no es justo que yo
me tenga que quedar en casa." Y molestarte por la falta
de igualdad.
- Decir que algo no es justo ante los niños, los
padres o los vecinos y, en consecuencia, hacer cosas que preferirías
no hacer, resintiéndote por ello. En vez de echarle
la culpa de todo lo que pasa a la falta de equidad, trata
de observar seriamente tu propio comportamiento que te inhabilita
a decidir por ti mismo qué es lo más apropiado
para ti.
El jueguecito de "Si él/ella puede hacerlo,
pues yo también" es una manera de justificar algo
que tú haces por medio del comportamiento de otra persona.
Ésta puede ser la racionalización neurótica
que te sirve para hacer trampas, robar, flirtear, mentir,
llegar siempre tarde, o para cualquier cosa que prefieres
no admitir en tu propio sistema de valores.
Por ejemplo, en la carretera, fastidias a otro conductor
porque él te lo hizo a ti, o te apresuras a adelantar
a uno que va lento para demorarlo más porque él
te lo hizo antes a ti; o dejas las luces largas al cruzarte
con otro coche porque los coches que vienen en dirección
contraria lo están haciendo y pones literalmente en
juego tu vida porque tu sentido de justicia ha sido violado.
Éste es el tipo de comportamiento de "él
me pegó, así que yo le pego a él"
tan común en los niños que lo han visto en sus
padres miles de veces. Es la causa de muchas guerras cuando
esto es llevado a extremos ridículos.
- Gastar la misma cantidad de dinero en un regalo que el
que gastó en ti la persona a quien regalas. Pagar cada
favor con un favor del mismo valor. Mantener tu libro de cuentas
equilibrado, en vez de hacer lo que te gustaría hacer.
Después de todo: "Hay que ser justos".
Allí están las pequeñas excursiones
por el callejón de la justicia, donde tú y los
que están cerca de ti se encuentran conmovidos interiormente,
a menudo muy poco pero conmovidos de cualquier manera, por
esa absurda afirmación que tienes grabada en la cabeza
de que las cosas tienen que ser justas.
ALGUNAS DE LAS RECOMPENSAS PSICOLÓGICAS
QUE TE IMPULSAN A AFERRARTE A TUS "DEMANDAS DE JUSTICIA"
Las recompensas para este tipo de comportamiento son generalmente
autofrustrantes en el sentido que mantienen la percepción
fuera de la realidad y en una especie de mundo onírico
que nunca existirá. Las razones más comunes
para conservar tus "demandas de justicia" en pensamiento
y comportamiento son las siguientes:
- Puedes sentirte satisfecho de ti mismo porque eres una
persona honorable. Ésta es una de las formas que tienes
de sentirte mejor y superior. Mientras sigas insistiendo en
un sistema mitológico de justicia y te preocupes más
de tener tu libro de cuentas en orden y bien equilibrado,
seguirás aferrado a esa sensación de "Yo
soy mejor que tú" y gastarás tus momentos
presentes en sentirte satisfecho de ti mismo en vez de vivir
de forma efectiva.
- Puedes ignorar la responsabilidad por ti mismo y justificar
tu inmovilidad transfiriendo la responsabilidad a aquella
gente o aquellos hechos que no son justos. Esto te sirve para
excusar tu falta de capacidad para ser y sentir lo que quieres
y escoges. De esta manera puedes evitar los riesgos y el trabajo
que implica tratar de cambiar. Mientras la injusticia sea
la causa de tus problemas, no puedes cambiar. Lo harás
cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por supuesto,
no sucederá nunca, jamás.
- La injusticia puede hacerte llamar la atención,
la compasión y la autocompasión. El mundo ha
sido injusto contigo, así es que ahora tú y
todos los que están a tu alrededor deben sentir pena
por ti y compadecerte. Ésta es otra de las grandes
técnicas para evitar el cambio. La atención,
la compasión, la autocompasión son tus retribuciones
y las usas para sostenerte en vez de hacerte cargo de ti mismo
y evitar los comportamientos inspirados en las comparaciones.
- Puedes justificar todo tipo de comportamientos inmorales,
ilegales e impropios haciendo que la responsabilidad de tus
actos recaiga sobre otro. Si él puede hacerlo, yo también
puedo. Este es un espléndido sistema de racionalización
para justificar cualquier comportamiento.
- Te proporciona una excusa estupenda para ser ineficiente.
"Si ellos no hacen nada, yo tampoco lo haré."
Es una estratagema hábil e ingeniosa para justificar
tu pereza, tu cansancio o tus temores.
- Te brinda un buen tema de conversación que te ayuda
a evitar hablar de ti mismo con la gente que te rodea. Si
te quejas de todas las injusticias que se hacen en el mundo,
no realizarás nada, pero por lo menos habrás
pasado el tiempo y logrado escapar, quizá, de la necesidad
de tratar más honestamente e íntimamente también
con la demás gente.
- Si tienes un concepto claro de la justicia, tus decisiones
serán siempre justas.
- Podrás manipular a los demás, especialmente
a tus hijos, recordándoles que son injustos contigo
porque no son exactamente iguales a ti y no mantienen una
cuenta exacta de todo el dar y recibir de tu relación
con ellos. Esta es una manera muy hábil de conseguir
que se hagan las cosas a tu manera.
- Puedes justificar un comportamiento vengativo diciendo
que las cosas tienen que ser justas. Ésta es una maniobra
que sirve para justificar todo tipo de actividades manipuladoras
y desagradables. La venganza se justifica porque todo tiene
que ser parejo y ecuánime. Y si tienes que pagar un
favor, del mismo modo tendrás que pagar una maldad.
He aquí el sistema psicológico de apoyo que
justifica tus demandas de justicia. Pero este sistema de apoyo
no es invulnerable. A continuación, he anotado algunos
métodos estratégicos para deshacerte de este
tipo de pensamiento y limpiar esta zona errónea de
la demanda de justicia.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA RENUNCIAR A LA
SANA DEMANDA DE JUSTICIA
- Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece
injusto.
Usa tu lista como guía para una acción personal
eficiente. Hazte a ti mismo esta pregunta importante: "¿Desaparecerán
las desigualdades porque a mí me perturban?".
Obviamente que no. Atacar el pensamiento erróneo que
te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir
de la trampa de la justicia.
- Cuando te descubras a ti mismo diciendo: "¿Acaso
te haría yo eso a ti?" o cualquiera de las frases
de ese tipo, cámbiala a "Tú eres distinto
a mí, aunque yo encuentro difícil aceptarlo
ahora mismo". Esto logrará abrir en vez de cerrar
la comunicación entre tú y la otra persona.
- Empieza a pensar que tu vida emocional es algo que está
fuera y es independiente de lo que haga cualquier otra persona.
Esto te librará del dolor que sientes cuando la gente
se comporta de una manera distinta a la que tú quisieras.
- Trata de mirar con perspectiva las decisiones que hagas
y no como hechos monumentales que cambiarán tu vida.
Carlos Castaneda dice que el hombre sabio es aquel que
Vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo
que pensará cuando haya terminado de actuar... Él
sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto;
él sabe, porque él ve, que nada es más
importante que ninguna otra cosa. Así pues el hombre
sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier
otro hombre, excepto que él controla la locura de su
vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra
cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier
acto, y actúa como si le importara. El control que
tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación
importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo
sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus
actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan
sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que
le preocupe.
- Cambia la frase "No es justo" por "Es una
lástima" o "Yo preferiría...",.
Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente
a lo que es, empezarás a aceptar la realidad, aunque
no necesariamente a aprobarla o estar de acuerdo con ella.
- Elimina las referencias externas de comparación.
Ten tus propias metas, independientemente de lo que hagan
Tom, Dick o Harry. Proponte hacer lo que tú quieres
hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no hagan.
- Corrígete a ti mismo en voz alta, cuando uses frases
como "Yo siempre te llamo cuando voy a llegar tarde,
¿por qué no me llamaste tú a mí?",
así eliminarás la noción errónea
de que el motivo que tiene la otra persona para llamarte es
parecerse a ti.
- En vez de pagarle a alguien por algo, como por ejemplo llevando
una botella de vino o un regalo a una fiesta, espera hasta
que un día tengas ganas y entonces le mandas una botella
de vino con una nota que diga:
"Simplemente porque creo que eres una gran persona".
No hay ninguna necesidad de mantener en orden las cuentas
intercambiando mercancías; haz simplemente algo agradable
porque tienes ganas y no porque la ocasión te lo exige.
- Gasta la cantidad de dinero que tú quieras en un
regalo sin dejarte influenciar por lo que se gastó
en ti. Elimina las invitaciones que haces por obligación
o por un sentido de justicia. Decide a quiénes vas
a ver por motivos internos en vez de externos.
- Decide tú mismo cuáles serán las
normas de conducta que regirán tu comportamiento en
el seno de tu familia, basándote en lo que tú
consideras que es lo apropiado para ti. Haz que todos los
demás hagan lo mismo. Entonces observa y comprueba
si no es posible hacer que esto suceda sin que unos violen
los derechos de los otros. Si tú sientes que lo que
quieres hacer es salir tres noches por semana, pero no puedes
hacerlo porque alguien tiene que cuidar a los niños,
no dejes que el concepto de "justicia" se interponga
en lo que decidas hacer. Quizá podrías arreglártelas
para que alguien cuide de los niños o lleva a los niños
contigo en tus salidas, o cualquiera que sea el arreglo que
resulte satisfactorio para todos. Pero el empezar con la rutina
del "No es justo", suscitará rencores y además
hará que te quedes en casa. Por cada injusticia que
sufres, existe una resolución que no requiere que te
quedes de ninguna manera inmovilizado.
- Recuerda que la venganza es simplemente otra manera de
ser controlado por los demás. Haz lo que tú,
y no ellos, decidas que es conveniente para ti.
Estas sólo son unas cuantas sugerencias que pueden
servirte como principio para ayudarte a ser más feliz
deshaciéndote de la necesidad de compararte a ti mismo
con otros y a usar sus posiciones y posesiones como un barómetro
para medir tu propia felicidad. La injusticia no es lo que
cuenta sino lo que tú haces al respecto.
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