HIJOS EN EL OPUS DEI
Javier Ropero
6.SER O NO SER
A pesar de haber presentado a lo largo del libro varias estadísticas
y numerosos testimonios que afirman que el Opus Dei es una
secta, no quiero dejar que el lector pierda la oportunidad
de formarse su propia opinión. Para ello quizá
le sea útil tener a mano el siguiente decálogo,
elaborado ya no por una comisión vaticana, sino por
el especialista en sectas Pepe Rodríguez:
Hay diez puntos concretos que nos pueden servir de indicadores
para valorar la posibilidad de que un determinado grupo sea
una secta destructiva:
1. Ser un grupo cohesionado por una doctrina (religiosa
o socio-religiosa) demagógica y encabezada por un
líder carismático, que es la misma divinidad
o un elegido por ella; o bien un poseedor de la "verdad
absoluta" en cualquier ámbito social.
2. Tener una estructura teocrática, vertical y totalitaria,
donde la palabra de los dirigentes es dogma de fe. Los líderes
intervienen hasta en los detalles más íntimos
y personales de sus adeptos y exigen que sus órdenes
sean ejecutadas sin la menor crítica.
3. Exigir una adhesión total al grupo y obligar
(bajo presión psicológica) a romper con todos
los lazos sociales anteriores a la entrada al culto: padres,
parejas, amigos, trabajo, estudios, etcétera.
4. Vivir en una comunidad cerrada o en total dependencia
del grupo.
5. Suprimir las libertades individuales y el derecho a
la intimidad.
6. Controlar la información que llega hasta sus
adeptos, manipulándola a su conveniencia.
7. Utilizar sofisticadas técnicas neurofisiológicas
-enmascaradas bajo la "meditación" o el
"renacimiento espiritual"- que sirven para anular
la voluntad y el razonamiento de los adeptos; causándoles,
en muchos casos, lesiones psíquicas graves.
8. Propugnar un rechazo total de la sociedad y de sus instituciones.
Fuera del grupo todos son enemigos (polarización
entre el bien y el mal-sociedad), la sociedad es basura
y las personas que viven en ella sólo interesan en
la medida en que puedan servir al grupo.
9. Tener como actividades primordiales el proselitismo
(conseguir nuevos adeptos) y la recaudación de dinero
(cuestaciones callejeras, cursos, actividades comerciales
e industriales e incluso, en algunos grupos, actividades
claramente delictivas). En el caso de las sectas multinacionales,
el dinero es enviado, en buena parte, a las centrales de
cada grupo.
10. Obtener, bajo coacción psicológica, la
entrega del patrimonio personal de los nuevos adeptos a
la secta o de grandes sumas de dinero en concepto de cursillos
o auditorias. Los miembros que trabajan en el exterior del
grupo tienen que entregar todo o gran parte de su salario
a la secta. Y los que trabajan en empresas pertenecientes
al grupo, no cobran salarios (las nóminas de esas
empresas de la secta sólo son una cobertura legal,
ya que nunca se llegan a hacer efectivas -o devuelven luego
el dinero- para sus miembros-mano de obra).
En un grupo en que se den todos estos puntos se van a crear
las condiciones adecuadas para que se produzca la persuasión
coercitiva, el lavado de cerebro. Y, cuanto más intensamente
se dé cada punto, tanto más destructiva será,
para el psiquismo del adepto, la estructura sectaria en
cuestión. (Rodríguez, Pepe: "Las sectas
hoy y aqu"í. Editorial Tibidabo, 1985, pág.
60.)
Esta definición de secta no coincide con la que da
el Opus Dei, tras calificar como injuria jurídicamente
perseguible el afirmar que la Obra sea un grupo sectario:
La gravedad de esas afirmaciones salta a la vista: constituyó
una acusación que, dada su falsedad, implica una
injuria jurídicamente perseguible. Esa falsedad es,
a veces, tan clara para cualquiera que conozca algo del
Opus Dei que no resulta necesario detenerse a criticarla.
Comentamos, sin embargo, unos cuantos puntos.
Una secta es, por definición, un grupo separado,
generalmente de poco tamaño o al menos replegado
sobre sí mismo, que actúa por entero o en
gran parte al margen de la legalidad. Nada de eso se aplica
al Opus Dei. La Obra es una institución plenamente
reconocida por la Iglesia católica y dotada de personalidad
civil en todas las naciones en las que trabaja... ¿Cómo
puede el Opus Dei ser, al mismo tiempo, una secta estrafalaria
y escindida de la Iglesia, y "una parte integrante
de una Iglesia universal, reconocida como tal por las autoridades
de la Iglesia? (Antonio Hernández Deus, Oficina de
Información de la Prelatura del Opus Dei en España:
"Datos y Respuestas, comentario al libro "El
Mundo Secreto del Opus Dei de Michael Walsh.")
Ser o no ser, he ahí el dilema del Opus Dei...
He de puntualizar que en este ensayo no pretendo menospreciar
costumbres tales como la confesión, la dirección
espiritual, las visitas de pobres, etc. Es la utilización
incorrecta de estas manifestaciones religiosas, atentando
contra la libertad del individuo, lo que las hace potencialmente
peligrosas. Un ladrillo puede utilizarse para romper la luna
de un escaparate o para construir una casa. De igual modo,
dirección espiritual, confesión ,visitas de
pobres, etc., pueden constituir un potente instrumento de
edificación o de destrucción personal.
Sea, por ejemplo, la confesión que, utilizada por
el Opus Dei, representa la cumbre de un proceso de anulación
del adolescente. Pues bien, esta confesión, en otros
contextos e independientemente de su significado sacramental,
ha demostrado ser un excelente medio de desarrollo personal.
A través de ella el joven empieza a percatarse de que
sus actos tienen una trascendencia social. De esta manera,
el muchacho comienza a tomar conciencia de la responsabilidad
de sus acciones ante la sociedad, al dar cuenta de ellas a
un representante de la misma. Este enfoque social, inscrito
dentro del ámbito del amor cristiano, desplaza a aquel
que prevalece en el Opus Dei y que es el de convertir la confesión
en una tortuosa perorata en que el neófito cuenta la
"lista" de sus pecados de acuerdo a los rígidos
criterios morales impuestos por sus directores y no conforme
a su propia conciencia.
De igual forma, la dirección espiritual, que en manos
de los miembros del Opus Dei constituye un instrumento de
alienación del adolescente, es un excelente medio de
desarrollo personal cuando se realiza sin ánimo de
interferir en la libertad del joven.
La razón de que estos instrumentos sean mal usados
estriba en la inmoderada avidez proselitista del grupo. Para
éste, el fin justificaría los medios. La necesidad
de engrosar el número de socios de la Obra justificaría
el violar el respeto a la libertad del ser humano mediante
la utilización inadecuada de unos medios que son valiosos
si se usan de otro modo.
Por eso este libro no pretende desacreditar de manera global
al Opus Dei. Quiere ser un espejo en el que éste se
mire y así pueda eliminar sus imperfecciones. Es indiscutible
que el Opus Dei también tiene facetas positivas. Pero
para glosarlas ya posee sus propios autores y editoriales
(como Rialp, S. A). Frente a los numerosísimos panegíricos
de la institución, este ensayo pretende realizar una
crítica constructiva, a la par que ayudar a las familias
afectadas. Cuando futuros socios puedan leer estas líneas
sin que se altere su ritmo cardíaco, ello significará
que la Obra está llegando a su madurez. Es a través
de la crítica externa e interna como una institución
se perfecciona. Puesto que está constituida por seres
humanos, valga para ella la cita del fundador:
Chocas con el carácter de aquel o del otro. Necesariamente
ha de ser así: no eres moneda de cinco duros que
a todos gusta.
Además, sin esos choques que se producen al tratar
al prójimo, ¿como irías perdiendo las
puntas, aristas y salientes -imperfecciones, defectos- de
tu genio para adquirir la forma reglada, bruñida
y reciamente suave de la caridad de la perfección?
Si tu carácter y los caracteres de quienes contigo
conviven fueran tiernos como merengues no te santificarías.
(Escrivá, Josemaría: Camino. Punto 20.)
Es mi deseo que este libro contribuya a limar las asperezas
de la institución para que algún día
ésta llegue a una plena madurez.
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