OPUS
DEI: LA TELARAÑA DEL PODER
Sanjuana Martínez
Rebelión Internacional
19 de diciembre de 2001
Durante el papado de Juan Pablo II hay un beneficiario: el
Opus Dei. Su estatus de "diócesis supranacional"
institucionalizó su poder y radicalizó la guerra
intestina en el Vaticano.
Los ejemplos concretos son contados por el grupo Los Discípulos
de la Verdad en el libro A la Sombra del Papa enfermo. Los
escándalos en el pontificado de Juan Pablo II y la
lucha por la sucesión, publicado por Ediciones B.
En el capítulo "Los pecados del Papa Wojtyla"
el libro hace un recorrido por los escándalos de corrupción,
los negocios ilegales y los apoyos del Vaticano a los regímenes
dictatoriales de, entre otros, América del Sur.
En el apartado titulado "El obispo 007" detalla
las responsabilidades de Juan Pablo II en el escándalo
financiero del banco pontificio IOR-Ambrosiano, dirigido por
Monseñor Paul Marcinkus, confirmado en su puesto por
Wojtyla.
"La quiebra del Banco Ambrosiano fue una colosal estafa
que costó a los acreedores y a los contribuyentes italianos
287 millones de dólares y a los fieles de la Iglesia
al menos 241 millones de dólares. La estafa fue posible
por la objetiva connivencia de la banca papal, y el IOR sólo
pudo ser cómplice gracias a la anuencia --implícita
o explícita-- de Juan Pablo II.
El escándalo del IOR-Ambrosiano costó la vida
a Roberto Calvi. Si se trató de un suicidio, "monseñor
Marcinkus estuvo entre quienes empujaron a Calvi a su desatinado
gesto". En cualquier caso, "el pontífice
polaco no pronunció una sola palabra de cristiana congoja
ni de humana piedad por la muerte violenta del banquero católico-masón,
que durante tantos años había negociado en nombre
y por cuenta de las finanzas vaticanas.
"Tampoco tras la bancarrota y la muerte de Calvi (en
junio de 1982) el Papa Wojtyla estimó oportuno renovar
la cúpula, los métodos y las finalidades de,
a todos los efectos, su banca personal. Es más: atribuyó
a monseñor Marcinkus el nuevo cargo de gobernador del
Estado vaticano. Un amigo del Santo Padre, entretanto, se
afanaba para impedir que salieran a la luz nuevas pruebas
de las responsabilidades de la banca papal en el asunto del
IOR-Ambrosiano".
Luego, en el capítulo "La telaraña del
Opus Dei", el libro detalla casos ilustrativos de la
expansión del poder del Opus Dei en el Vaticano.
"La facción masónico-curial tenía
cada vez mayores dificultades a causa del asunto del IOR-
Ambrosiano (banco del Vaticano). La Iglesia de Roma había
sido arrastrada a un escándalo de los que marcan época:
una bancarrota de mas de mil millones de dólares, un
escenario de masonería y criminalidad financiera internacional,
un banquero ahorcado en Londres con una puesta en escena paraesotérica.
Un drama cuyo principal protagonista había sido el
arzobispo Paul Marcinkus, banquero personal de Juan Pablo
II y representante destacado de la facción "masónica"
de la Curia vaticana...
"También el escándalo del petróleo,
que estalló en Italia en el otoño de 1980, con
el arresto del general comandante de los 'carabinieri' Raffaele
Giudice, afiliado a la P2 (Logia masónica) y artífice
de una estafa petrolera a la Hacienda Pública de más
de dos billones de liras, acabó por rozar a comienzos
de 1983, al Vaticano a través de uno de los presuntos
jefes de la ente masónico-curial, el vicario de la
diócesis de Roma, cardenal Ugo Poletti.
"En diciembre de 1982 el vicario de Juan Pablo II había
sido interrogado por los magistrados de la fiscalía
de Turín en la basílica de San Juan en Laterano
(es decir, en territorio vaticano), en relación con
una carta que había enviado años antes el presidente
del Consejo de Ministros, Giulio Andreotti, para solicitar
el nombramiento del general Giudice al mando de los 'carabinieri'.
El purpurado negó haber escrito semejante misiva y
se proclamó del todo ajeno a los hechos.
"De la fiscalía de Turín trascendió
la noticia de que los magistrados estaban en posesión
tanto de la carta de Poletti como de la respuesta del honorable
Andreotti, y la prensa se hizo eco de la filtración.
Entonces el purpurado dispuso difundir a través de
la Vicaría de Roma un desmentido oficial.
"El desmentido de la Vicaría era una ostensible
mentira. En efecto, en el curso de un segundo interrogatorio,
el 13 de enero de 1983, los magistrados enseñaron al
desfachatado vicario del Papa una copia de las dos cartas
(tanto la manuscrita de Poletti como la respuesta del honorable
Andreotti) y el purpurado no pudo más que admitir su
autenticidad".
Según los autores, en el verano de 1974 Giudice recibió
el nombramiento de comandante general de los "carabienieri".
"(
) El frente central del desencuentro entre las
dos facciones eran los nombramientos de obispos y cardenales,
así como los distintos cargos cúrales. También
aquí el nuevo poder del Opus Dei se manifestó
con decisión, discreto pero inexorable, sellado por
las periódicas audiencias, públicas y privadas
concedidas por el pontífice al prelado de la Obra,
monseñor Álvaro del Portillo.
"Juan Pablo II, durante el consistorio del 2 de febrero
de 1983, nombró cardenal a monseñor Alfonso
López Trujillo, arzobispo colombiano, enemigo jurado
de la Teología de la Liberación y muy próximo
al Opus Dei. El 12 de abril designó arzobispo de Madrid
al prelado de origen vasco Ángel Suquía Goicoechea,
muy cercano al Opus Dei y el siguiente 20 de agosto nombró
obispo al sacerdote peruano del Opus Juan Antonio Ugarte Pérez,
con el cual ascendían a cinco los obispos oficialmente
miembros de la Obra (y todos hispánicos)".
El incidente en Nicaragua
El libro describe la posición de la Iglesia sobre
los sacerdotes Miguel d'Escoto y Ernesto Cardenal, los dos
miembros del gobierno sandinista, en ocasión de un
viaje del Papa a Managua en 1979: "Mientras ejerzan sus
funciones públicas (los dos sacerdotes) se abstendrán
en público y en privado del ejercicio del ministerio
sacerdotal", decía la Santa Sede en abierta oposición
a los cargos desempeñados por ambos hombres.
"La facción opusdeísta quería que
la peregrinación papal a Managua fuera una ejemplar
cruzada antimarxista, en tanto que la masónico-curial
estaba empeñada en tutelar la realpolitik en un país
cuya situación sociopolítica y religiosa era
compleja e incandescente. Este enfrentamiento había
comportado la llamada al Vaticano del nuncio apostólico
en Managua, el arzobispo Andrea Cordero Lanza di Montezemolo,
para consultas.
"En la capital nicaragüense, el 4 de marzo, Juan
Pablo II fue recibido por el gobierno sandinista, que dirigía
Daniel Ortega. Frente al Santo Padre el ministro sacerdote
Ernesto Cardenal se arrodilló, pero el pontífice
le reservo un estallido de ira: "¡Ponga en orden
su situación con la Iglesia!". Lo intimidó
con evidente brusquedad al tiempo que lo señalaba con
el dedo.
"Poco después, durante la solemne misa al aire
libre en la plaza Diecinueve de julio de 1979, Juan Pablo
atacó frontalmente a la Iglesia Popular y a la Teología
de la Liberación ('compromisos ideológicos inaceptables',
'opciones temporales', 'concepciones de la Iglesia que suplantan
a la verdadera'), y reclamó tanto del clero como de
los fieles la obediencia a los obispos y al Papa. Desde la
multitud se elevaron exclamaciones de desacuerdo, que el pontífice
acalló con un imperioso '¡Silencio! ¡Silencio!'
Alguien vociferó: '¡Queremos la paz, la queremos
en esta vida!' y Juan Pablo II repuso con impaciencia: '¡La
Iglesia es la primera en querer la paz!'. El discurso del
pontífice se vio interrumpido una y otra vez por otros
gritos y protestas. Eran muchos los católicos nicaragüenses
que sostenían a la Junta sandinista y a la Iglesia
Popular, pero el Santo Padre se mostraba inflexible...
La "restauración"
"El 6 de noviembre (de 1984), el prefecto del exSanto
Oficio, cardenal Joseph Ratzinger, salió a la luz.
Lo hizo de una manera inusual: mediante una entrevista realizada
por el periodista afín al Opus Dei, Vittorio Messori,
y sus palabras cayeron en el pantano curial como piedras.
El jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe
anunció que la "primavera conciliar" de la
Iglesia debía darse por concluida.
"Atento a distinguirse de las posiciones más
reaccionarias, el Panzerkardinal no llegaba a la osadía
de abjurar abiertamente del espíritu innovador del
Concilio Vaticano II, pero opinaba que había dado lugar
a degeneraciones ya inaceptables...
"La facción opusdeísta acogió como
una liberación el expeditivo diktat restaurador del
heredero de los inquisidores, pero sin ninguna sorpresa. En
efecto, se trataba de una inflexión ampliamente acordada
tres años antes (cuando se había confiado al
Panzerkardinal el neuráligco sillón de prefecto
del exSanto Oficio), y en curso desde hacía algún
tiempo. Una restauración que, por un lado, asumía
plenamente las posiciones anticonciliares del Opus Dei contra
los denominados 'desórdenes' y 'decadencia modernista'
de la Iglesia, y por el otro ponía fin a las volubles
incertidumbres doctrinarias del pontificado wojtyliano provocadas
por la facción masónico-curial. Una coincidencia
integrista que permitirá al cardenal Ratzinger permanecer
pegado al sillón de prefecto del exSanto Oficio durante
todo el largo pontificado wojtyliano, y ser uno de los candidatos
fuertes de la Obra para la sucesión del Papa polaco.
"Después de la 'restauración' sancionada
y oficializada por el cardenal Ratzinger, la escalada del
Opus Dei al poder vaticano inició una nueva etapa decisiva
el 4 de diciembre de 1984, cuando Juan Pablo II nombró
como nuevo director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede
---y, por tanto, único portavoz papal ---a un periodista
español licenciado en medicina: el laico Joaquín
Navarro-Valls, miembro numerario de la Obra.
"Esta designación, deseada por el Opus (el anterior
director de la Oficina de Prensa vaticana, el padre Romeo
Paniciroli, estaba ligado a la coreada curial) provocó
fortísimas tensiones en el interior de los Sagrados
Muros, porque en aquel punto la 'cercanía' del Opus
Dei al Papa Wojtyla se había convertido en una verdadera
tutela cotidiana.
"La reforma mediática"
"El poder vaticano de la facción masónico-curial,
afectado otra vez de manera marginal, se veía agredido
por la Obra mediante una estrategia envolvente: el pontífice
mediático de los viajes pastorales se dirigía
al mundo a través de un portavoz del Opus Dei.
"En efecto, la Oficina de Prensa de la Santa Sede se
transformó enseguida por obra de Navarro- Valls en
un gabinete de dirección mediática.
"Además de aportar a la Oficina de Prensa del
Vaticano comprensión de los medios de comunicación
occidentales que había escapado a los miembros del
clero que le habían precedido, Navarro-Valls se ganó
enseguida la confianza del Papa, con quien mantenía
contactos más frecuentes que cualquier otra persona,
a excepción de monseñor Dziwisz.
"El responsable del nombramiento de Navarro-Valls como
portavoz del Papa había sido monseñor Martínez
Somalo, apoyado por el secretario del pontífice, monseñor
Dziwisz. Las denodadas resistencias del cardenal Casaroli
y de monseñor Silvestrini habían resultado vanas.
La facción curial intentó ponerse a la radical
"reforma mediática", pero sin éxito.
La Oficina de Prensa, en manos del Opus Dei, se separó
de la entonces Pontificia Comisión para las Comunicaciones
Sociales y se convirtió en un departamento autónomo
de la Secretaría de Estado, bajo las directas órdenes
del pontífice.
"Joaquín Navarro-Valls reestructuró los
dicasterios y potenció las estructuras de la Oficina
de Prensa, que transformó en un supereficiente megáfono
opusiano dedicado a la mistificación y a las 'verdades
oficiales'.
"El portavoz papal del Opus Dei se convirtió
en la sombra parlante de Juan Pablo II en el Vaticano, y sobre
todo en sus giras por el mundo, durante esos frenéticos
viajes pastorales de los cuales el teólogo Raimundo
Panikkar dijo que no eran explosiones populares espontáneas,
sino manifestaciones organizadas mediante acuerdos tecnológicos
y políticos con la ayuda de millones de dólares
y de todo el aparato organizativo de la Iglesia...
"La facción opusdeísta lanzó un
nuevo ataque antimasónico el 23 de febrero de 1985,
desde las páginas de L'Observatore Romano. Tenía
como diana implícita a la facción curial y a
sus sectores 'progresistas'...
"Junto con la 'primavera conciliar', la facción
opusdeísta había puesto una losa también
sobre el deshielo Iglesia-masonería y devuelto la doctrina
vaticana a los tiempos de León XIII, el pontífice
que en 1892 había escrito: 'Recordemos que el cristianismo
y la masonería son inconciliables, de modo que inscribirse
en una significa apartarse de la otra...'
"Teología segura"
"A mediados de los años 80 el creciente poder
del Opus Dei en el Vaticano constituía sólo
un aspecto del expansionismo de la organización integrista
--no por casualidad definida como el "pólipo de
Dios"-- dentro de la Santa Iglesia Romana.
"La lenta labor de la Obra avanzaba silenciosa e inexorable,
tanto en el interior como en el exterior de los Sagrados Muros,
con la partícipe bendición de Juan Pablo II".
El libro recoge, un artículo del vaticanólogo
Giancarlo Zizola sobre la Obra: "Con el favor del Papa
Wojtyla, en los últimos tiempos el Opus Dei se ha enriquecido
con nuevos campamentos base a partir de los cuales proseguir
su escalada hacia más sólidas posiciones de
poder. El Papa ha autorizado, por ejemplo, la fundación
de una nueva facultad de Teología en Roma, el Centro
Superior de Estudios Eclesiásticos, filial de la Universidad
de Navarra, la más poderosa institución cultural
de los rectores de las universidades pontificias existentes:
la Gregoriana de los jesuitas, la Angelicum de los dominicos,
la Antonianum de los franciscanos, las universidades Salesiana,
Urbaniana y Lateranense. Todos respondieron de manera negativa.
Sin embargo, la decisión papal fue positiva. Como título
académico el Opus Dei había propuesto la licenciatura.
Juan Pablo II hizo aún más: ordenó el
doctorado, el máximo. El objetivo de la nueva fundación
universitaria era institucionalizar, en el paisaje 'pluralista'
de las teologías desarrolladas y enseñadas en
Roma, una 'teología segura' de estilo tradicionista,
pero con el lenguaje modernizador del 'estilo Opus'.
El Opus Dei no tiene problemas financieros. En noviembre
consiguió organizar un encuentro internacional sobre
Iglesia y mundo económico en el Vaticano, junto con
el cardenal Joseph Höffner de Colonia, presidente de
la Conferencia Episcopal Alemana, que ha confiado al Opus
una parroquia de la ciudad, el Instituto de Economía
Alemana (órgano científico de la patronal alemana),
la Fundación Adenauer y la Unión Internacional
Cristiana de Directivos de Empresas. Un simposio faraónico,
que concluyó con una teologización de la economía
de mercado, también como modelo para los países
en vías de desarrollo, y con un ataque frontal a la
Teología de la Liberación (estaban invitados
el cardenal Eugenio Sales y los obispos Karl Romer y Boaventura
Kloppenburg, adversarios de esa corriente en América
Latina)".
"La expansión de la telaraña opusdeísta
sobre la Iglesia acentuaba la preocupación y la alarma
en vastos sectores de la jerarquía eclesiástica.
"En realidad, las evidentes ambigüedades del Opus
Dei eran tantas y tales que suscitaban alarma, como demostró
Giancarlo Rocca al publicar 53 documentos secretos de la Obra
fechados de 1934 a 1983.
"Las revelaciones publicadas por Rocca que más
han irritado al Opus conciernen, probablemente, a las pruebas
del control jerárquico interno sobre todas las actividades
económicas, aunque ocultadas bajo diferentes etiquetas.
El Opus siempre había negado esta responsabilidad.
Los documentos atestiguan, en cambio, que hasta las sociedades
auxiliares (incluidos los bancos) propiedad de grupos de afiliados
al Opus están bajo control de la autoridad jerárquica
del instituto y deben ser visitadas al menos cada cinco años
por el administrador general.
"El Opus siempre ha negado tener el secreto como vínculo
básico. Ahora se sabe que en 1974 Álvaro del
Portillo, entonces procurador general del Opus, pidió
al Vaticano la posibilidad de cubrir con el secreto 'casas,
obras y afiliados', incluso en relación con los obispos,
y que obtuvo una respuesta favorable de la Congregación
de los Religiosos.
Se hacía creer que los miembros del Opus gozan de
la más absoluta libertad. En cambio, revela Rocca,
"para ellos existe la obligación, sancionada por
un juramento particular, de pedir consejo a su superior en
cuestiones de cierta gravedad que afectan al ejercicio de
su profesión o sobre otros asuntos, aunque no sean
materia directa del voto de obediencia".
Otro punto: los miembros están constreñidos
al secreto de su número, ni siquiera pueden revelar
a sus propias familias de origen que han entrado en el Opus.
Incluso el reglamento, el ceremonial y la ordenación
están cubiertos por el secreto.
"El artículo 7 de las constituciones de 1950
establece que, a pesar de que el Opus no tenga una específica
forma de acción externa colectiva, actúa con
los socios "mediante el ejercicio de funciones o cargos
públicos, o a través de asociaciones legítimamente
constituidas".
"Dichas asociaciones --precisa el art.9-- pueden ser
'culturales, artísticas o pecuniarias' y se llaman
'sociedades auxiliares', las cuales están sujetas 'a
la autoridad de la jerarquía del instituto'...
"El creciente poder 'secreto' laico-eclesiástico
del Opus Dei no sólo provocaba turbación en
la jerarquía de la Iglesia. El 25 de febrero de 1986,
los parlamentarios Franco Bassanini y Stefano Rodotá
dirigieron una interpelación al presidente del Consejo
de Ministros y al ministerio del Interior italianos para saber
'si responden a la verdad las noticias de la prensa sobre
la pertenencia al Opus Dei de funcionarios civiles y militares
del Estado, así como de directivos de entes y empresas
públicos, y si es cierto que dicha asociación
está regida por estatutos o códigos secretos"...
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