VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ,
FUNDADOR DEL OPUS DEI
EL BELEN DEL OPUS DEI
El niño José María Escrivá comenzó
sus estudios elementales, según he podido averiguar,
en el colegio de los escolapios de Barbastro. El fundador
de las Escuelas Pías, san José de Calasanz,
era natural del vecino pueblo de Peralta de la Sal y el primer
colegio que su congregación fundó en el mundo
fue precisamente el de Barbastro. De ahí que al ser
nombrado doctor honoris causa por la universidad de Zaragoza,
en octubre de 1960, monseñor Escrivá hablaba
de san José de Calasanz diciendo que "a mí
me ha inspirado siempre una especial veneración [Recuérdese
que decía ser pariente lejano suyo]. En
mi visita al colegio pude hablar con un padre escolapio, don
José Mur Cavero, hoy profesor del colegio y que fue
compañero de José María Escrivá
cuando éste estudiaba en Barbastro. "Entonces,
¿está usted escribiendo la vida de este muchacho?",
me preguntó empleando un lenguaje que denotaba inconfundiblemente
su condición de compañero de estudios de mi
biografiado. El padre Mur me dijo que hasta hacía pocos
años había estado en el colegio de Barbastro
un anciano escolapio que fue profesor suyo y de José
María Escrivá, el padre Orcal, posteriormente
trasladado al colegio que los escolapios poseen en Jaca. No
me fue posible hablar con el padre Orcal, quien por su avanzada
edad había dejado ya la docencia. El padre Mur recordaba
muy bien a José María Escrivá a pesar
de que no lo había tratado mucho porque, según
me dijo, en aquella época había en los colegios
grandes diferencias sociales y él era de familia pobre
mientras que Escrivá, aunque nunca fue rico, era de
familia muy religiosa, lo que significaba un factor importante
al calibrar la condición social de una persona. Don
José Mur, que había pasado años en Argentina,
no tenía una noción muy exacta del Opus Dei
y de la importancia que había llegado a adquirir en
España. Decía de su compañero de colegio
que era un niño normal, no especialmente piadoso ni
especialmente estudioso. Otras personas de Barbastro recordaban
al José María Escrivá de esta temprana
época, pero sus informaciones eran algo contradictorias,
pues mientras, por ejemplo, el señor Aniquino, que
había jugado con él de pequeño, sostenía
que José María era un niño muy quieto
y tranquilo, la viuda de Corrales, igualmente compañera
de infancia y actualmente propietaria de una imprenta en Barbastro,
decía que era "muy enredador". La viuda de
Corrales, quien me manifestó que seguía conservando
su amistad con monseñor y que se escribían por
las Navidades, añadió un nuevo dato al expediente
escolar del fundador. Dijo que había sido compañera
suya en el colegio de las monjas. Enviar a los niños
varones, cuando eran muy pequeños, al colegio de las
monjas era costumbre muy extendida en España hace ya
años, y no me pareció en absoluto extraño
que la familia Escrivá-Albás lo hubiera hecho
con su hijo. En el colegio de las Hijas de San Vicente de
Paul estuve hablando con una anciana monja, sor Guadalupe,
que llevaba 52 años en el colegio. Me dijo que no podía
acordarse de haber oído decir nunca que el fundador
del Opus Dei hubiese pasado por aquellas aulas. Que, si acaso,
podía haber sido profesora suya una sor Rosario, que
fue fusilada en Valencia durante la guerra.
Don Francisco Javier Lalanne, por su parte, recordaba también
a José María Escrivá. La madre de monseñor,
"la abuela" como la llamaban los primeros discípulos,
frecuentaba asiduamente la casa de la madre de Lalanne, doña
Felicidad Fajarnés Villacampa, nieta del general Villacampa,
de quien ya he hablado. Iba muchos días a visitarla
y mientras las señoras hacían punto, los niños,
Paquito y José María, jugaban en el jardín
de la casa. Los Lalanne-Fajarnés Villacampa eran una
familia rica y de abolengo de Barbastro. El mismo don Francisco
Javier Lalanne es actualmente consejero y fundador de importantes
empresas y propietario de bodegas y ganaderías en su
pueblo natal. Parece que, con ocasión de la quiebra
de la razón social "Escrivá, Mur y Juncosa",
de la que ya he hablado, la familia Escrivá-Albás
recibió alguna ayuda de la familia Lalanne-Fajarnés.
No tendría nada de extraño que el asiduo trato
de doña Dolores Albás y de su hijo con esta
rica familia de Barbastro hubiese ejercido alguna influencia
en las aspiraciones que empezaban a despertarse en la tierna
imaginación del futuro fundador del Opus Dei.
Muchos recuerdos del niño José María
Escrivá guarda también su vecino don Martín
Sambeat, propietario de la tienda que, en la calle General
Ricardos, está precisamente frontera a la que fue propiedad
de "Escrivá, Mur y Juncosa, sociedad colectiva",
actualmente regentada por los señores Lacambra. Don
Martín dice que cuando monseñor estuvo en Zaragoza
para ser investido doctor honoris causa por su universidad,
le visitó en compañía de otras personas
y habló con él durante un rato. "Yo me
impresiono en cuanto veo un tío con galones",
dice don Martín con su natural llaneza aragonesa, "y
al ver a aquellos señores tan encopetados que le acompañaban,
empecé a tratar de usted al padre Escrivá. El
me dijo: "Pero, Martín, ¿cómo tratarías
tú a tus cuñados? De tú, ¿verdad?
Pues tutéame, hombre." Sambeat quedó encantado
con la visita. El padre Escrivá le dijo: "¿Todavía
eres tan bruto? Recuerdo que me sacudías." Y Martín
le contestó: "Ay, madre, estoy condenao por pegarte
a ti."
La esposa de Martín Sambeat había sido también
compañera de José María Escrivá
en el colegio de las monjas. Esta señora pertenece
a la familia Lacau, que posee todavía una armería
en Barbastro y que debió de tener una estrecha amistad
con las familias tanto del padre como de la madre de monseñor.
Don Luis Lacau, el anciano armero, me dijo que monseñor
se hospedaba en su casa cuando, algunas veces, iba de incógnito
a Barbastro. Pero, aparte de estos recuerdos personales, no
son muchos los datos que pueden encontrarse sobre la infancia
de monseñor. Sabemos por un documento que se encuentra
en la catedral de Barbastro, que el 23 de abril de 1912 José
María Escrivá recibió la Confirmación
de manos del administrador apostólico de Barbastro,
don Antonio Ruano Martín, siendo su padrino don Ignacio
Camps. Pero no sabemos mucho más y no volvemos a encontrar
pruebas documentales hasta que, en 1915, la familia Escrivá-Albás
se va a vivir a Logroño y registramos el traslado del
expediente de estudios del mocito José María
al Instituto de Enseñanza Media de la capital de la
Rioja.
Cuando, a principios de 1970, visité Barbastro, encontré,
entre las personas con las cuales estuve conversando, una
gran excitación respecto al hecho de que la villa hubiese
sido la cuna del fundador del Opus Dei. Apenas era posible
comprender el clima que allí se respiraba sin tener
en cuenta los extremos que, en un país tan centralista
como España, alcanza lo que podríamos llamar
la "soledad provincial". El hecho de contar entre
sus hijos con una ilustre personalidad y con ascendiente en
Madrid, representa para pueblos y ciudades la posibilidad
de abreviar antesalas, abrir sésamos que de otra manera
permanecerían cerrados y acelerar gestiones y expedientes
para la solución de los problemas que tienen planteados.
"¿Se da usted cuenta de lo que significa para
nosotros que este señor haya nacido aquí?",
me decían. Alguien me dijo una frase que se me quedó
grabada: "Barbastro es el Belén del Opus Dei."
Una persona que no tenía nada que ver con el Instituto
fundado por su ilustre conciudadano me decía: "Tengo
que ser simpatizante de la Obra porque yo soy de Barbastro
y me doy cuenta de que beneficia al pueblo."
En octubre de 1969 había sido nombrado el llamado
"gobierno homogéneo" en el que había
algunos ministros vinculados a la Obra, y en Barbastro se
tenía la impresión de que el Opus se volcaría,
como suele decirse, en la concesión de beneficios a
la villa. Se había aprobado por entonces el proyecto
de canalización del río Vero, en cuyas orillas
está situado Barbastro, y se había concedido
un polígono de viviendas y no eran pocas las personas
que creían que esto se debía a la influencia
del Opus. Otros decían, por el contrario, que estos
expedientes habían seguido su curso normal y que el
Opus no había influido en absoluto en su aprobación.
Cuando, por aquellas fechas, fue suprimido el ferrocarril
de Barbastro a Selgua, que para la ciudad suponía el
enlace con la línea Zaragoza-Huesca, muchos pensaron
que por influencia de los ministros vinculados al Opus pudiera
echarse abajo el impopular proyecto de desmantelarlo. La desilusión
fue grande cuando se vio que la RENFE llevaba adelante su
propósito y Barbastro se quedó sin tren. No
ha habido en realidad ningún indicio concreto de que
la Obra y monseñor hayan hecho nada por "el Belén
del Opus Dei", aparte del proyecto, que está en
curso, de convertir la casa natal del padre Escrivá
(debidamente ampliada mediante la compra de edificios contiguos)
en un centro de actividades educativas y aparte del magno
proyecto de la ermita de Torreciudad, situada a veinte kilómetros
de Barbastro, al que me referiré en seguida. No parece
criticable esta actitud, pues hacer otra cosa podría
ser considerado como favoritismo por el pueblo que es la cuna
del fundador y es posible que monseñor haya favorecido
o piense favorecer a Barbastro empleando esas influencias
indirectas y rodeos tan propios de su complicada personalidad.
En cualquier caso, según he podido comprobar en viajes
posteriores, hay cierto desencanto entre los barbastrinos,
y flota en el ambiente el temor de que monseñor Escrivá
de Balaguer, a pesar de que él mismo lo haya desmentido,
no tenga de verdad cariño a su pueblo natal, donde
su familia pasó las tribulaciones que se sabe con ocasión
de la quiebra del negocio textil que regentaba. Por su parte,
Barbastro se ha volcado en atenciones a su ilustre hijo. En
la parte nueva de la ciudad se ha abierto una avenida que
lleva el nombre de monseñor Escrivá de Balaguer.
Ya hemos dicho que se le concedió el título
de hijo predilecto de la villa. Y, en septiembre de 1974,
la corporación municipal decidió concederle
la medalla de oro de la ciudad, distinción que viene
a añadirse a la larga lista de sus títulos.
Como decía un barbastrino con quien estuve hablando:
"Esto es lo que debemos hacer. Al Opus Dei no hay que
pedirle. Hay que darle."
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