VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ DE
BALAGUER, FUNDADOR DEL OPUS DEI
TORRECIUDAD
Refieren fuentes dignas de confianza que, estando el niño
José María en el pueblo de Fonz, próximo
a Barbastro, adonde había ido para pasar unos días
en casa de un tío cura que allí tenía,
le sobrevinieron unos ataques cuya gravedad diagnosticó
el médico consultado. Adoptados los recursos de la
ciencia y desahuciado el niño por los doctores que
en Fonz, Barbastro y Huesca le examinaron, su madre, doña
Dolores, le llevó a la ermita de Torreciudad, de cuya
Virgen era muy devota, y José María sanó
a los pocos días. Al preguntar a los informadores de
qué tipo de enfermedad se trataba, algunos de ellos
dicen que José María Escrivá padecía
"alferecías", que es lo que modernamente
se llama epilepsia, y añaden que entre 1902 y 1913
había muerto del mismo mal algún otro hijo o
hija de la familia Escrivá-Albás [La mayor
de los hermanos Escrivá Albas, nacida en 1899, era
Carmen, la "tía Carmen", como la llamaban
los socios del Opus. El segundo, Josemaría, nacido
en 1902 y el tercero, Santiago que nació cuando la
familia vivía ya en Logroño, en 1919. Entre
el segundo y el tercer hijo murieron tres niñas: Rosario,
Lolita y Asunción] Según un reportaje publicado
por Joaquim Ibarz en el diario "Tele/eXprés"
de Barcelona sobre el santuario de Torreciudad, un representante
del Patronato que le acompañó a visitar las
obras, el señor Riera Marsá, le dijo al periodista
que el mal que aquejaba en aquella ocasión al futuro
fundador era "meningitis o una enfermedad parecida".
Cualquiera que fuese su dolencia, el hecho es que el mismo
padre Escrivá ha contado: "Mis padres me llevaron
a Torreciudad. Mi madre me llevó en sus brazos a la
Virgen. Iba sentado en la caballería, no a la inglesa,
sino en silla, como entonces se hacía, y pasé
miedo porque era un camino muy malo." Y según
el ya mencionado señor Riera Marsá contaba a
Ibarz, "cuando el médico fue a casa de monseñor,
preguntó a su madre: "¿Cuándo ha
muerto el niño?" Pero el niño, gracias
a la intercesión de la Virgen de Torreciudad, había
curado completamente y estaba jugando con sus amiguitos."
El santuario de Torreciudad se encuentra a algo menos de
veinte kilómetros de Barbastro, a cuya diócesis
pertenece la parroquia de Bolturina de la que depende. El
santuario está hoy situado a orillas del pantano de
El Grado, construido en estos años sobre el río
Cinca. Lo que antes era un lugar remoto, metido en las montañas
del Somontano o bajo Pirineo aragonés, tiene hoy cómodos
accesos gracias a las carreteras construidas por el Estado
para el servicio de la presa. "Obras de la presa de El
Grado", decía un gran cartel que pude ver cuando
visité el lugar antes de entrar en el recinto donde
se está construyendo el fastuoso complejo religioso-cultural-histórico-educativo-agrario
de Torreciudad. Dentro del recinto, grandes carteles en varios
idiomas anuncian: "El santuario y las obras sociales
anejas se construyen con la generosa ayuda de muchas personas
movidas por su amor a la Santísima Virgen. Agradeceríamos
su donativo."
Expertos con quienes hablé me dijeron que el presupuesto
de Torreciudad ascendía a más de mil millones
de pesetas. Otras estimaciones más recientes lo aproximan
a los dos mil millones. Hay que tener en cuenta que en las
obras se han utilizado solamente materiales de primerísima
calidad. Se han comprado, por ejemplo, tejas y otros materiales
de construcción procedentes de edificios antiguos de
la región. La llamada "Casa de la Compañía",
del pueblo de Graus, está siendo trasladada piedra
a piedra a Torreciudad. En la ermita, en el templo y en muchos
otros edificios del complejo se han esculpido a mano en la
piedra la rosa (cuya significación estudiaremos más
adelante) y otros símbolos del Opus Dei. Ibarz decía
en su reportaje que ha sido encargado al escultor catalán
Juan Mayné, profesor de la Escuela de Bellas Artes
de Barcelona, un gran retablo de 15 metros de altura por 9,30
de anchura, que será construido totalmente en alabastro
y cubrirá toda la cabecera de la iglesia. En la cripta
se instalarán cuarenta confesionarios. El arquitecto
a quien se han confiado las obras, don Heliodoro Dols, ha
previsto la construcción de una explanada con capacidad
para cuarenta mil peregrinos a fin de que en los días
de grandes concentraciones se pueda seguir la misa que se
celebrará en el gran altar construido al aire libre
al pie de la torre de la iglesia. Unos 500 obreros trabajan
desde hace varios años en las obras. [Hoy terminadas
con la suntuosidad que estos proyectos anunciaban.]
La devoción a Torreciudad es muy antigua en el Somontano.
Según don Benito Torrellas, autor de la obra La Santísima
Virgen en la provincia de Huesca, editada en Huesca en 1955
y premiada por la Diputación provincial, es completamente
desconocido el origen del santuario y de su imagen. Se supone
que datan del año 1084, en que liberadas las tierras
del Somontano del dominio árabe, fue hallada la imagen
y construida la ermita. Se trata de una Virgen morena, semejante
a la de Nuestra Señora de Montserrat, y existe la leyenda
de que se apareció a unos leñadores de Bolturina
declarándole su deseo de ser allí venerada.
La imagen, de estilo románico, se encuentra actualmente
en Madrid, donde está siendo restaurada. El señor
Torrellas transcribe una copla que hace referencia a la gran
antigüedad de esta devoción aragonesa:
Vuestra imagen fue el consuelo ya de antiguo del cristiano
antes que el fiero africano
profanara vuestro suelo.
En el viejo cuaderno de dedicatorias que se guarda en la
ermita pude copiar algunas frases que manifestaban la devoción
de los habitantes del Somontano a la Virgen de Torreciudad.
He aquí algunos ejemplos: "Virgen Santa, Virgen
pura, que apruebe la asignatura"; "Virgen Santa,
que me cure las anginas"; "Te pedí un hijo
y me lo diste. Y ahora me lo has llevado. Gracias"; "Llegué
a mi pueblo el día 15 de mayo y ahora escribo esto
para que se sepa que soy el 34 ermitaño de Torreciudad".
Para que se vea lo retorcido de los procedimientos que el
Opus Dei emplea para hacer las cosas (lo que no es más
que un trasunto de la complicada personalidad del padre) diré
que la iniciativa de levantar el fabuloso complejo que sobrepasará
en grandiosidad y coste a obras como el Valle de los Caídos,
no partió del Opus Dei ni de monseñor, a pesar
de la grandísima devoción que profesan a la
Virgen de Torreciudad. La iniciativa partió, se dice,
de un "grupo de hombres procedentes de cada uno de los
reinos que componen la antigua Corona de Aragón",
a saber, Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca,
los cuales quisieron devolver a Torreciudad su antiguo esplendor.
Este "grupo de hombres", cuya identidad no se especifica,
constituyeron un Patronato y confiaron después al Opus
Dei la dirección espiritual de la magna empresa. La
Obra es maestra en combinaciones jurídicas, y lo cierto
es que el Opus Dei no tiene, jurídicamente hablando,
ninguna vinculación al grandioso complejo que se está
construyendo a orillas del embalse de El Grado. Monseñor
y su Obra, que se pasan la vida desmintiendo cosas, podrían
siempre desmentir que el Opus Dei tenga nada que ver con la
idea ni con la realización del proyecto.
El hecho de que la iniciativa de la construcción de
Torreciudad fuera debida a "un grupo de hombres"
de la Corona de Aragón impuso la necesidad de dar al
proyecto una orientación histórico-cultural
que satisficiera la muy catalano-aragonesa aspiración
de devolver su antiguo esplendor a una perdida ermita del
Somontano, donde el fundador del Opus Dei fue sanado, de niño,
de una enfermedad por la milagrosa intercesión de la
Virgen. Así surgió la idea de crear un centro
de estudios históricos de la Corona de Aragón
que se albergará en un grandioso edificio construido
en las proximidades del no menos grandioso templo y que contará
con una residencia para investigadores e historiadores y con
una biblioteca compuesta por miles de volúmenes, según
se encargan de pregonar los folletos que se entregan con profusión
al visitante de las obras de Torreciudad. Junto a este centro
se crearán también otros centros de formación
religiosa, cultural y educativa destinados a los habitantes
de la comarca, que cumplen con el requisito no sólo
de ser "de todas las clases sociales" como el Opus
gusta de decir, sino también de pertenecer a la antigua
Corona de Aragón. Y hay más. Va a crearse un
centro femenino de formación rural, varias casas de
Ejercicios y retiros, residencias de profesores y alumnos,
hosterías para peregrinos, instalaciones deportivas,
etc. En abril de 1970 el fundador del Opus Dei realizó
su romería a Torreciudad. Según un folleto editado
por la Obra, monseñor no se detuvo en Barbastro y,
antes de llegar a Torreciudad, descendió del coche
e hizo casi una hora de camino, descalzo, hasta llegar a la
ermita, rezando las tres partes del rosario, las letanías
y otras oraciones.
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