VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ,
FUNDADOR DEL OPUS DEI
"NOS HAN HECHO MINISTROS"
La imaginación popular ha asignado en España
jocosamente al Opus Dei un lema que resume muy bien el juicio
prevaleciente entre los españoles acerca de las actividades
del Instituto: "Por el dinero hacia Dios." La frase
está bien elegida, además, porque tiene resonancias
de un viejo lema: "Por el Imperio hacia Dios", usado
durante los años del triunfalismo. Ya hemos dicho lo
inútil que resulta discutir con los socios del Opus
Dei acerca de los objetivos que la Obra persigue en lo temporal.
Con argumentos muy simples, sin permitir al interlocutor entrar
en un examen racional del problema, los opusdeístas
se limitan a negar la participación de la Obra en la
política y a declarar la absoluta libertad de sus miembros.
Como dice Artigues, sin embargo, en la España actual
queda fuera de discusión que el Opus Dei ha adquirido,
"volens nolens", quieras que no, el aspecto de un
organismo que no es exclusivamente religioso. Y la realidad
es que la acusación que en España -e insisto
en hablar de España porque es el país clave
para la comprensión de la Obra, cuya existencia sería
inexplicable fuera del contexto de la historia contemporánea
española- se hace al Opus Dei es la de ser una organización
político-religiosa que cuenta con enormes medios materiales
y cuyo contenido doctrinal tiene un carácter integrista
y tecnocrático. La acusación está fundada
no sólo en "habladurías de la gente",
sino en textos de los teólogos y moralistas del Opus
Dei. Esta es la impresión que se saca de Camino o de
la lectura de la tesis doctrinal de Escrivá, "La
abadesa de las Huelgas" ante cuya cuasi episcopal y también
civil y penal potestad -pues ejercía jurisdicción
sobre los pueblos de su señorío y dictaba sentencia
y fulminaba censuras para la persecución de delitos-
manifiesta el autor una admiración sin límites.
O bien del pequeño tratado del opusdeísta Juan
Bautista Torelló sobre "La espiritualidad de los
laicos", de contenido tan marcadamente antiprogresista
o de la tesis de José María Hernández
de Garnica que dice a propósito del papel de los laicos
en la sociedad:
La participacion en la función regia de Cristo
se traduce para los seglares en el esfuerzo por dominar
todas las estructuras terrenas, incorporándolas al
nuevo orden que ha sido instaurado por Jesucristo al encajarlas
en el lugar que Dios desea dentro de la Creación.
Desde un punto (de vista doctrinal, esta acusación
de integrismo ha sido formulada por el teólogo suizo
Hans Urs von Balthasar. En un artículo dedicado precisamente
al Opus Dei y publicado en "Neue Zürcher Nachrichten"
que lleva por título "Integralismus", dice
este teólogo católico:
El integrista se esfuerza por todos los medios visibles,
ocultos, públicos y secretos, en lograr primeramente
una posición de poder político y social para
la Iglesia con vistas a predicar el sermón de la
Montaña y el Gólgota desde esta fortaleza
y desde este púlpito ganados a puño. Esto,
que a primera vista parece meramente táctico, encierra
en sí, por fuerza, un juicio de valor. El valor final
por cuyo motivo se reúne, se atesora y se invierte
primariamente el dinero, el poder terreno. La organización
se convierte primariamente e indefectiblemente en el remolque
del supuesto valor instrumental, siendo así que el
valor final es sencillamente el Cordero Humillado y el Amor
Crucificado.
Es preciso preguntarse, naturalmente, hasta qué punto
es posible que el pensamiento del padre Escrivá y del
Opus Dei haya cambiado desde la época de la redacción
de los textos fundamentales, apartándose de la ideología
que con tan vehementes sospechas de verosimilitud ha sido
tachada de integrismo. Desde Camino, completado por algunos
otros libros que ya hemos mencionado, como "Santo Rosario"
y "La abadesa de las Huelgas", el padre Escrivá
no ha vuelto a hacer una exposición de su doctrina.
En el libro de "Conversaciones" que recoge una serie
de entrevistas originalmente publicadas en varios periódicos
en años recientes, lo que monseñor hace es,
más que exponer sus ideas, desmentir las acusaciones
generalmente formuladas contra el Opus Dei y salir al paso
de todas las críticas y censuras que se han hecho a
la Obra. No hay ningún momento en que monseñor
parezca dispuesto a reconocer en sus respuestas errores pasados
o planteamientos que el tiempo le haya hecho superar o corregir.
Solamente recuerdo en todo el libro una frase en que asoma
muy tímidamente una concepción "historicista".
Cuando se defiende de las acusaciones de clericalismo que
se le lanzan por haber dicho que "el matrimonio es para
la clase de tropa", se apresura a afirmar que él
es quien más decididamente ha defendido el carácter
sagrado del matrimonio y añade que con esa expresión
no hacía más que recoger las ideas vigentes
en la Iglesia en su época. Es el único momento
en que parece sostener que existe la posibilidad de que su
pensamiento haya podido modificarse. Por lo demás,
durante todas las "Conversaciones" se parapeta en
su férrea convicción de la inmutabilidad y eterna
vigencia de la ideas fundacionales. [El historiador inglés
y ex-jesuita Michael Walsh, en su libro El
Mundo Secreto del Opus Dei, ha señalado que Monseñor
Escrivá no dejó ni una sola obra de Teología
ni de exégesis bíblica. Y, a pesar de ello,
en la propaganda de la Obra, se le cita junto a San Agustín,
San Juan Crisóstomo o Santo Tomás de Aquino.]
No hay por tanto ningún motivo para creer en una evolución
del Opus Dei como consecuencia de los diametrales cambios
operados en el pensamiento católico en nuestra época.
Las variaciones son de lenguaje, de presentación, de
fachada y, después del Concilio Vaticano II, la Obra
ha quedado claramente situada en lo que, para entendernos,
llamaríamos la extrema derecha del Catolicismo [El
padre Valentín Feltzman, el mismo que reveló
las simpatías pro-nazis del fundador del Opus Dei,
dijo igualmente a la revista "Newsweek" que Escrivá,
acompañado de Alvaro del Portillo, viajó a Grecia
en 1966 para tratar de integrar al Opus Dei en la iglesia
Ortodoxa porque con el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica
"iba a la ruina".] y aquí surge un tema
que merece la pena mencionar aunque caiga fuera del ámbito
de un trabajo sobre la personalidad de1 fundador. Me refiero
al pretendido pluralismo de los miembros de la Obra a quienes
el padre no hace más que repetir que "sois libérrimos".
Es evidente que existe una notable diferencia entre, pongamos
por caso, el padre Urteaga, autor de "El valor divino
de lo humano", sin duda el libro más belicosamente
integrista del opusdeísmo, y un profesor y periodista
como Antonio Fontán, que, junto con Rafael Calvo Serer,
capitaneó uno de los más serios intentos de
transformación de la prensa española creando,
en torno al diario "Madrid", lo que él mismo
llamó una fecunda "convergencia" que permitió
hacer el gran periódico que la Administración
terminó cerrando.
Los nombres de Fontán y Calvo Serer, quien desde una
posición integrista en la época en que escribió
"España sin problema" pasó a una actitud
liberal y a una ruptura con el régimen, han servido
para fundamentar la idea del pluralismo de la Obra. Hay que
decir en primer lugar que tanto Fontán como Calvo Serer
se mantienen dentro de la "discreción" opusdeísta.
Se cita a Calvo Serer diciendo que "del Opus no hay que
hablar, ni en bien ni en mal", y Antonio Fontán,
en su libro "Los católicos en la universidad española
actual", ha dedicado todo un capítulo a desmentir
las acusaciones que se hacen al Opus con argumentos tan simplistas
como los que utilizan todos los miembros de la Obra. La necesidad
de mantener "el buen nombre de la familia" es primordial
en un Instituto que no es en esencia más que la ampliación
de la familia Escrivá primigenia. Pero uno no puede
dejar de preguntarse cómo es posible que el ex director
del diario "Madrid" esté totalmente de acuerdo
con una organización cuyo fundador, según cuenta
el ya citado ex miembro de la Obra Alberto Moncada, comentó
cuando socios del Opus Dei entraron a formar parte del gobierno
español: "Nos han hecho ministros."
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