CONTRAPUNTOS AL CAMINO DEL
OPUS DEI
Autor: Mosén Josep Dalmau
CORAZÓN
Punto 146. Me das la impresión de que llevas
el corazón en la mano, como ofreciendo una mercancía:
¿quién lo quiere? -Si no apetece a ninguna criatura,
vendrás a entregarlo a Dios. ¿Crees que han
hecho así los santos?
Contrapunto. Demasiadas veces ofreces a Dios tu corazón
sin saber lo que ofreces. Si lo ofrecieras y abrieras a tu
alrededor -y no en tu rinconcito de dirección espiritual-
tu prójimo te lo llenaría de vida -grandeza
y miseria de los hombres-. Y un día podrías
hacer una ofrenda real de tu existencia a Dios.
Punto 147. ¿Las criaturas para ti? -Las
criaturas para Dios: si acaso, para ti por Dios.
Contrapunto. Todo lo que te rodea es para ti. No te
desentiendas de lo que dejas a un lado o llevas entre manos.
Al Dios verdadero sólo se le encuentra a través
de esto. Nunca al margen.
Punto 148. ¿Por qué abocarte a beber
en las charcas de los consuelos mundanos si puedes saciar
tu sed en aguas que saltan hasta la vida eterna?
Contrapunto. No te escapes de las charcas del mundo,
de los otros hombres. Tú eres uno de ellos o, de lo
contrario, estás más pringado que cualquiera.
Punto 149. Despréndete de las criaturas
hasta que quedes desnudo de ellas. Porque -dice el Papa San
Gregorio- el demonio nada tiene propio en este mundo, y desnudo
acude a la contienda. Si vas vestido a luchar con él,
pronto caerás en tierra: porque tendrá de donde
cogerte.
Contrapunto. Dirígete a las criaturas con aquel
respeto y veneración que se tiene cuando se abren los
brazos a lo que más se quiere. Sobre todos los seres
aletea el espíritu de Dios. Dios está ausente
sólo de donde no hay nada ni nadie.
Punto 150. Parece como si tu Angel te dijera: tienes tu
corazón lleno de tanta afección humana!... -Y
luego: ¿eso quieres que custodie tu Custodio?
Contrapunto. Tienes el corazón tan desarraigado
de afecto a los hombres y a las cosas, que ha quedado vacío
de todo humanismo y de toda religiosidad encarnada. Así
no merece la pena que lo custodie nadie. Ni tu ángel
de la guarda.
Punto 151. Desasimiento. - Cómo cuesta!...
Quién me diera no tener más atadura que tres
clavos ni más sensación en mi carne que la Cruz!
Contrapunto. No hay nada en el mundo que tenga sustancia
bastante para saciarnos plenamente. A partir de esta experiencia,
la desilusión es un retroceso. En cambio, no haber
palpado la finitud de las cosas supone recaer a menudo en
el mezquino interés de sus mismas limitaciones. La
cruz entonces es una nave sin carga.
Punto 152. ¿No presientes que te aguarda
más paz y más unión cuando hayas correspondido
a esa gracia extraordinaria que te exige un total desasimiento?
-Lucha por El, por darle gusto: pero fortalece tu esperanza.
Contrapunto. No vayas a creerte que una gracia extraordinaria
te conduce hacIa alguna parte; seria síntoma de un
orgullo y de una vanidad fuera de toda medida. El sentido
religioso de las cosas está abierto a todos los hombres.
Aquí radica su fuerza y su exigencia.
Punto 153. Anda!, con generosidad y como un niño,
dile: ¿qué me irás a dar cuando me exiges
"eso"?
Contrapunto. Es una simplonería pensar que
detrás de una exigencia tuya hay una recompensa divina
mayor. Señor, que haga lo que pienso que tengo que
hacer por fidelidad, sin esperar recompensa.
Punto 154. Tienes miedo de hacerte, para todos,
frío y envarado. Tanto quieres despegarte! -Deja esa
preocupación: si eres de Cristo - todo de Cristo!-,
para todos tendrás -también de Cristo- fuego,
luz y calor.
Contrapunto. Tienes miedo de hacerte para todos frío
y envarado. Y tienes razón. ¡Es tan fácil
andar por esta vía muerta a la hora de coger el timón
de nuestras acciones! ¡Es tan frecuente esta mascarada
de infatuado s perfectos en nuestras iglesias! Claro que no
abundan menos fuera.
Punto 155. Jesús no se satisface "compartiendo":
lo quiere todo.
Contrapunto. Cristo no lo quiere todo. Quiere que
compartas con Él y con los otros todas tus cosas.
Punto 156. No quieres sujetarte a la Voluntad de
Dios... y te acomodas, en cambio, a la voluntad de cualquier
criaturilla.
Contrapunto. Ten presente la voluntad de los otros
y acepta los datos reales de tu circunstancia. Estarás
así en condiciones humanas, ¿por qué
tú quieres perfeccionarte y alejarte las ilusiones
e idealismos hueros, sino en la pura realidad de las cosas.
Punto 157. No me saques las cosas de quicio: si
se te da Dios mismo, ¿a qué ese apego a las
criaturas?
Contrapunto. En verdad que no conviene sacar las cosas
de quicio. Si Dios mismo para liberarnos se encarnó
en las condiciones de encontrar la voluntad de Dios, que se
revela, no en de los hombres a medida que te espiritualizas?
Punto 158. Ahora son lágrimas. -¿Duele,
eh? - Claro, hombre!: por eso precisamente te han dado ahí.
Contrapunto. ¿Lloras ahora porque te encuentras
solo? Claro, hombre, claro, ¿no ves que te encuentras,
delante de Dios, desligado de la gran aventura humana por
tu suficiencia espiritual? Has perdido mucho de vista a tus
hermanos.
Punto 159. Flaquea tu corazón y buscas un
asidero en la tierra. -Bueno; pero cuida de que el apoyo que
tomas para no caer no se convierta en peso muerto que te arrastre,
en cadena que te esclavice.
Contrapunto. Cuando tu corazón se espanta y
desfallece, piensa que cualquier asidero de esta tierra es
apto para mantenerte en pie. Cristo se encarnó en ella
y en ella te ofrece su mano amiga, si la sabes ver: en el
lirio del campo o en el pájaro del bosque.
Punto 160. Dime, dime: eso... ¿es una amistad
o es una cadena?
Contrapunto. ¿Qué amistad no encadena?
Punto 161. Haces un derroche de ternura. -Y te
digo: caridad con tus prójimos, sí: siempre.
-Pero -óyeme bien, alma de apóstol-, es de Cristo,
y sólo para El, ese otro sentimiento que el Señor
mismo ha puesto en tu pecho. -Además..., no es cierto
que al descorrer algún cerrojo de tu corazón
-siete cerrojos necesitas- más de una vez quedó
flotando en tu horizonte sobrenatural la nubecilla de la duda...,
y te preguntas, atormentado a pesar de tu pureza de intención:
¿no habré ido demasiado lejos en mis manifestaciones
exteriores de afecto?
Contrapunto. Renunciando a la ternura no conseguirán
tener alma de apóstol. Todo lo contrario. Marta y María
podrían decimos mucho de esto. Una gran parte de la
paternidad divina se descubre a partir de esta vivencia. ¡Cuántas
veces la ausencia de un poco de calor, de una miaja de afecto,
nos aleja para siempre de una persona! Si Dios es amor, también
es ternura.
Punto 162. El corazón, a un lado. Primero,
el deber. -Pero, al cumplir el deber, pon en ese cumplimiento
el corazón: que es suavidad.
Contrapunto. No dejes jamás el corazón
a un lado. Ama lo que tienes que hacer. Es peligroso abandonar
unas cosas tan importantes.
Punto 163. Si tu ojo derecho te escandalizare...,
arráncalo y tíralo lejos! - pobre corazón,
que es el que te escandaliza! Apriétalo, estrújalo
entre tus manos: no le des consuelos. -Y, lleno de una noble
compasión, cuando los pida, dile despacio, como en
confidencia: "Corazón, corazón en la Cruz!,
corazón en la Cruz!"
Contrapunto. Las contorsiones contrahechas del corazón
lo lastiman y no pueden canalizar sus aspiraciones. No estrujes
nada dentro de ti mismo. Ábrete más bien a nuevos
horizontes.
Punto 164. ¿Cómo va ese corazón?
-No te me inquietes: los santos -que eran seres bien conformados
y normales, como tú y como yo -sentían también
esas "naturales" inclinaciones. Y si no las hubieran
sentido, su reacción "sobrenatural" de guardar
su corazón -alma y cuerpo- para Dios, en vez de entregarlo
a una criatura, poco mérito habría tenido. Por
eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón
no debe ser obstáculo para un alma decidida y "bien
enamorada".
Contrapunto. ¿Tu corazón sufre vaharadas
de depresión o de desazón? Nada nuevo. Los santos
-que eran personas, pobres hombres como tú y yo- sentían
también sus sacudidas. En el fondo nuestro mérito
no procede de los obstáculos vencidos, sino de la intensidad
de nuestra decisión y de nuestra constancia.
Punto 165. Tú... que por un amorcillo de
la tierra has pasado por tantas bajezas, ¿de veras
te crees que amas a Cristo y no pasas, por El!, esa humillación?
Contrapunto. Lo que Cristo te exige en conciencia
ennoblece siempre. No pienses que te rebajas o que te humillas
por mantenerte fiel a tu conciencia.
Punto 166. Me escribes: "Padre, tengo... dolor
de muelas en el corazón". -No lo tomo a chacota,
porque entiendo que te hace falta un buen dentista que te
haga unas extracciones. Si te dejaras!...
Contrapunto. Me dices: "Tengo un dolor de muelas
en el corazón; ¿cómo extirparlo, Padre?".
Esto es un enfoque equivocado, amigo. Los dolores del corazón
no se extraen corno una muela. Se trata de enamorarte de cosas
grandes; las muelas podridas se echan entonces con toda facilidad.
Punto 167. "Ah, si hubiera roto al principio!",
me has dicho. -Ojalá no tengas que repetir esa exclamación
tardía.
Contrapunto. No te lamentes nunca de una actitud que
tomaste en el pasado. Los acontecimientos no se pueden borrar.
Pensar en eso es pensar en lo excusado. Corrige y perfecciona
tu vida a partir de lo que eres y de donde estás. No
sabemos nunca lo que nos espera después de tomar una
decisión. Tener confianza en la vida es una bonita
manera también de creer en Dios.
Punto 168. "Me hizo gracia que hable usted
de la "cuenta" que le pedirá Nuestro Señor.
No, para ustedes no será Juez -en el sentido austero
de la palabra- sino simplemente Jesús". -Esta
frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más
de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo.
Contrapunto. No te fíes ni del obispo más
santo, si te dice presuntuosamente que nuestro Señor
no será un Juez para ti. Es posible que su conducta
favorezca sus planes apostólicos, lo que no quiere
decir que sean los planes de Dios. En este mundo todos somos
culpables. Que te consuele sólo la presencia de Cristo
y no los miedos de los hombres.
Punto 169. Te acogota el dolor porque lo recibes
con cobardía. -Recíbelo, valiente, con espíritu
cristiano: y lo estimarás como un tesoro.
Contrapunto. El dolor no se ha de recibir o acoger
con cobardía o con valentía. Es un elemento
sobrante, como el excremento de la vida.
Punto 170. Qué claro el camino!... Qué
patentes los obstáculos!... Qué buenas armas
para vencerlos!... -Y, sin embargo, cuántas desviaciones
y cuántos tropiezos! ¿Verdad? -Es el hilillo
sutil -cadena: cadena de hierro forjado-, que tú y
yo conocemos, y que no quieres romper, la causa que te aparta
del camino y que te hace tropezar y aun caer. -¿A qué
esperas para cortarlo... y avanzar?
Contrapunto. No hay caminos del todo claros. Sospecha
de los panoramas demasiado hermosos. Te los pintan al óleo.
No son reales. En todas partes hay obstáculos ocultos
que te obligarán a improvisar tu marcha hacia adelante.
Punto 171. El Amor... bien vale un amor!
Contrapunto. El Amor -no seas mezquino- vale mucho
más que tu corazón. Vale toda una vida, matrimonial
o celibataria.
Arriba
Anterior - Siguiente
Volver
a Libros silenciados
Ir a la página
principal
|