CONTRAPUNTOS AL CAMINO DEL
OPUS DEI
Autor: Mosén Josep Dalmau
VIDA DE INFANCIA
Punto 875. No olvides, niño bobo, que el
Amor te ha hecho omnipotente.
Contrapunto. No olvides tus aires de niño bobo
en las grandes empresas. "Felices los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios".
Punto 876. Niño: no pierdas tu amorosa costumbre
de "asaltar" Sagrarios.
Contrapunto. Deja esas travesuras de "asaltador
de sagrarios" y tómate más en serio la
presencia de Dios en todos los rincones de tu vida, sobre
todo en medio de tus hermanos.
Punto 877. Cuando te llamo "niño bueno"
no pienses que te imagino encogido, apocado. -Si no eres varonil
y... normal, en lugar de ser un apóstol serás
una caricatura que dé risa.
Contrapunto. ¿Quieres decir acaso que no te
has parado al comienzo del camino, si todavía te sientes
aludido cuando alguien te llama "niño bueno"?
Punto 878. Niño bueno: dile a Jesús
muchas veces al día: te amo, te amo, te amo...
Contrapunto. Repetir y repetir una misma palabra cuando
se quiere una cosa, sólo lo hacen los niños
y las gentes retrasadas culturalmente. ¿No ves que
es un poco tonto decir, aunque sea a Dios mismo: "Te
amo, te amo, te amo..."?
Punto 879. Cuando te apuren tus miserias no quieras
entristecerte. -Gloríate en tus enfermedades, como
San Pablo, porque a los niños se les permite, sin temor
al ridículo, imitar a los grandes.
Contrapunto. No tengas la poca gracia de gloriarte
de tus miserias. Eso no debe permitirse ni a los niños.
Es ridículo.
Punto 880. Que tus faltas e imperfecciones, y aun
tus caídas graves, no te aparten de Dios. -El niño
débil, si es discreto, procura estar cerca de su padre.
Contrapunto. Para ser sinceros, es más fácil
olvidar a Dios cuando uno es bueno que en medio de graves
caídas. No sin razón la gente se acuerda de
santa Bárbara cuando truena. Intenta superar esta actitud
infantil y primaria.
Punto 881. No te apures, si te enfadas, cuando
haces esas pequeñas cosas que El te pide. -Ya llegarás
a sonreír... ¿No ves con qué mala gana
da el niño sencillo a su padre, que le prueba, la golosina
que tenía en sus manos? -Pero, se la da: ha vencido
el amor.
Contrapunto. No pases por alto tus enfados, como ignorándolos,
cuando haces las pequeñas cosas que Dios te pide. Eso
quiere decir que no hilas muy fino en tu conducta. Examínate.
No sea que, como un niño mal acostumbrado, llegues
a hacerte a ellos. Los enfados son siempre síntomas
de inmadurez.
Punto 882. Cuando quieres hacer las cosas bien, muy
bien, resulta que las haces peor. -Humíllate delante
de Jesús, diciéndole: ¿has visto cómo
todo lo hago mal? -Pues, si no me ayudas mucho, aún
lo haré peor! Ten compasión de tu niño:
mira que quiero escribir cada día una gran plana en
el libro de mi vida... Pero, soy tan rudo!, que si el Maestro
no me lleva la mano, en lugar de palotes esbeltos salen de
mi pluma cosas retorcidas y borrones que no pueden enseñarse
a nadie. Desde ahora, Jesús, escribiremos siempre entre
los dos.
Contrapunto. Cuando quieres hacer las cosas bien,
muy bien, y salen peor, no lo atribuyas directamente a tu
vanidad o a tu orgullo; debe de andar de por medio una obsesión
que te hace perder de vista el contorno de lo que estás
haciendo y explica el que después no encaje. Clarificar
interiormente tu actitud religiosa es un paso positivo, pero
no te detengas en eso; tienes que acabar yendo al médico
especialista. La vida religiosa no es un "curalotodo".
Punto 883. Reconozco mi torpeza, Amor mío,
que es tanta..., tanta, que hasta cuando quiero acariciar
hago daño. -Suaviza las maneras de mi alma: dame, quiero
que me des, dentro de la recia virilidad de la vida de infancia,
esa delicadeza y mimo que los niños tienen para tratar,
con íntima efusión de Amor, a sus padres.
Contrapunto. Te repito lo mismo: la religión
no es una especie de supermercado a donde puedas ir en busca
de cualquier cosa. Es algo que está en todas partes
y en todas las cosas. Lo que es harto distinto. En consecuencia,
después de afinar tu motivación religiosa importa
que ajustes -como los motores- los mecanismos de tu comportamiento
cuando te encuentras torpe y zafio delante de Dios y de los
hombres. Pensar que Dios ha de resolvernos todo es una actitud
tan infantil como pensar que nuestro padre lo sabe y lo puede
todo.
Punto 884. Estás lleno de miserias. -Cada
día las ves más claras. -Pero no te asusten.
-El sabe bien que no puedes dar más fruto. Tus caídas
involuntarias -caídas de niño- hacen que tu
Padre-Dios tenga más cuidado y que tu Madre María
no te suelte de su mano amorosa: aprovéchate, y, al
cogerte el Señor a diario del suelo, abrázale
con todas tus fuerzas y pon tu cabeza miserable sobre su pecho
abierto, para que acaben de enloquecerte los latidos de su
Corazón amabilísimo.
Contrapunto. Es todo un niño ingenuo el que,
al hacerse mayor, no descubre con más claridad sus
propias miserias. Nos tiene que suceder como al verdadero
sabio: a más ciencia, más conciencia de la propia
ignorancia. Las miserias que son caídas involuntarias
-como en los niños chicos- pueden y deben ser eliminadas
revisando nuestros mecanismos de conducta. A un hombre adulto
no le cuadra bien aquello de: "¡Yo soy así!".
Puedes hacerte de otra manera: he aquí la grandeza
del hombre. Y en las caídas voluntarias -que también
las tenemos y mayores que cuando íbamos a la escuela-
hay también mucho que hacer. En primer lugar, no disimularlas
o ignorarlas, como se suele hacer corrientemente; en segundo
lugar, descubrir valientemente la evidencia de que la malicia
está instalada en nuestra vida tan sólidamente
como la bondad. Esto nos hará más comprensivos
con las miserias de los otros y nos capacitará para
la sublime experiencia religiosa de "sentirnos salvados"
por Jesucristo, junto con todos los otros hombres.
Punto 885. Un pinchazo. -Y otro. Y otro. - Súfrelos,
hombre! ¿No ves que eres tan chico que solamente puedes
ofrecer en tu vida -en tu caminito- esas pequeñas cruces?
Además, fíjate: una cruz sobre otra -un pinchazo...,
y otro..., qué gran montón! Al final, niño,
has sabido hacer una cosa grandísima: Amar.
Contrapunto. No podemos evitar los malos tratos y
las inconsideraciones de los otros. La vida es una travesía
por una selva virgen donde los arañazos y los golpes
inesperados se suceden sin parar. Cambiar de ruta no favorece
ni poco ni mucho el bienestar exterior. Los otros hombres
-los bardales y zarzas de la selva- son los mismos en todas
partes. El buen explorador termina por no hacer caso de estas
molestias a cada momento. El hombre inmaduro llora y gime,
como un niño desconsolado, a cada paso. Y esto al margen
de la bondad o de la malicia. No vayas a creer que amas de
verdad o eres buena persona si consigues dominarte en estas
cosas.
Punto 886. Cuando un alma de niño hace presentes
al Señor sus deseos de indulto, debe estar segura de
que verá pronto cumplidos esos deseos: Jesús
arrancará del alma la cola inmunda, que arrastra por
sus miserias pasadas; quitará el peso muerto, resto
de todas las impurezas, que le hace pegarse al suelo; echará
lejos del niño todo el lastre terreno de su corazón
para que suba hasta la Majestad de Dios, a fundirse en la
llamarada viva de Amor, que es El.
Contrapunto. No podemos creer -como un párvulo
ignorante- que el perdón de Dios arranca del alma la
cola inmunda ni el peso muerto, resto de todas las impurezas.
Diría más bien que nos quita el fruto del mal
una y otra vez. No la raíz misma del mal. ¿No
te lo dice bien claro tu misma experiencia?
Punto 887. Ese descorazonamiento que te producen
tus faltas de generosidad, tu caídas, tus retrocesos
-quizá sólo aparentes- te da la impresión
muchas veces de que has roto algo de subido valor (tu santificación).
No te apures: lleva a la vida sobrenatural el modo discreto
que para resolver conflicto semejante emplean los niños
sencillos. Han roto -por fragilidad, casi siempre- un objeto
muy estimado por su padre. -Lo sienten, quizá lloran,
pero van a consolar su pena con el dueño de la cosa
inutilizada por su torpeza..., y el padre olvida el valor
-aunque sea grande- del objeto destruido, y, lleno de ternura,
no sólo perdona, sino que consuela y anima al chiquitín.
-Aprende.
Contrapunto. Todo lo que nos pasa puede sernos útil.
Hasta las faltas de generosidad, las caídas y los retrocesos.
Lo que importa es no desaprovecharlos. Todo esto nos hace
entrar en las profundidades ocultas de la existencia. Todo
esto madura y serena nuestra mirada. No nos quedamos por eso
con aquellos ojos saltones de los niños, que no saben
explicarse lo que pasa.
Punto 888. Que vuestra oración sea viril.
-Ser niño no es ser afeminado.
Contrapunto. Que vuestra oración no pierda
la transparencia del niño. Ser viril no quiere decir
ser enrevesado y oscuro.
Punto 889. Para el que ama a Jesús, la oración,
aun la oración con sequedad, es la dulzura que pone
siempre fin a las penas: se va a la oración con el
ansia con que el niño va al azúcar, después
de tomar la pócima amarga.
Contrapunto. Ha entendido muy mal el sentido de la
oración quien va a ella con el ansia con que el niño
va al azúcar después de haberse tenido que tragar
el jarabe amargo. La oración es la ofrenda de toda
nuestra vida, ya sea agradable, ya dolorosa.
Punto 890. Te distraes en la oración. -Procura
evitar las distracciones, pero no te preocupes, si, a pesar
de todo, sigues distraído. ¿No ves cómo,
en la vida natural, hasta los niños más discretos
se entretienen y divierten con lo que les rodea, sin atender
muchas veces los razonamientos de su padre? -Esto no implica
falta de amor, ni de respeto: es la miseria y pequeñez
propias del hijo. Pues, mira: tú eres un niño
delante de Dios.
Contrapunto. Si te distraes demasiado en la oración,
déjala. No debe de responder a tu vida real. Ya volverás
a ella cuando haya menester. De las cosas buenas no conviene
hacer fuegos de artificio. La oración ha de ser como
la respiración, algo estrechamente unido a nuestra
vida. Bien está un rato de gimnasia. Pero no podemos
convertir el día entero en un continuo ejercicio de
respiración. Sería un abuso. y más que
infantil, enfermizo.
Punto 891. Cuando hagas oración haz circular
las ideas inoportunas, como si fueras un guardia del tráfico:
para eso tienes la voluntad enérgica que te corresponde
por tu vida de niño. -Detén, a veces, aquel
pensamiento para encomendar a los protagonistas del recuerdo
inoportuno. Hala!, adelante... Así, hasta que dé
la hora. -Cuando tu oración por este estilo te parezca
inútil, alégrate y cree que has sabido agradar
a Jesús.
Contrapunto. Para mientes de vez en cuando en las
ideas aparentemente inoportunas que te traen loco durante
la oración. No las hagas circular para quitárteles
de encima. Pueden ser problemas que tienes pendientes y a
los que no les dedicas la atención debida. Concédeles
el tiempo que haga falta. No te evadas de los compromisos
en los que la vida te tiene atrapado, como si fueras un niño.
Si tu oración te sirviera al menos para poner al descubierto
tus descuidos, ya no te sería del todo inútil.
Punto 892. Qué buena cosa es ser niño!
-Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la
solicitud acompañe la hoja de sus méritos. Cuando
el que pide es un chiquitín -como los niños
no tienen méritos-, basta con que diga: soy hijo de
Fulano. Ah, Señor! -díselo con toda tu alma!-,
yo soy... hijo de Dios!
Contrapunto. Añorar los años de la infancia
porque las cosas se resolvían como por arte de magia
sin intervención alguna personal es señal de
inmadurez. ¿No has visto como descalifica el que la
gente te conozca sólo por ser hijo de fulano? ¿Es
que tú, por tu cuenta y riesgo, no puedes llegar a
ningún sitio? ¿No sabes que la fidelidad a las
profundas exigencias de cada uno hace de cualquier hombre
un ser único, inédito, exclusivo? Dios te pide
que construyas tu fisonomía propia. No basta con llevar
a cuestas la imagen del padre.
Punto 893. Perseverar. -Un niño que llama
a una puerta, llama una y dos veces, y muchas veces..., y
fuerte y largamente, con desverguenza! Y quien sale a abrir
ofendido, se desarma ante la sencillez de la criaturita inoportuna...
-Así tú con Dios.
Contrapunto. Después de creer y afirmar que
Dios nos desborda con mucha mayor amplitud que un padre a
su hijo, .habría que añadir que el sentido religioso
de la vida no es apto para menores sino por pura aproximación.
Para conseguir, pues, la propia distancia con Dios procura
huir de toda actitud pueril; no sea que en vez de avanzar
retrocedas.
Punto 894. ¿Has presenciado el agradecimiento
de los niños? -Imítalos diciendo, como ellos,
a Jesús, ante lo favorable y ante lo adverso: "
Qué bueno eres! Qué bueno!..." Esa frase,
bien sentida, es camino de infancia, que te llevará
a la paz, con peso y medida de risas y llantos, y sin peso
y medida de Amor.
Contrapunto. Los niños suelen agradecer momentáneamente
y después se olvidan. No saben que el compromiso de
amar llega hasta el sacrificio. Tú conoces el testimonio
de amor de Dios, porque fue fiel hasta morir por nosotros.
Nuestra respuesta no puede quedarse, por eso, en puro agradecimiento
infantil. Está exigiendo un compromiso.
Punto 895. El trabajo rinde tu cuerpo, y no puedes
hacer oración. Estás siempre en la presencia
de tu Padre. -Si no le hablas, mírale de cuando en
cuando como un niño chiquitín... y El te sonreirá.
Contrapunto. Hay aún quien piensa que el trabajo
y las preocupaciones impiden la oración. Y hay por
otra parte quien cree que no se puede orar sin hacer al mismo
tiempo otra cosa. Los unos creen que para orar hay que olvidarse
de todo o, como mínimo, dejarlo detrás de la
puerta. Los otros opinan que no se puede jugar sin tener las
cartas en la mano. Yo diría que la primera actitud
es propia de una criatura inocente, la segunda de una persona
adulta.
Punto 896. ¿Que en el hacimiento de gracias
después de la Comunión lo primero que acude
a tus labios, sin poderlo remediar, es la petición...:
Jesús, dame esto: Jesús, esa alma: Jesús,
aquella empresa? No te preocupes ni te violentes: ¿no
ves cómo, siendo el padre bueno y el hijo niño
sencillo y audaz, el pequeñín mete las manos
en el bolsillo de su padre, en busca de golosinas, antes de
darle el beso de bienvenida? -Entonces...
Contrapunto. Que la primera cosa que te viene a los
labios, después de la comunión, es la petición:
¿"Jesús, dame esto; Jesús, esa alma;
Jesús, aquella empresa"? Aquí tienes una
buena muestra de tu infantilismo. Son síntomas de pura
religión natural, y el cristianismo es muy otra cosa.
¡Ahora se dice incluso que el cristianismo no es una
religión! Tienes que despabilarte deprisa, para ponerte
a tono con el nivel de madurez que ha alcanzado la fe cristiana
de hoy. Aparte otros inconvenientes, tus hijos no te lo perdonarían.
Punto 897. Nuestra voluntad, con la gracia, es
omnipotente delante de Dios. -Así, a la vista de tantas
ofensas para el Señor, si decimos a Jesús con
voluntad eficaz, al ir en el tranvía por ejemplo: "Dios
mío, querría hacer tantos actos de amor y de
desagravio como vueltas da cada rueda de este coche",
en aquel mismo instante delante de Jesús realmente
le hemos amado y desagraviado según era nuestro deseo.
Esta "bobería" no se sale de la infancia
espiritual: es el diálogo eterno entre el niño
inocente y el padre chiflado por su hijo: -¿Cuánto
me quieres? Dilo! -Y el pequeñín silabea: Mu-chos
mi-llo-nes!
Contrapunto. El exceso de simplificaciones y la cantidad
de ignorancia han hecho que se atribuyera a la oración
la omnipotencia, cuando la profunda comunicación con
el Dios vivo da más bien la omnirresistencia frente
a las situaciones adversas, como en el caso de Job. La omnipotencia
de la plegaria haría que nadie diera golpe; la omnirresistencia,
en cambio, lanza a no dejar de darse. La diferencia es notoria.
Antes la oración había llegado a ser el comodín
para todo. Ahora decimos que no es sucedáneo de nada.
Tiene, como todas las cosas, su función propia. No
digas por tanto boberías en tus oraciones; es indigno
del verdadero sentido de las palabras de Cristo en relación
con la infancia espiritual: "Si no os hacéis como
uno de estos pequeños...".
Punto 898. Si tienes "vida de infancia",
por ser niño, has de ser espiritualmente goloso. -Acuérdate,
como los de tu edad, de las cosas buenas que guarda tu Madre.
Y esto muchas veces al día. -Es cuestión de
segundos... María... Jesús... el Sagrario...
la Comunión... el Amor... el sufrimiento... las ánimas
benditas del purgatorio... los que pelean: el Papa, los sacerdotes...
los fieles... tu alma... las almas de los tuyos... los Angeles
Custodios... los pecadores...
Contrapunto. La dispersión de fuerzas es un
comportamiento infantil. Deja un poco de lado las ánimas
benditas del purgatorio, las ángeles custodios, el
sagrario, el papa, tu alma, las almas de los tuyos, los fieles,
los pecadores, etc. Llega a todo esto -y a mucho más-
a través de tu lucha por la justicia, la libertad y
la fraternidad humanas. Éste es el camino real y directo.
Hacer de catacaldos en el mundo espiritual es mantenerse en
un estado de continua infecundidad.
Punto 899. Cuánto te cuesta esa pequeña
mortificación! -Luchas. -Parece como si te dijeran:
¿por qué has de ser tan fiel al plan de vida,
al reloj? -Mira: ¿has visto con qué facilidad
se engaña a los chiquitines? -No quieren tomar la medicina
amarga, pero... anda! -les dicen-, esta cucharadita, por papá;
esta otra por tu abuelita... Y así, hasta que han ingerido
toda la dosis. Lo mismo tú: un cuarto de hora más
de cilicio por las ánimas del purgatorio; cinco minutos
más por tus padres; otros cinco por tus hermanos de
apostolado... Hasta que cumplas el tiempo que te señala
tu horario. Hecha de este modo tu mortificación, cuánto
vale!
Contrapunto. ¿No te parece cosa de chiquillos
no poder mantener los sacrificios que lleva consigo tu compromiso
de fe, por él mismo, por su propio interés?
Mortificaciones como la de aquel niño al que se le
hace tomar la medicina amarga -"esta cucharadita por
papá, esta otra por tu abuelita"- andan con instrumentos
ortopédicos: no llegarán muy lejos.
Punto 900. No estás solo. -Lleva con alegría
la tribulación. -No sientes en tu mano, pobre niño,
la mano de tu Madre: es verdad. -Pero... ¿has visto
a las madres de la tierra, con los brazos extendidos, seguir
a sus pequeños, cuando se aventuran, temblorosos, a
dar sin ayuda de nadie los primeros pasos? -No estás
solo: María está junto a ti.
Contrapunto. Es cierto que el hombre no está
nunca solo. Por lo menos, Dios no nos abandona, a pesar de
las apariencias. Pero no conviertas a Dios en un padre-remiendo
o en un padre-solución que te ahorre a última
hora el paso difícil. Al fin y al cabo, el toro te
embestirá y tú tendrás que cogerlo por
los cuernos. La vida, con todas sus grandezas y todos sus
ricos sabores, tiene también sus crueldades. ¿No
bebió acaso Cristo su cáliz? Él dijo:
"el discípulo no es mayor que su maestro".
Punto 901. Jesús: nunca te pagaré,
aunque muriera de Amor, la gracia que has derrochado para
hacerme pequeño.
Contrapunto. A Cristo no le pagaremos jamás
la aportación sustancial que nos hizo a los hombres
obligándonos a abandonar la vida de caverna, la religión
natural, el seno de la Madre-Tierra, para construir aquí
nuestro propio ser con vistas al Gran Nacimiento. Aquí
radica nuestra verdadera infancia.
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