CONTRAPUNTOS AL CAMINO DEL
OPUS DEI
Autor: Mosén Josep Dalmau
MORTIFICACIÓN
Punto 172. Si no eres mortificado nunca serás
alma de oración.
Contrapunto. Si no te centras y te interiorizas en
Dios y en sus obras, difícilmente serás capaz
de mortificarte por nada.
Punto 173. Esa palabra acertada, el chiste que
no salió de tu boca; la sonrisa amable para quien te
molesta; aquel silencio ante la acusación injusta;
tu bondadosa conversación con los cargantes y los inoportunos;
el pasar por alto cada día, a las personas que conviven
contigo, un detalle y otro fastidiosos e impertinentes...
Esto, con perseverancia, sí que es sólida mortificación
interior.
Contrapunto. No decir una palabra graciosa a quien
lo ha de tomar a mal, sonreír a quien sabes que piensa
mal de ti o te tiene ojeriza, saludar del mismo modo a la
"criada" que al "señor", bromear
con los inferiores, no hacer caso de sus indelicadezas, etc.,
son cosas que se explican solas cuando uno se ha desprendido
de sus privilegios clasistas o personales. ¡Esto último
sí que es sólida mortificación, a fin
de solidarizarse con todos los hombres!
Punto 174. No digas: esa persona me carga. -Piensa:
esa persona me santifica.
Contrapunto. No digas: "Este tío es un
latazo", o "este tío me cae gordo".
Piensa más bien que él tiene también
que soportarte. ¡Tú no eres canela en rama, que
digamos!
Punto 175. Ningún ideal se hace realidad
sin sacrificio. -Niégate. - Es tan hermoso ser víctima!
Contrapunto. Ningún sacrificio es posible sin
un ideal. Tira para delante, y no te dejes impresionar ni
espantar cuando los poderosos te persigan. El ideal ha de
ser más fuerte que la vida y que la muerte. Si alguien
te dice que ser víctima es hermoso, no le creas. Un
garrotazo no puede ser nunca una caricia, pero esto no quiere
decir que te haya de frenar en tu camino.
Punto 176. Cuántas veces te propones servir
a Dios en algo... y te has de conformar, tan miserable eres,
con ofrecerle la rabietilla, el sentimiento de no haber sabido
cumplir aquel propósito tan fácil!
Contrapunto. ¿No te da vergüenza ofrecer
a Dios cosas que, una vez hechas, has visto que no cuestan
nada?
Punto 177. No desaproveches la ocasión de
rendir tu juicio propio. -Cuesta..., pero qué agradable
es a los ojos de Dios!
Contrapunto. Maldita manía la de decir. siempre.
tu parecer, venga o no venga a cuento, y sin que ninguno te
lo pida. Sigue silenciosamente tu camino. Así podrás
hablar más alto y más airosamente.
Punto 178. Cuando veas una pobre Cruz de palo,
sola, despreciable y sin valor... y sin Crucifijo, no olvides
que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día, la escondida,
sin brillo y sin consuelo..., que está esperando el
Crucifijo que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú.
Contrapunto. Cuando veas una pobre cruz de palo, haz
un esfuerzo para pensar: ya no es para mí. Las cruces
de palo ya no se usan. Piensa, mejor, que la cárcel
te espera. Los santos siempre serán perseguidos.
Punto 179. Busca mortificaciones que no mortifiquen
a los demás.
Contrapunto. Las mortificaciones personales que no
incomodan de alguna manera a los privilegiados de este mundo
no valen un cuerno.
Punto 180. Donde no hay mortificación, no
hay virtud.
Contrapunto. Donde no hay virtud tampoco hay mortificación.
Punto 181. Mortificación interior. -No creo
en tu mortificación interior si veo que desprecias,
que no practicas, la mortificación de los sentidos.
Contrapunto. Mortificación interior. No creo.
en tu mortificación interior -es cosa demasiado seria-
si veo que pones demasiado cuidado en no sé qué
monerías o exiges condiciones singularísimas
para las cosas más corrientes y normales. Los árboles
no te dejan ver el bosque.
Punto 182. Bebamos hasta la última gota
del cáliz del dolor en la pobre vida presente. -¿Qué
importa padecer diez años, veinte, cincuenta..., si
luego es cielo para siempre, para siempre..., para siempre?
-Y, sobre todo, -mejor que la razón apuntada, "propter
retributionem"-, ¿qué importa padecer,
si se padece por consolar, por dar gusto a Dios nuestro Señor,
con espíritu de reparación, unido a El en su
Cruz, en una palabra: si se padece por Amor?...
Contrapunto. Cuando te hablen de beber hasta la última
gota del cáliz del dolor en la pobre vida presente,
mira si hay calefacción en el despacho de tu jefe o
pregúntale por el volumen de su cuenta corriente. Es
posible que sea sólo un lobo con balido de oveja. Entonces
eso del cielo para siempre... está destinado a los
que no saben de estas cosas y otras parecidas. ¿No
dijo Cristo que se quedarían estupefactos los invitados
a entrar a última hora en el reino de los cielos?
Punto 183. Los ojos! Por ellos entran en el alma
muchas iniquidades. -Cuántas experiencias a lo David!...
-Si guardáis la vista habréis asegurado la guarda
de vuestro corazón.
Contrapunto. Camina por el mundo con los ojos bien
abiertos. Te obligará a estar presente en muchas situaciones
enojosas en las que tus hermanos hace tiempo que navegan.
Parece mentira que aún haya gente que no ve sino lo
que quiere. Esto quiere decir que cierran los ojos adrede.
¿Acaso dice el Evangelio que Cristo cerraba los ojos
cuando no dormía?
Punto 184. ¿Para qué has de mirar,
si "tu mundo" lo llevas dentro de ti?
Contrapunto. ¿Sabes para qué has de
mirar? Porque el mundo al que te debes está fuera de
ti.
Punto 185. El mundo admira solamente el sacrificio con
espectáculo, porque ignora el valor del sacrificio
escondido y silencioso.
Contrapunto. El pueblo tiene una especie de intuición
para descubrir dónde está el verdadero sacrificio
y qué cosas son músicas celestiales propias
de gente que hace buenas digestiones. Cuando tienes que repetirte
a ti mismo que te sacrificas, pero nadie lo ve, comienzas
a dudar de tus "grandes sacrificios".
Punto 186. Hay que darse del todo, hay que negarse
del todo: es preciso que el sacrificio sea holocausto.
Contrapunto. Darte del todo quiere decir poner tu
casa, tus cosas y tu misma persona a disposición de
los otros. Y no que el humo de tu sacrificio salga por el
agujero de tu chimenea, como el humo de unas costillas asadas.
Tu holocausto lo has de hacer tú, no hacerla hacer
a los demás y decir: "lo he hecho yo", ¿No
has oído decir nunca: "este pan yo me lo amaso"?
Punto 187. Paradoja: para Vivir hay que morir.
Contrapunto. Paradoja: el que muere para las cosas
y para los hombres, no vive.
Punto 188. Mira que el corazón es un traidor.
-Tenlo cerrado con siete cerrojos.
Contrapunto. Se ha repetido hartas veces que el corazón
es un traidor. Pero la traición te vendrá por
el lado que menos piensas. Por el bolsillo, por ejemplo. Echa
los siete cerrojos para que no te entren dineros que no son
tuyos.
Punto 189. Todo lo que no te lleve a Dios es un
estorbo. Arráncalo y tíralo lejos.
Contrapunto. Ten presente que no hay nada que no lleve
a Dios. A veces, hasta el mismo pecado.
Punto 190. Le hacía el Señor decir
a un alma, que tenía un superior inmediato iracundo
y grosero: Muchas gracias, Dios mío, por este tesoro
verdaderamente divino, porque ¿cuándo encontraré
otro que a cada amabilidad me corresponda con un par de coces?
Contrapunto. Pero esto no quiere decir que haya que
tener como un tesoro divino a un superior iracundo y grosero,
que responda con coces a todas las amabilidades y servicios
que le hagas. O que haya que agradecer a Dios el haberte roto
una pierna en una caída. Una cosa es ofrecer a Dios
toda nuestra situación y muy otra agradecer los desastres.
Punto 191. Véncete cada día desde
el primer momento, levantándote en punto, a hora fija,
sin conceder ni un minuto a la pereza. Si, con la ayuda de
Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto
de la jornada. Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera
escaramuza!
Contrapunto. Si no eres capaz de ser dueño
de ti mismo al levantarte de la cama, no te apures demasiado.
Hay temperamentos y temperamentos. Los que lo consiguen con
facilidad, se pavonean a menudo de una bobada como ésta.
Y entonces ya no sé qué es peor. No perder el
dominio cuando se está despierto, eso sí que
vale la pena.
Punto 192. Siempre sales vencido. -Proponte, cada
vez, la salvación de un alma determinada, o su santificación,
o su vocación al apostolado... -Así estoy seguro
de tu victoria.
Contrapunto. ¿Siempre sales vencido? Es posible
que comiences a pensar en las limitaciones y cobardías
de la Humanidad entera a través de esta flaqueza personal
que experimentas en tu vida. ¿Crees, quizá,
que la necesidad de un redentor era una frase hecha? Por algo
la "frustración radical del hombre" ha merecido
el premio Nobel en la persona del escritor Samuel Beckett.
En el fondo es Cristo el que nos salva y no nosotros mismos.
Punto 193. No me seas flojo, blando. -Ya es hora
de que rechaces esa extraña compasión que sientes
de ti mismo.
Contrapunto. Que no te consuma tu flojedad. Tal vez
no tienes capacidad de superarla. Pero hay muchas cosas que
se pueden hacer partiendo de tu misma flojedad. Entre otras,
aceptar más fácilmente las limitaciones de los
otros, en vez de ponerte cada vez ingenuamente frenético.
Punto 194. Yo te voy a decir cuáles son
los tesoros del hombre en la tierra para que no los desperdicies:
hambre, sed, calor, frío, dolor, deshonra, pobreza,
soledad, traición, calumnia, cárcel...
Contrapunto. ¿Quieres saber cuáles son
los tesoros y las grandes esperanzas del hombre en la tierra?
Te digo unos cuantos: Verdad, Justicia, Libertad, Amor, Paz.
Y esto para todo el mundo.
Punto 195. Tuvo acierto quien dijo que el alma
y el cuerpo son dos enemigos que no pueden separarse, y dos
amigos que no se pueden ver.
Contrapunto. El que dijo que el cuerpo y el alma son
dos amigos que no se pueden ver, se equivocó de medio
a medio. Hay que decir más bien que son dos seres extraños
el uno al otro, pero que se ayudan y se aman. Que se tienen
confianza. Todo un ejemplo de solidaridad.
Punto 196. Al cuerpo hay que darle un poco menos
de lo justo. Si no, hace traición.
Contrapunto. Al cuerpo y al espíritu hay que
darles lo que sea justo, de otra manera uno y otro se rebelarán.
Habrás oído hablar, supongo, de Mao Tse-Tung
y de Martín Lutero King.
Punto 197. Si han sido testigos de tus debilidades
y miserias, ¿qué importa que lo sean de tu penitencia?
Contrapunto. A los que han sido testigos de tus debilidades
y miserias no les des el numerito de tu penitencia. Sería
demasiado alarde. Bastante tienen con tu arrepentimiento.
Punto 198. Estos son los frutos sabrosos del alma
mortificada: comprensión y transigencia para las miserias
ajenas; intransigencia para las propias.
Contrapunto. Sólo se mortifica el que es capaz
de comprender las limitaciones y flaquezas de los otros y
las suyas propias, y está convencido de la terrible
complejidad de las cosas.
Punto 199. Si el grano de trigo no muere queda
infecundo. -¿No quieres ser grano de trigo, morir por
la mortificación, y dar espigas bien granadas? - Que
Jesús bendiga tu trigal!
Contrapunto. No tienes opción para ser generoso
o no serio. Las cosas que se han de hacer se harán
contigo, a pesar de ti o contra ti. O permaneces a la manera
del grano de trigo que se siembra o serás devorado
por la misma fuerza de las cosas.
Punto 200. No te vences, no eres mortificado, porque
eres soberbio. -¿Que tienes una vida penitente? No
olvides que la soberbia es compatible con la penitencia...
-Más razones: la pena tuya, después de la caída,
después de tus faltas de generosidad, ¿es dolor
o es rabieta de verte tan pequeño y sin fuerzas? -
Qué lejos estás de Jesús, si no eres
humilde..., aunque tus disciplinas florezcan cada día
rosas nuevas!
Contrapunto. ¿Crees sinceramente que caes en
este defecto dominante porque. eres soberbio? No es precisamente
soberbia lo que nace ante una derrota consciente y continuada.
Hemos de recordar en casos como éstos que llevamos
encima de nosotros un condicionamiento psíquico o social
que supera nuestras fuerzas y nuestra misma humillación.
Nos ha de doler que hasta nuestros actos buenos y malos estén
condicionados. No somos ni siquiera libres para ser objetivamente
del todo buenas personas. ¿No te hace esto sentirte
todavía más desvalido y poca cosa? No obstante
-y seguramente por esto- Cristo nos salva.
Punto 201. Qué sabores de hiel y de vinagre,
y de ceniza y de acíbar! Qué paladar tan reseco,
pastoso y agrietado! -Parece nada esta impresión fisiológica
si la comparamos con los otros sinsabores de tu alma. -Es
que "te piden más" y no sabes darlo. -Humíllate:
¿quedaría esa amarga impresión de desagrado,
en tu carne y en tu espíritu, si hicieras todo lo que
puedes?
Contrapunto. ¿Sientes a veces un mal gusto
de boca o una especie de fastidio, que tiene su origen en
la fría monotonía de unos mismos actos, día
tras día, mes tras mes, sin ver la salida? Muchas veces
no es resultado de poca generosidad sino de haber tomado un
camino falso. Entonces las cosas y las personas se resisten
a seguir. Revisa, pues, seriamente, el enfoque de tu vida.
No desgastes tozudamente tus energías.
Punto 202. ¿Que vas a imponerte voluntariamente
un castigo por tu flaqueza y falta de generosidad? -Bueno:
pero que sea una penitencia discreta, como impuesta a un enemigo
que a la vez fuera nuestro hermano.
Contrapunto. Ya comienzas a ser mayorcito. Las energías
que gastarías en imponerte un castigo por tu flaqueza
y falta de generosidad empléalas en encararte de nuevo
con la dificultad. Es de mucho más sentido común
y no deja de ser una penitencia bien fuerte. No hagas lo que
ya sabes que puedes hacer.
Punto 203. La alegría de los pobrecitos
hombres, aunque tenga motivo sobrenatural, siempre deja un
regusto de amargura. -¿Qué creías? -Aquí
abajo, el dolor es la sal de nuestra vida.
Contrapunto. Menos mal que de vez en cuando: a través
de un suceso, de una lectura, de alguna película, de
un rato de oración o de un encuentro de fe, tenemos
casi la sensación de tocar el cielo con la punta de
nuestro espíritu. Guardemos el recuerdo -como punto
de referencia- de estos momentos sublimes de intensidad junto
a la fuente de la Vida.
Punto 204. Cuántos que se dejarían
enclavar en una cruz, ante la mirada atónita de millares
de espectadores, no saben sufrir cristianamente los alfilerazos
de cada día! -Piensa, entonces, qué es lo más
heroico.
Contrapunto. De todos los que pierden el control delante
de los pequeños alfilerazo s de cada día puedes
estar seguro que no hay uno solo que se deje fusilar, ni siquiera
delante de miles de espectadores. Los héroes suelen
ser gente muy completa humanamente. Tienen una profunda vida
interior. También los no creyentes.
Punto 205. Leíamos -tú y yo- la vida
heroicamente vulgar de aquel hombre de Dios. -Y le vimos luchar,
durante meses y años ( qué "contabilidad",
la de su examen particular!), a la hora del desayuno: hoy
vencía, mañana era vencido... Apuntaba: "no
tomé mantequilla..., tomé mantequilla!"
Ojalá también vivamos -tú y yo- nuestra...,
"tragedia" de la mantequilla.
Contrapunto. ¿No te da pena ver o leer, a veces,
que algunos santos varones se entretienen heroicamente en
llevar en cuenta qué días consiguieron no tomar
mantequilla a la hora del desayuno, en medio de situaciones
sociales trágicas, como la tragedia de millones de
hombres con hambre o en guerra? "¡Hipócritas
-dijo el Maestro- que coláis un mosquito y os tragáis
un camello!". Huye bien lejos de estas "tragedias"
de la mantequilla.
Punto 206. El minuto heroico. -Es la hora, en punto,
de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural
y... arriba! -El minuto heroico: ahí tienes una mortificación
que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza.
Contrapunto. No creas en "minutos heroicos"
que puedes repetir cada día. Es una frase brillante,
un bonito eufemismo. Los heroísmos vuelan un poco más
altos y comprometen toda una vida.
Punto 207. Agradece, como un favor muy especial,
ese santo aborrecimiento que sientes de ti mismo.
Contrapunto. A pesar de tus fallos, admira tu grandeza.
El hombre puede forjar su destino. Es casi un Dios. Cristo
acaba de hacernos llegar a eso. Estamos haciendo nosotros
mismos el mundo del futuro.
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